
En 1783 el científico, filósofo y sacerdote británico John Michel, tras analizar la teorías gravitacionales de Newton y el concepto de velocidad de escape, envió un artículo a la Royal Society donde exponía que un cuerpo con una gran densidad poseería una velocidad de escape igual a la velocidad de la luz y por tanto sería invisible. Unos años más tarde, en 1796, el matemático francés Pierre-Simon Laplace llegó a las mismas conclusiones en su libro «Exposition du Systeme du Monde». La llegada de relatividad de Einstein despejó muchas dudas sobre esta polémica idea y confirmó que la interacción entre luz y gravedad hace que un cuerpo muy masivo sea capaz de atrapar todo lo que pase su horizonte de sucesos, incluyendo la luz. Sin embargo, tuvieron que pasar más de dos siglos desde el nacimiento de esa hipótesis hasta que, en abril de 2019, el Consorcio internacional de telescopios EHT (Event Horizon Telescope) anunció que habíamos conseguido evidencias directas de un agujero negro. Se trata enorme objeto localizado en la galaxia Messier 87, situado a 55 millones de años luz de la Tierra y con una masa aproximada de 6600 millones soles. Por supuesto, la imagen no se corresponde directamente con el agujero negro, un fenómeno tan masivo que ni la luz puede escapar, sino que muestra el entorno de materia, plasma y radiación en su horizonte de sucesos. La región oscura central es la sombra del agujero negro, mientras que el anillo de luz que lo rodea representa la ingente cantidad de materia en el borde, moviéndose a velocidades cercanas a la luz.
Era la primera imagen real y directa de un agujero negro y su presentación se convirtió en uno de los eventos científicos más mediáticos de los últimos tiempos, con siete ruedas de prensa simultáneas desde varios países. Desde entonces han pasado algo más de seis años y, aunque se han vuelto a publicar imágenes más claras o con mayor definición del agujero de Messier 87, no hemos tenido demasiadas novedades o avances en este campo. Los agujeros negros no solo se han convertido en uno de los mayores desafíos a nuestro actual conocimiento del Universo, sino que representan además un enorme reto para nuestras capacidades tecnológicas e instrumentos de observación.
Sin embargo, esta semana hemos tenido novedades fascinantes cuando un equipo internacional de astrónomos ha logrado capturar el momento en el que un agujero negro devora a una incauta estrella que pasó demasiado cerca.

La historia de esta fotografía comienza en 2024 cuando los astrofísicos de la Instalación Transitoria Zwicky, detectaron un evento inusual. Este equipo de observación se centra en cambios rápidos en el cielo, como objetos que brillan repentinamente o, al contrario, cualquier cosa que se apague de repente, pero en aquel momento, el sistema automático del Zwicky Transient Facility no logró identificar de qué se trataba. Ahora, un año más tarde, han anunciado que se trata del primera imagen de un evento de disrupción de marea (EDM), es decir, una estrella es destrozada por un agujero negro supermasivo y han logrado captarlo en diferentes longitudes de ondas, incluida la visible.
Tras la detección los científicos se pusieron en contacto con diferentes observatorios y telescopios para investigar el evento al que denominaron AT2024tvd y realizaron un seguimiento en longitudes de onda que abarcan desde rayos X (con el Observatorio de Rayos X Chandra), ondas de radio (con los radiotelescopios del Very Large Array) y en visible con el Telescopio Espacial Hubble. Todos estos ojos en el cielo pudieron distinguir el objeto que había brillado repentinamente en el cielo y que corresponde con un agujero negro que «actualmente se está alimentando de materia».

Todas las observaciones, y gracias al trabajo en conjunto de los diferentes observatorios, indican que se trata de un evento de disrupción de marea (EDM) en el que AT2024tvd está «espaguetizando» una estrella cercana. Por ejemplo, «el evento mantuvo una alta temperatura durante las observaciones, a diferencia de una supernova que tiende a enfriarse con el tiempo. También se observaron menos rayos X de alta energía de lo que cabría esperar de una supernova. El espectro UV también se asemejaba a los eventos de disrupción de marea previamente identificados, con la firma de elementos como el carbono y el nitrógeno, que no requieren una supernova para su formación».
La intensa gravedad de este objeto supermasivo está devorando una estrella en un proceso que lleva un curioso nombre, espaguetización, ya que la materia de la estrella se estira y se desgarra en las proximidades del agujero negro.

Otro dato fascinante es que, según la web oficial de NASA, el evento está sucediendo en una galaxia «ubicada a 600 millones de años luz de distancia y alberga la señal reveladora de un agujero negro supermasivo itinerante». Normalmente, los agujeros negros supermasivos se encuentran en el centro de las galaxias pero, en este caso no… marcando el primer caso conocido de un evento de disrupción de marea lejos del centro galáctico.
Precisamente, es este festín que AT2024tvd se está dando con la estrella la razón principal por la que hemos podido detectarlo. Los agujeros negros son realmente difíciles de detectar cuando permanecen «inactivos» y solo se muestran cuando consumen estrellas o nubes de gas cercanas, produciendo el breve y repentino destello de luz que los astrofísicos pudieron captar.
Referencias científicas y más información:
Yao, Yuhan, et al. «A Massive Black Hole 0.8 kpc from the Host Nucleus Revealed by the Offset Tidal Disruption Event AT2024tvd» ArXiv (2025) DOI:arXiv:2502.17661
Sharmila Kuthunur «Hubble Telescope sees wandering black hole slurping up stellar spaghetti» Space.com (2025)
John Timmer «A star has been destroyed by a wandering supermassive black hole» ArsTechnica (2025)
Sobre el autor: Javier «Irreductible» Peláez es escritor y comunicador científico multimedia. Es ganador de tres premios Bitácoras, un premio Prisma a la mejor web de divulgación científica y un Premio Ondas al mejor programa de radio digital.