El enemigo invisible que viaja en los barcos

Investigación UPV/EHU

Cada día, miles de barcos atraviesan los océanos cargados de mercancías. En sus bodegas llevan contenedores, petróleo o cereales. Pero, sin pretenderlo, también transportan un pasaje oculto y peligroso: millones de microalgas y otros organismos diminutos que viajan en el agua de lastre, esa agua que los buques utilizan para mantener la estabilidad durante la navegación.

Una investigación liderada por la Universidad del País Vasco (EHU) ha puesto el foco en tres de los puertos más importantes de España –Algeciras, Bilbao y Valencia– y ha destapado un problema de enormes implicaciones. El estudio demuestra que la mayoría del fitoplancton presente en el agua de esos puertos es menor de 10 micras.

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Foto de Chris Pagan en Unsplash

El dato es contundente: en Algeciras, esos organismos menores de 10 micras representan de media el 86 % de la biomasa fitoplanctónica total; en Bilbao, el 78 %; y en Valencia, el 96 %. La paradoja es que, a pesar de su dominio absoluto y de su potencial impacto, ese grupo no está regulado por la normativa internacional que controla las descargas de agua de lastre. En resumen, es como si la legislación hubiera dejado fuera precisamente al grupo más numeroso y, en algunos casos, más dañino.

Fallas graves en el marco legal actual

Desde septiembre de 2024, la Organización Marítima Internacional (OMI) obliga a los buques a instalar sistemas de tratamiento para reducir el número de organismos vivos que descargan en los puertos. Sin embargo, el estándar conocido como ‘D-2’ solo contempla dos categorías de tamaño: organismos mayores de 50 micras y los que están entre 10 y 50 micras. Todo lo que queda por debajo, como el pico- y nanofitoplancton, se ignora, a excepción de tres bacterias indicadoras de contaminación fecal.

La investigación realizada revela que esa “zona ciega” es mucho más que un detalle técnico. Entre los organismos menores de 10 micras se encuentran especies capaces de producir toxinas, formar proliferaciones nocivas (Harmful Algal Blooms) o sobrevivir en condiciones extremas dentro de los tanques de los barcos. Una vez liberadas en nuevos ecosistemas, pueden expandirse rápidamente y generar impactos devastadores sobre la biodiversidad, la pesca y la salud humana.

El estudio detectó, además, la presencia persistente de 55 especies de algas nocivas en los tres puertos. De ellas, 36 son productoras de toxinas y 19 tienen capacidad de generar grandes proliferaciones que alteran los ecosistemas. Algunas, como ‘Alexandrium’ o ‘Pseudo-nitzschia’, son viejas conocidas de quienes vigilan las mareas rojas en diferentes partes del mundo.

De hecho, esas especies pueden provocar desde mortandades masivas de peces hasta intoxicaciones en mariscos que afectan directamente a la salud pública y al sector pesquero.

Una amenaza global que pasa desapercibida

El comercio marítimo mueve más del 80 % de las mercancías que se transportan en el planeta. Cada año, los barcos desplazan unos 10.000 millones de toneladas de agua de lastre en sus viajes. Ese trasiego equivale a mover alrededor de 7.000 especies distintas cada hora y provocar una invasión biológica cada nueve semanas, según estimaciones de la OMI.

El fenómeno no es nuevo. El mejillón cebra en los Grandes Lagos de Norteamérica o el alga ‘Caulerpa taxifolia’ en el Mediterráneo son ejemplos históricos de cómo una especie introducida accidentalmente puede alterar por completo un ecosistema y generar costes millonarios. Lo novedoso del trabajo de la EHU es haber documentado de manera sistemática la magnitud del problema en puertos españoles y, sobre todo, haber evidenciado que las normas internacionales no están diseñadas para abordar esta problemática en toda su magnitud.

Hacia una normativa más exigente

La conclusión del estudio es clara: urge revisar el marco legal actual. Por un lado, los autores proponen incluir una categoría regulatoria específica para organismos de menos de 10 micras. Y, por otro, reclaman límites concretos para especies de algas nocivas, independientemente de su tamaño, del mismo modo que ya se hace con bacterias como ‘Escherichia coli’ o ‘Vibrio cholerae’.

En definitiva, si sabemos que hay especies tóxicas o productoras de floraciones que están presentes de forma recurrente en los puertos, no tiene sentido que no exista ninguna restricción específica para ellas.

El trabajo también señala otra debilidad del sistema actual: las pruebas de certificación de los equipos de tratamiento de agua de lastre se realizan en condiciones de laboratorio que poco tienen que ver con la realidad. En la mayoría de los puertos, las concentraciones de fitoplancton son muy inferiores a las que se usan en los ensayos, lo que genera una falsa sensación de seguridad sobre la eficacia de los sistemas.

Ciencia al servicio de la bioseguridad marina

Para llevar a cabo este estudio, el equipo de investigación combinó tres metodologías: microscopía óptica, análisis de pigmentos por HPLC y secuenciación genética mediante eDNA metabarcoding. Esa estrategia multimétodo permitió detectar tanto la abundancia como la diversidad de especies presentes, incluidas muchas que pasarían desapercibidas con técnicas convencionales.

La combinación de enfoques permitió, por ejemplo, identificar especies de pequeño tamaño que no entran en el radar de las regulaciones actuales, pero que son clave en la dinámica de los ecosistemas portuarios.

Un reto de futuro

El estudio forma parte del proyecto ECOTRANSEAS, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, en el que han colaborado la Universidad de Cádiz y la Universidad Politécnica de Valencia, y es un ejemplo de cómo la investigación universitaria contribuye a anticipar riesgos globales.

En un contexto de cambio climático y aumento del comercio marítimo, el riesgo de dispersión de especies invasoras y algas nocivas a través del agua de lastre no hará más que crecer. Por eso, los autores insisten en que es necesario adaptar la normativa internacional a la realidad científica actual y desarrollar herramientas de detección rápida que permitan actuar a tiempo.

Referencia:

Jone Bilbao, Christina Pavloudi, Sergio Seoane (2026) Unseen threat: Persistent picophytoplankton and harmful algae challenge ballast water management in major Spanish ports Marine Pollution Bulletin doi: 10.1016/j.marpolbul.2025.118742

Sobre los autores: Jone Bilbao es Investigadora doctora y Segio Seoane profesor pleno en el Departamento de Biología vegetal y Ecología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la EHU.

Una versión de este texto apareció originalmente en campusa.

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