Richard Wagner, enigmas cromáticos y bandas sonoras

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La ópera El holandés errante suena cuando el neurótico personaje interpretado por Woody Allen en “Misterioso asesinato en Manhattan” (1993), sale de la Metropolitan Opera House en medio de la representación, espetando a su pareja la famosa frase: No puedo escuchar tanto Wagner -sabes- me dan ganas de invadir Polonia. Se trata de uno de los más inteligentes guiones y diálogos de las mejores películas de Woody Allen, pero debemos decir que las bandas sonoras más importantes de la historia del cine no se comprenden sin Richard Wagner, grandísimo compositor que murió antes de que se inventara el cinematógrafo.

Armonía musical y matemáticas: reposo, tensión y resolución

La armonía es una ciencia musical basada en las matemáticas. Las notas musicales simultáneas (acordes) pueden sonar consonantes o disonantes, dependiendo del cociente entre las frecuencias fundamentales de los sonidos coexistentes. La armonía implica la progresión de los acordes, que puede modificar completamente la expresión y el sentido de una frase musical.

La música tonal establece unas normas matemáticas para su progresión armónica y existen unas funciones tonales bien definidas. Por ejemplo, en una cierta tonalidad, la nota tónica es el primer grado (I) de la escala y la dominante es el quinto grado (V). La mayor parte de las piezas musicales se construyen con frases cuya armonía incluyen sucesivos acordes, que sugieren -al menos- primero reposo, luego tensión y finalmente resolución en reposo.

Tristán e Isolda

Isolda ofrece el filtro de amor a Tristán (1916). Obra de John William Waterhouse – Art Renewal Center, Dominio público / Wikimedia Commons

Richard Wagner terminó en 1859 su mejor ópera: Tristán e Isolda, que fue estrenada en Múnich en 1865. Su influencia, desarrollando al límite el lenguaje armónico tonal, asombró profundamente al mundo musical y abrió nuevas formas de expresión que aún hoy día siguen activas y podemos escuchar, por ejemplo, en muchas de las bandas sonoras más importantes.

Los cuatro primeros compases de Tristán e Isolda. He aquí cómo suena este comienzo. Fuente: Imagen anotada a partir de Wikimedia Commons

Tristán e Isolda comienza con cuatro inocentes compases mostrados en la Figura 1. Vemos que la frase de inicio parece estar en la tonalidad de La menor tal como indica su armadura sin alteraciones, pero en el tercer compás Wagner inserta de sopetón un acorde disonante (marcado en rojo), que entendemos es un acorde de Si (el grado II de la escala La menor), pero en modo Mayor (Re#) y deformado, porque incluye un extraño intervalo de quinta disminuida (Fa) y añade la sensible (Sol#) de la escala de La menor.

Este enigmático y tenso acorde progresa aún hacia más tensión en el cuarto compás: un acorde de dominante Mi (V), que como siempre en música buscamos resolver hacia dónde vamos. Lo sorprendente es que Wagner no resuelve en ningún momento y pasamos las cuatro horas de la ópera sin saber hacia dónde nos dirigimos, ni cuál es la tonalidad real de la obra.

En la composición de Wagner no se trata tanto de la construcción del acorde enigmático que hemos descrito, sino de cómo se utiliza y el misterio de la irresolución de las frases y la continua incógnita de las tonalidades, expresando un torbellino de acontecimientos y sentimientos de los protagonistas mediante alteraciones cromáticas de los acordes.

Steiner, Korngold, Herrmann, Williams, Shore…

Wagner llevó al extremo el componer la música para contar una historia basada en una leyenda medieval, cuyo libreto también él escribió. Su magistral armonía cromática fue la que influyó de forma profunda a la música tonal, atonal y moderna. En particular compositores de música para cine, como Max Steiner, Erich Korngold, Bernard Herrmann, John Williams o Howard Shore, aprendieron que la música es tan importante como cualquier otra de las artes del cine, y la explotación de la armonía wagneriana para expresar y comunicar sentimientos y sus leitmotivs son los elementos para contar una historia con música. No es de extrañar que muchas de las bandas sonoras sinfónicas más conocidas “suenan” a Wagner: Lo que el viento se llevó, de Steiner; Kings Row, de Korngold; Vértigo, de Herrmann; Star Wars, de Williams o El señor de los anillos, de Shore son genuinas composiciones que no se pueden entender sin Wagner.

Quizás usted no conozca la banda sonora de Kings Row, compuesta por Erich Korngold, pero puede escuchar aquí el tema principal, que seguro le resultará familiar.

¿En qué tonalidad está Tristán e Isolda?

Como último cabo suelto en este texto, nos queda resolver el misterio del enigmático acorde de Tristán e Isolda, del que proviene toda esta influencia de Wagner en el mundo musical. Para empezar, podemos preguntarnos si Tristán e Isolda es una obra tonal o atonal. Podemos decir que realmente es tonal, pero al extremo, porque Tristán e Isolda empuja al mundo musical a centrarse en los sonidos y las emociones que evocan o expresan los acordes. Ello requiere usar doce notas continuamente (cromatismo) y no solamente siete.

El final de la ópera resuelve el acorde enigmático del tercer compás de la obra, que hemos presentado en la Figura 1. La resolución se escucha al final de la Muerte de Amor (Liebestod) de Isolda que es la conclusión de la ópera. Después de todas las peripecias, sentimientos y acontecimientos expresados en las cuatro horas de música con cambios continuos de acordes cromáticos sin resolución armónica, Isolda muere, la orquesta resuelve la tensión en reposo total y cierra la obra con un sencillo acorde final de Si Mayor (Si-Re#-Fa#). El misterio está resuelto: ¡el acorde del tercer compás de Tristán e Isolda era realmente un acorde de tónica en Si Mayor desde el principio! Para estudiantes de musicología es tranquilizador poder decir que la tonalidad de Tristán e Isolda era Si Mayor.

Si usted no sabe leer música o la teoría musical que hemos explicado le ha resultado algo difícil de seguir, no se preocupe, y disfrute directamente la música escuchando el final de la ópera: Liebestod de Isolda. Esto le permitirá admirar una de las cumbres del arte musical, así como terminar la lectura de este texto en plácida resolución, y sin que se le despierte ninguna gana de invadir Polonia.

Sobre el autor: Victor Etxebarria Ecenarro está diplomado como lutier por el Conservatorio Juan Crisóstomo de Arriaga (Bilbao) y es Catedrático de Ingeniería de Sistemas y Automática en la Universidad del País Vasco (UPV/EHU)

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