Gripe A, cuatro años después

Investigación UPV/EHU

Imagen: NIH / Wikimedia Commons
Imagen: NIH / Wikimedia Commons

En la primavera y el verano de 2009, las noticias de los medios de comunicación sobre la denominada gripe A eran cada día que pasaba más frecuentes, alarmistas y agobiantes. El escenario que se pintaba era casi dantesco y las previsiones de las autoridades sanitarias apuntaban a una pandemia que segaría la vida de muchas decenas de miles de personas en todo el mundo.

Este es el párrafo con el que comienza la anotación de despedida de “Gripe A, ante todo mucha calma” una unión temporal de blogs creada en 2009 para combatir en la medida de sus posibilidades la espiral histérica creada en la población por los medios de comunicación. Ahora, pasados casi cuatro años de aquello, la pediatra Eider Oñate, de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del Hospital Universitario Donostia, ha presentado una tesis doctoral que analiza qué ocurrió y cómo se gestionó esta crisis provocada por el virus H1N1 en un territorio concreto, Guipúzcoa.

Oñate ha querido cuantificar el impacto de la pandemia en la población pediátrica de Guipúzcoa, tanto durante, como en las épocas anteriores y posteriores a la aparición y diseminación del virus H1N1. La investigación ha confirmado que la incidencia de este subtipo de la gripe influenza fue similar al de la gripe estacional, si bien los niños más mayores y los adultos jóvenes fueron los más afectados.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) decretó la «pandemia en curso» en junio de 2009 y se activaron en los hospitales una serie de protocolos que obligaban a estudiar a fondo todos los casos de niños sospechosos de estar infectados por la gripe A. La recogida de una información que en situaciones normales no se obtiene, ofreció la oportunidad de estudiar por primera vez, en un sistema sanitario organizado y con recursos para el diagnóstico viral, el impacto del nuevo virus en la población y en la asistencia sanitaria y su comportamiento clínico y epidemiológico. Se trataba además de un escenario que no se repetía desde 1968, fecha de la última pandemia gripal provocada por la aparición de una nueva cepa de virus influenza A.

La conclusión que se extrae del análisis de datos señala que la gripe A ocasionó mayoritariamente cuadros leves, incluso en pacientes pertenecientes a grupos de riesgo, y la mortalidad, como en la gripe no pandémica, fue baja y menor de lo esperada. A pesar de ello, el estudio ha constatado también, comparando datos anteriores y posteriores a la pandemia, que se produjo un sustancial aumento de las consultas en los servicios de urgencias y un incremento de las hospitalizaciones. «La alarma social tuvo mucho que ver», confiesa Oñate. «No solo cambió la actitud de la población, sino también la práctica clínica habitual de los médicos pediatras». Así, continúa Oñate, al tratar, por ejemplo, un niño asmático con gripe A se actuaba de modo diferente, sin basarse tanto en la clínica. Habitualmente, un niño con asma y gripe común sin ninguna dificultad respiratoria se manda a casa, pero durante la pandemia lo habitual fue el ingreso preventivo.

Al margen de polémicas sobre si la magnitud real de la crisis se vio distorsionada por factores externos al ámbito sanitario, Oñate recalca que la experiencia adquirida tras la primera pandemia del siglo XXI por el virus de la gripe A H1N1 pandémica, permitirá establecer nuevas estrategias diagnóstico-terapéuticas en los próximos años. Primero, no dejarse llevar por la alarma. Asimismo, habría que revisar y valorar a la luz de la nueva experiencia las estrategias de uso de los antivirales, de eficacia demostrada solo en situaciones puntuales. A nivel práctico sería necesario disponer de métodos de diagnóstico rápido suficientemente sensibles y fiables para detectar la gripe, lo que evitaría pruebas agresivas.

La historia demuestra que, tarde o temprano, se producirá otra pandemia. «Nadie sabe cuándo se va a volver a producir, pero ahora estamos mejor preparados», declara la pediatra, pero advierte. «Sí, puede producirse una tan virulenta como la de 1918. En esas situaciones hay que impedir el contagio y evitar la diseminación». La pediatra señala Asia como posible foco donde surja y subraya la importancia de la red de vigilancia mundial para detectar a tiempo la aparición de nuevas cepas. «No hay que tener miedo a la gripe, pero sí es importante que las personas en quienes esté indicado se vacunen».

Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa

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