Llegados los treinta y camino de los cuarenta a algunas mujeres se les dispara el reloj biológico y su instinto maternal sale a la luz. Tal debe ser este efecto que a ojos del resto parece que sólo las mujeres en esa franja de edad tienen reloj biológico; pero no. Todas las personas tenemos uno y, además, durante toda nuestra vida. Se trata de un mecanismo del que dispone nuestro cerebro, situado en el hipotálamo, y que permite medir el tiempo. Es del tamaño de un grano de arroz y diariamente es el encargado de programar nuestras actividades tanto intelectuales como fisiológicas o de comportamiento. Lo hace a lo largo de 24 horas, generando ritmos que suelen coincidir con los cambios luz-oscuridad o sueño- vigilia y a los que se denomina circadianos. La cronobiología, que es la ciencia que estudia este campo de la fisiología, ha tenido grandes avances en los últimos años y ha demostrado que tener en hora nuestro reloj biológico es más importante de lo que parece. Una alteración de su horario, lo que se conoce como cronodisrupción, puede acarrear graves problemas de insomnio, obesidad, diabetes tipo 2 o envejecimiento prematuro, entre otros.
En realidad, poner el reloj biológico en hora es bastante sencillo, basta con seguir unas rutinas: dormir entre seis y ocho horas, dieta saludable, ejercicio físico, etc.; pero la palabra clave es rutina. Los expertos recomiendan ir a dormir siempre a la misma hora, hacer las comidas diarias a la misma hora, hacer ejercicio a la misma hora, es decir, cada uno cuando más le guste pero generando patrones. Es por esto que las personas que trabajan a turnos suelen ser propensas a padecer cronodisrupción y, por tanto, problemas derivados de la misma.
Las rutinas llevan a que el organismo se organice en torno a ellas y esté preparado para segregar unas determinadas hormonas en cada momento del día por lo que si cada semana se cambian, el cuerpo ‘se vuelve loco’. Cabe señalar que tener una vida rutinaria no tiene por qué ser sinónimo de aburrimiento, de vez en cuando se pueden cambiar los hábitos pero si en el día a día se mantiene un orden todo funciona mejor. De hecho, la ciencia ha comprobado que quienes desean perder peso y se someten a un tratamiento de adelgazamiento, obtienen mejores resultados si comen antes de las tres de la tarde y cenan antes de las nueve de la noche.
Por otro lado, en un ámbito de tanto interés como es el del cáncer, se sabe que el horario en que se administra un tratamiento de quimioterapia a un paciente influye en el éxito del mismo. No hay que olvidar que el reloj biológico controla la segregación de determinadas hormonas las cuales pueden interactuar con los tratamientos médicos. A esta técnica de controlar el momento del día en que se administra un tratamiento se le conoce como cronoterapia. En el caso del cáncer se cree que la división celular que da pie a la formación de tumores sigue un ritmo circadiano y no sucede igual en cualquier hora del día. Por otro lado, el empleo indiscriminado de quimioterapia paga siempre el precio de un daño sobre los tejidos sanos. La clave, según los expertos, está en determinar en qué momento del día las células normales son menos sensibles para aplicar la quimioterapia precisamente cuando la división celular es más lenta en ámbitos como los de la médula ósea y el intestino.
Aunque no sólo es útil en ese caso tan extremo sino que se ha comprobado, por ejemplo, que anticoagular con heparina durante la noche es más eficaz que durante el día, debiendo adaptar, en consecuencia, las dosis de pauta. Así mismo, una pastilla de ácido acetilsalicílico permanece más tiempo en el cuerpo si se toma hacia las siete de la mañana que si se ingiere por la tarde.
También las enfermedades son sensibles a los biorritmos. Los ataques de asma son siempre más insidiosos de madrugada, y los ritmos circadianos condicionan el empleo de nuevos broncodilatadores para facilitar la respiración óptima del enfermo. Algunos expertos han observado que administrar una sola dosis de estos fármacos antes de acostarse es más efectivo que en varias aplicaciones diurnas. De este modo, se disminuye también de forma evidente el riesgo de efectos secundarios.
Es interesante mencionar que a lo largo de la vida el sistema circadiano se va adaptando pero a medida que nuestro organismo envejece, envejecen todos los sistemas que lo componen y el reloj biológico no es ninguna excepción. Su deterioro se manifiesta significativamente en la vida diaria del individuo y se observan cambios como que el sueño se fragmenta, y personas que dormían durante toda la noche sin problema alguno, ahora se despiertan varias veces en mitad de la noche y, además, sienten la necesidad de dormir una o varias siestas. También disminuye la amplitud de los ritmos circadianos, fenómeno especialmente importante para el ritmo de melatonina, ya que esta hormona se encarga de llevar la señal temporal procedente del sistema circadiano al resto del organismo. Y por último, se producen cambios de fase de los ritmos circadianos. Las personas mayores acusan especialmente estos cambios en el caso del ritmo de sueño-vigilia, ya que empiezan a tener sueño antes de su horario habitual, despertándose igualmente un par de horas antes de lo que hacían cuando eran más jóvenes. En definitiva, en nuestro interior hay un ‘tic, tac’ que necesita ser ajustado y aunque a veces nos recuerda que el tiempo no pasa en balde, está en nuestra mano que el mecanismo funcione correctamente durante mucho tiempo.
Referencias:
M Garaulet, P Gómez-Abellán, JJ Alburquerque-Béjar, Y-C Lee, JM Ordovás and FAJL Scheer. “Timing of food intake predicts weight loss effectiveness”. International Journal of Obesity 37, 604–611; doi:10.1038/ijo.2012.229
Ortiz-Tudela E, Lurisci I, Beau J, Karaboue A, Moreau T, Rol MA, Madrid JA, Lévi F, Innominato PF. “The circadian rest—activity rhythm, a potential safety pharmacology endpoint of cancer chemotherapy”. Int J Cancer. 2014 Jun 1:134(11):2717—25. doi:10.1002/ijc.28587
Elisabet Ortiz-Tudela, Antonio Martinez-Nicolas, Manuel Campos, María Ángeles Rol, Juan Antonio Madrid; «A New Integrated Variable Based on Thermometry, Actimetry and Body Position (TAP) to Evaluate Circadian System Status in Humans», PLOS Computacional Biology, 2010.
Sobre la autora: Maria José Moreno (@mariajo_moreno) es periodista