El próximo día 12, jueves, el asteroide 2012TC4 pasará a 44.000 km de nuestro planeta. Es un objeto de tamaño similar (15-30 m) al meteorito del que surgió el superbólido que impactó en la zona de Chelyábinsk, Rusia, en 2013. 2012TC4 es uno de los miles Near Earth Objects (NEO, objeto cercano a la Tierra) que surcan los cielos.
Aunque el Sol acapara el 99,85% de la masa del sistema solar, numerosísimos objetos están sometidos a sus efectos gravitatorios, por lo que forman parte de su sistema. Vimos aquí los planetas con sus lunas, pero además de ellos, hay infinidad de pequeños y no tan pequeños objetos.
Los planetas enanos son cuerpos de menor tamaño que los planetas. Los reconocidos oficialmente hasta ahora son -ordenados por su distancia al Sol- Ceres (473 km de radio medio), Plutón (1.190 km), Haumea (620 km), Makemake (715 km) y Eris (1.163 km), aunque se cree que hay algunos cientos de objetos de similares características en zonas no exploradas aún del Sistema Solar.
De entre los considerados cuerpos menores, los asteroides son los de mayor tamaño. Se denomina así a los cuerpos rocosos que giran alrededor del Sol en órbitas interiores a las de Neptuno y que son menores que un planeta enano. Los cuerpos inferiores a 1 m se denominan meteoroides. La mayoría de los asteroides, cerca de dos millones, se encuentra entre las órbitas de Júpiter y Marte en el llamado “cinturón de asteroides”. Otros son los troyanos, asteroides que comparten la órbita de un planeta, aunque a distancia de aquel. La mayoría está en la órbita de Júpiter, en los puntos de Lagrange, dos regiones (una en cada punto) denominadas campo griego y campo troyano. Y otros asteroides, aunque muchos menos, cruzan las órbitas de los planetas.
Los cometas están constituidos por rocas, polvo y hielo. Orbitan el sol siguiendo trayectorias diferentes, la mayoría elípticas y muy excéntricas, lo que hace que cada mucho tiempo se acerquen al Sol. Como una parte de sus materiales sublima al aproximarse a la estrella, ya desde tan lejos como las órbitas de Júpiter o incluso Saturno, empiezan a generar una atmósfera -llamada coma o cabellera- y a medida que se acercan al Sol, el viento solar azota la coma y se produce la cola característica de esos cuerpos.
Además de los vistos hasta aquí, hay otros cuerpos menores. Los centauros tienen características intermedias entre asteroides y cometas, y sus órbitas son inestables. También están los objetos –formados por hielo, principalmente- del cinturón de Kuiper, que se encuentran más allá de Neptuno. Y otros, de los que apenas se conoce su existencia, más lejos aún, en los confines del sistema solar.
Algunos de esos objetos son, en un sentido muy real, parte del cielo que se encuentra sobre nuestras cabezas. Son los NEOs, como 2012TC4, y representan un cierto peligro para nosotros. Conocemos la existencia de 13.095 NEOs de más de 30 m de longitud. Cada cierto tiempo alguno de ellos alcanza nuestro planeta. Se estima que algo más de 50.000 rocas de más de 1 kg penetran en la atmósfera cada año. Muchos de esos objetos se destruyen en contacto con ella, arden o explotan por el calor generado debido al rozamiento. Pero 4.600 meteoritos de más de 1 kg alcanzan la superficie terrestre todos los años. No es de extrañar, por ello, que las agencias espaciales hayan puesto en marcha sistemas de detección de asteroides, ni que el único temor de los galos de la aldea de Asterix fuese que algún día el cielo cayese sobre sus cabezas.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Una versión anterior de este artículo fue publicada en el diario Deia 24 de septiembre de 2017.
Txema M.
Según le oí a mi hermano, que sabía mucho, el miedo a que el cielo cayera sobre sus cabezas no era sólo el temor de la aldea de Asterix, sino de todos los galos. Al parecer, formaba parte de su cultura. Curioso. Tal vez alguna persona importante tuvo una mala experiencia y se quedó el recuerdo.