Del ADN del océano al menú de las ballenas

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Las ballenas recorren miles de kilómetros cada año a través del Atlántico. A su paso, estos colosos del mar se alimentan de peces y calamares que apenas vemos, escondidos en la oscuridad de las aguas profundas. Pero, ¿cómo saber qué comen sin capturarlas ni molestarlas?

En un estudio reciente publicado en Marine Mammal Science (Claver et al., 2026), un equipo internacional liderado por AZTI y la Universidad de las Azores hemos logrado responder a esta pregunta usando una herramienta revolucionaria: el ADN ambiental.

ADN ambiental: las huellas invisibles del océano

Cada organismo que habita el mar deja a su paso diminutas trazas de su ADN. Estos fragmentos genéticos, suspendidos en el agua o depositados en los sedimentos, conforman lo que se conoce como ADN ambiental (eDNA). Analizarlos permite reconstruir las comunidades biológicas de un ecosistema sin necesidad de capturar u observar directamente a los organismos que lo habitan.

Este enfoque ha transformado la forma de estudiar la vida marina, ofreciendo una alternativa no invasiva, precisa y coste-efectiva para conocer la biodiversidad y las redes tróficas del océano. Su aplicación se está extendiendo a ámbitos tan diversos como el seguimiento de especies amenazadas, la detección de especies invasoras o, como en este caso, el estudio de la dieta de los grandes cetáceos.

Las Azores: un comedor en mitad del Atlántico

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Localización de la Islas Azores. Mapa: Ulamm, CC BY-SA 4.0, Wikimedia Commons

Las Azores constituyen un enclave fundamental en las rutas migratorias de los rorcuales (ballena azul, rorcual común y rorcual norteño) y de los cachalotes. La compleja topografía submarina del archipiélago, marcada por montes y cañones, y la abundancia de nutrientes crean las condiciones idóneas para que estos animales encuentren alimento durante sus desplazamientos por el Atlántico.

En colaboración con la Universidad de las Azores, se recogieron muestras de agua y de heces de ballenas en las proximidades de las islas. A partir de ese material se extrajo y secuenció el ADN con el fin de identificar qué especies formaban parte de su dieta y cómo se relacionaban con la disponibilidad de presas en el entorno.

Ballenas y peces de la oscuridad

Los análisis revelaron que los rorcuales se alimentan principalmente de peces mesopelágicos, especialmente mictófidos o peces linterna. Estos pequeños organismos viven entre los 200 y los 1.000 metros de profundidad y realizan una migración vertical diaria: ascienden hacia la superficie al anochecer y descienden de nuevo al amanecer.

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Chauliodus sloani un pez mesopelágico bioluminiscente. Foto: Edd48, CC BY-SA 3.0, Wikimedia Commons

Los rorcuales aprovechan ese movimiento para alimentarse cuando las presas se concentran en capas más accesibles del océano. Este comportamiento refuerza la importancia de las Azores como zona de alimentación estratégica para las ballenas migratorias.

Cachalotes y calamares bioluminiscentes

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Una hembra de cachalote y su cría. Foto: Gabriel Barathieu, CC BY-SA 2.0, Wikimedia Commons

Los cachalotes, en cambio, muestran una dieta centrada en los calamares de aguas profundas, especialmente Histioteuthis bonnellii, una especie luminiscente que habita entre los 600 y 1.200 metros de profundidad. Este hallazgo concuerda con los patrones de buceo conocidos de la especie, que pasa gran parte del tiempo cazando en esas profundidades.

En sus heces también se detectaron otras especies de cefalópodos, entre ellas el calamar gigante (Architeuthis dux), un animal emblemático de las profundidades oceánicas que puede alcanzar los 12 metros de longitud.

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El ejemplar de Architeuthis dux expuesto en el MHNT (Muséum d’Histoire Naturelle de Toulouse) alcanza los 17 metros de longitud. Foto: Didier Descouens – Museo de Toulouse, CC BY-SA 3.0, Wikimedia Commons

Más allá del menú: comprender el ecosistema

Por primera vez, este estudio ha analizado de forma simultánea el ADN ambiental del agua y el ADN fecal de los cetáceos, lo que ha permitido comparar la dieta de las ballenas con la disponibilidad real de presas en la columna de agua. Esta perspectiva integrada ofrece una visión inédita de las interacciones entre depredadores y presas en mar abierto.

Los resultados muestran que los cachalotes son selectivos a la hora de capturar sus presas, mientras que los rorcuales adaptan su alimentación a los movimientos verticales de los peces mesopelágicos. Este tipo de información es clave para entender la ecología trófica de los grandes cetáceos y anticipar cómo pueden verse afectados por el cambio climático o la sobrepesca, factores que alteran la distribución y abundancia de sus presas.

La genética como aliada de la conservación marina

El uso conjunto de ADN ambiental y fecal demuestra su potencial para el seguimiento no invasivo de las poblaciones marinas. Estas herramientas permiten detectar variaciones en la dieta de los cetáceos a lo largo del tiempo y evaluar la salud de los ecosistemas oceánicos sin recurrir a métodos intrusivos.

Los resultados de este trabajo, financiado por la Unión Europea (proyecto SUMMER, programa Horizon 2020) y el Gobierno Vasco (proyecto GENGES), sientan las bases para aplicar esta metodología a otras regiones del mundo. Parte de las muestras se recogieron durante una campaña científica en el buque de investigación OceanXplorer, documentada por National Geographic.

El estudio representa un avance significativo en la comprensión de las redes tróficas del océano abierto y refuerza la importancia de la genética como herramienta para una gestión sostenible de la biodiversidad marina.

En definitiva, el ADN del océano se revela como un nuevo lenguaje para descifrar cómo viven, se alimentan y sobreviven los gigantes del mar.

Referencia:

Claver, C., de Amézaga, L. G., Mendibil, I., Canals, O., Prieto, R., Cascão, I., Oliveira, C., Silva, M. A., & Rodríguez-Ezpeleta, N. (2026) Mesopelagic fish and cephalopods in the diet of rorquals (Balaenoptera spp.) and sperm whales (Physeter macrocephalus) around the Azores using fecal and environmental DNA. Marine Mammal Science doi: 10.1111/mms.70086

Sobre la autora: Cristina Claver de Palacio, investigadora en AZTI, Sukarrieta, Bizkaia.

Sobre AZTI: El propósito de AZTI es impulsar un cambio positivo para el futuro de las personas, contribuyendo a una sociedad saludable, sostenible e íntegra. Especializado en el medio marino y la alimentación, AZTI aporta productos y tecnologías de vanguardia y de valor añadido basados en ciencia e investigación sólidas. AZTI es miembro de Basque Research and Technology Alliance (BRTA).

Basque Research & Technology Alliance (BRTA) es una alianza que se anticipa a los retos socioeconómicos futuros globales y de Euskadi y que responde a los mismos mediante la investigación y el desarrollo tecnológico, proyectándose internacionalmente. Los centros de BRTA colaboran en la generación de conocimiento y su transferencia a la sociedad e industria vascas para que sean más innovadoras y competitivas. BRTA es una alianza de 17 centros tecnológicos y centros de investigación cooperativa y cuenta con el apoyo del Gobierno Vasco, SPRI y las Diputaciones Forales de Araba, Bizkaia y Gipuzkoa.

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