Legumbres

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Various_legumes

Todos sabemos que las alubias proceden de América y que fueron traídas a Europa por los europeos que colonizaron aquellas tierras. Pero resulta que en Eurasia ya se cultivaban alubias desde hacía miles de años. Sabemos que eso es así porque se hallan descritas en documentos antiquísimos, y además, porque se han encontrado en excavaciones arqueológicas. Los sumerios hace 5.000 años tenían una palabra para la alubia: lu. Esa palabra acabó convirtiéndose en lu-up-up. Después, hace unos 3.800 años, pasó al acadio como luppu. Los griegos la incorporaron a su vocabulario como lóbion (en nuestra grafía), que es el diminutivo de lóbos. En arameo lóbion pasó a lubya, y así la incorporaron los árabes, con el artículo: al-lubya.

Entonces ¿cómo es que unas plantas que ya se cultivaban en Eurasia desde hace miles de años fueron traídas de América por los conquistadores españoles? La respuesta es que las del continente americano y las cultivadas en Eurasia eran plantas diferentes. Las primeras pertenecen a la especie Phaseolus vulgaris y son las más extendidas por el Mundo. Y las segundas pertenecen a diferentes especies del género Vigna y, al parecer, se empezaron a cultivar hace miles de años en África Occidental. En la actualidad, las plantas de ese género se cultivan, sobre todo, en Asia y en América. En España se conocen desde antiguo y se siguen cultivando en Extremadura.

Lo curioso de ese ir y venir es que los botánicos dieron a las alubias procedentes de América el nombre latino de las que se cultivaban en Eurasia (Phaseolus), y a las de este lado del Atlántico las llamaron, arbitrariamente, Vigna. Las habas pertenecen a otra especie, Vicia faba, que se cultivaba en Eurasia antes también de que llegasen las alubias americanas. Por su semejanza con las procedentes de América los vascos las llamaron indabak (habas de las Indias, en Bizkaia) o babarrunak (habas lejanas, en Gipuzkoa).

Estas idas y venidas etimológicas y taxonómicas tienen, en cierto modo, algo que ver con la gran importancia que estas semillas han tenido, tienen y seguramente tendrán en el futuro para la alimentación humana. Y vienen al caso porque la ONU ha declarado 2016 Año Internacional de las Legumbres. Las legumbres son un alimento de un enorme valor nutricional. La facultad de las plantas leguminosas para captar el nitrógeno atmosférico y convertirlo en compuestos nitrogenados, proteínas principalmente, es lo que hace de ellas un alimento tan valioso. Contienen entre un 20% y un 25% de proteínas; son ricas en fibra, minerales y vitaminas del grupo B, y su contenido en grasas es muy bajo. Por su alto contenido proteico son muy valiosas en zonas en que las proteínas de origen animal son escasas. Y por el conjunto de sus características dietéticas son especialmente útiles como fuente de alimento para personas con diabetes y para quienes tienen niveles altos de colesterol.

No solamente se cultivan en el Mundo un buen número de legumbres de alto valor nutricional, como garbanzos, alubias, guisantes, lentejas o habas, sino que, además, hay numerosas variedades de cada especie. Eso hace que estén especialmente indicadas para su cultivo bajo condiciones ambientales muy dispares, también en zonas en las que otras plantas crecen con dificultad, posibilidad que se ve muy favorecida porque, además, cuentan con una notable diversidad genética.

Las legumbres tienen muchos otros rasgos de gran valor y esa es la razón por la que la ONU se ha propuesto promocionar su cultivo. Y es que los 9.000 millones de seres humanos que habitarán el Planeta a mediados de este siglo van a necesitar todas las legumbres que se puedan cultivar.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU


Este artículo fue publicado en la sección #con_ciencia del diario Deia el pasado 17 de enero.

1 comentario

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