A la protagonista de esta historia le tocó ser la cuarta hija de una familia de cuatro. Sus hermanas se llevan uno o un año y medio entre ellas. Después llegó ella, pero después de seis años. Así que como coloquialmente se dice, fue un pilón.
La madre traía a las hermanas mayores vestidas iguales. Todas bonitas y bien peinadas, vistiendo el mismo vestido o el mismo traje de pantalones cortos y blusas coloridas. Eso sí, cada una vestía un color diferente. Eso dejó en casa varias prendas en tres diferentes tallas y colores. Obviamente, como la última en casa, le tocaba estrenar el mismo modelo en tres diferentes ocasiones. Había talla 5, talla 7 y talla 8. Por lo tanto, cuando usó esas tallas, portaba el mismo modelito, pero en diferentes colores.
En su mente hay un recuerdo sobre una prenda a la cual le tenía un particular cariño. Un hermoso conjunto de pantalones cortos, o shorts como se dice en el Norte de México. Eran de lino y la blusa se abotonaba por la parte de atrás con unos botones forrados de la misma tela. Al frente tenían un gracioso pulpo con la cabeza rellena y unos ojos saltones, lo que lo hacía muy divertido. Los tentáculos estaban por toda la parte de enfrente y también estaban rellenos, aunque no tanto como la cabezota del pulpo.
Nuestra protagonista estrenó su traje de pulpo cabezón en color morado a los cinco años, el color verde a los siete y el color azul a los ocho. En ese momento no estaba ni de broma en la cabeza de nadie aquello de “moda sustentable”, pero ella tenía muy claro que estaba estrenando, aun cuando no fuera nuevo. La práctica de pasar la ropa de los hermanos mayores a los más pequeños se mantiene hasta ahora. Incluso cambiar ropa con las amigas podría decirse que es común, especialmente en la adolescencia, tiempos en que se quiere más a las amigas que a la propia familia. Sin embargo, comprar ropa de segunda mano en bazares o tiendas especializadas, por todo tipo de personas, es decir, sin distinguir clases sociales, no había sido tan común hasta hace solamente un par de años.
Como se mencionaba en el párrafo anterior, los bazares de segunda mano son actualmente mucho más comunes de lo que se puede pensar. Las nuevas generaciones tienen claro que se necesita cuidar al planeta y son conscientes de varios conceptos que generaciones atrás no tenía ni idea. Aquí algunos de esos conceptos que no estaban comúnmente incluidos en los cursos de nivel básico ni medio superior a los que asistió la protagonista.
Regla de las tres erres (3R)
Regla para cuidar el medio ambiente, específicamente para reducir el volumen de residuos o basura generada. Se espera que cualquier empresa socialmente responsable deba considerarla.
Reducir Reciclar y Reutilizar. Tres verbos importantes que, si se siguen, ayudan a ser un consumidor responsable además de generar menos basura y ahorrar dinero. Aquí las definiciones, de acuerdo a Editorial RSyS, una plataforma de comunicación y difusión que ofrece servicios de asesoría y consultoría en temas afines para el sector social, educativo y empresarial [1].
– Reducir. Disminuir o simplificar el consumo de los productos directos.
– Reutilizar. Volver a utilizar las cosas y darles la mayor utilidad posible antes de que llegue la hora de deshacernos de ellas. Esto disminuye directamente el volumen de la basura.
– Reciclar. Someter los materiales a un proceso en el cual se puedan volver a utilizar, evitando la necesidad de utilizar nuevos materiales.
Calentamiento global
De acuerdo con la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el cambio climático se refiere a los cambios a largo plazo de las temperaturas y los patrones climáticos. Estos cambios pueden ser naturales, por ejemplo, a través de las variaciones del ciclo solar. Pero desde el siglo XIX, las actividades humanas han sido el principal motor del cambio climático, debido principalmente a la quema de combustibles fósiles [2]. La principal causa del cambio climático es el calentamiento global y tiene múltiples consecuencias negativas en los sistemas físicos, biológicos y humanos.
La temperatura media del planeta aumente al verse afectada por la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera ya que retiene más calor del que se disipa al exterior. Estos gases emitidos aumentan como consecuencia de las actividades del ser humano. En la Figura 1 se muestra la temperatura del planeta en diferentes años de nuestra era [3]. Según los últimos informes de la ONU, miles de científicos y revisores gubernamentales coincidieron en que limitar el aumento de la temperatura global a no más de 1.5 °C ayudaría a evitar los peores impactos climáticos y a mantener un clima habitable. Sin embargo, las políticas actuales apuntan a un aumento de la temperatura de 2.8 °C para finales de siglo [2].
Existe otro término con relación a la industria del vestido, tema principal de este escrito: Moda sustentable. Se puede encontrar en una página del gobierno y la verdad es reconfortante saber que es un tema que se aborda en páginas oficiales. Eso indica que ya lo consideran en las agendas políticas.
Moda sustentable o sostenible
Es aquella que aboga por la reducción de los recursos necesarios para la producción y la reutilización de los mismos en prendas de vestir y complementos que cumplan criterios de respeto por el medio ambiente y con materiales naturales u orgánicos. [4]
Existe a la fecha un amplio catálogo de tiendas de moda sustentable y bazares que se dedican a reunir a estas emprendedoras que creen en la moda sustentable. Es un fenómeno a nivel mundial. En la Figura 2 se muestra una de estas tiendas.
La industria textil es un sector que utiliza grandes cantidades de agua y es una de las que genera mayor contaminación. Esta industria genera el 20% del total de las aguas residuales del planeta. Además, genera una gran cantidad de basura, ya que un alto porcentaje de las fibras son incineradas y, tristemente, arrojadas a vertederos.
Las sociedades del mundo siempre han producido residuos, pero es ahora, en la sociedad de consumo, cuando el volumen de las basuras ha crecido de forma desorbitada. Además, se ha incrementado su toxicidad hasta convertirse en un gravísimo problema.
La llamada “fast fashion” ha incrementado este problema ya que existen algunas marcas que lanzan una enorme cantidad de colecciones anualmente. Estas colecciones y prendas de “precios bajos” son producto de la necesidad creciente entre los consumidores, quienes tienen que estrenar lo último de los aparadores de estas marcas. De acuerdo con Bloomberg, en Estados Unidos, cada ciudadano desecha al año una cantidad de ropa equivalente a 70 pares de pantalones. Suena a un enorme desperdicio, pero también señala que uno de cada tres británicos considera que una prenda está vieja después de usarla solo una o dos veces.
Lo importante es que al menos ya se conoce lo que está pasando. ¿Cuántos años se tardó la humanidad en aceptar que quemar combustibles fósiles estaba contribuyendo al cambio climático? Como dicen, aceptar el problema es lo primero, ahora hay que buscarle solución. Reciclar la ropa es un buen inicio. Existen personas de varias generaciones que se preocupan por el futuro. Acostumbran a reciclar, guardan y llevar a los contenedores aquellos residuos que posteriormente pueden convertirse en nuevos productos y utilizarse de nuevo. Con esto contribuyen al desuso de materiales y reducen los consumos de agua y energía que se usarían en fabricarlos.
La esperanza está puesta en estas nuevas generaciones que tienen conciencia sobre lo que se le ha hecho al planeta Tierra y quieren evitar continuar con los malos hábitos para buscar mejorar el medio ambiente en el futuro. Algunas personas están en la transición. Ya juntan algunos materiales para llevarlos a contenedores especiales como lo es el PET, (polietilentereftalato para los conocedores). El PET es un polímero o plástico producido a grandes escalas para diferentes usos, pero el principal y más conocido es en la industria alimentaria para contener algunos productos, principalmente refrescos y agua embotellada. Este material es reciclable y existen muchas industrias que se dedican a este proceso. Así que no lo tiren a la basura. Es mejor llevarlo a un punto de recolección al igual que los botes de aluminio, el papel y cartón. Si se empieza hoy mismo en casa en una familia, los hijos verán esto como una acción cotidiana y para los hijos de los hijos, serán actividades regulares.
Además, cada vez más personas compran su vestimenta en los bazares de ropa de segunda mano. Esperemos que cada vez existan menos prejuicios para comprar en estos lugares y que se haga habitual intercambiar la ropa con las amigas y familiares no solamente porque se ha heredado, sino por el deseo de cuidar al planeta. ¿Y ustedes? Después de leer esto, ¿van a empezar a reciclar en casa y a comprar ropa de segunda mano? Ojalá que sí.
Referencias:
[1] Responsabilidad Social Empresarial y Sostenibilidad
[2] Naciones Unidas – Acción por el clima
[3] Acciona – Canbio climático
[4] Gobierno de México – Moda sostenible
Sobre la autora: Norma Flores-Holguín es investigadora en el Departamento de Medio Ambiente y Energía del CIMAV (CONAHCYT, México)