Este texto de Eduardo Ruiz Hitzky apareció originalmente en el número 13 (2013) de la revista CIC Network y lo reproducimos en su integridad por su interés.
José María Serratosa, profesor de investigación emérito del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), falleció en Madrid el pasado 22 de noviembre de 2012 a la edad de 88 años. Fue un ilustre científico español que sumó a sus reconocidas labores de investigación su excepcional iniciativa y capacidad de gestión, jugando un papel fundamental en el desarrollo de la Ciencia y Tecnología de Materiales en el CSIC y en España.
Nacido en Ronda, ciudad que le reconoció en 1999 como hijo predilecto, cursó en los difíciles años de la posguerra civil española los estudios de Ciencias Químicas en la Universidad de Granada alcanzando el título de licenciado en 1946. Grandes maestros tuvo en esta Universidad, según comentaba él mismo, en la que, entre otros, conoció al profesor Enrique Gutiérrez Ríos, quien posteriormente fue rector de la Universidad Complutense (UCM) y presidente del CSIC. Desempeñó funciones de profesor ayudante en la Universidad de Granada entre 1947 y 1948, iniciando ya actividades de investigación sobre arcillas que le llevaron finalmente a obtener en 1953 el grado de doctor por la UCM.
Siempre defendió la imperiosa necesidad que el investigador científico debe tener en conocer distintos equipos de trabajo y especialmente de realizar estancias en centros extranjeros. En aquellos tiempos difíciles en España para salir al exterior, existía sin embargo una ventajosa apertura excepcionalmente permitida a profesores y científicos españoles, que por fortuna no dejó aislados a investigadores vocacionales como él. Disfrutó en 1952 de su primera experiencia en el extranjero como joven becario en la Universidad de Utrecht, en Holanda, donde trabajó bajo la dirección del profesor J.Th. Overbeek, una autoridad en teoría y estabilidad de sistemas coloidales. Las arcillas formadoras de coloides fueron una temática que no abandonó a lo largo de su dilatada carrera investigadora. En su tesis doctoral estudió las propiedades de hinchamiento y la compresibilidad de geles de una arcilla de referencia, la montmorillonita, llegando a la conclusión de que es uno de los primeros ejemplos en que la teoría DLVO (Dejarguin-Landau-Verwey-Overbeek) puede ser aplicada para comprender los mecanismos de expansión e hinchamiento en medio acuoso de las arcillas de tipo laminar.
Tras su tesis, nombrado colaborador científico del CSIC en 1953, prosigue sus tareas investigadoras en arcillas y, en 1956, se traslada como becario posdoctoral al departamento de Química-Física de la Universidad de Illinois. Inicia de esta manera su primera estancia en Estados Unidos, país al que siempre admiró por su decidido apoyo a la investigación científica y a la enseñanza. En Illinois, donde desempeñó también el cargo de Special Associate Chemist del Illinois Geological Survey entre 1957 y 1958, investigó junto al profesor W.F. Bradley, uno de los más reconocidos investigadores en arcillas, aplicando de forma pionera la espectroscopía infrarroja a la caracterización estructural de silicatos laminares. En este campo, sus primeras publicaciones aparecieron en revistas de gran prestigio, incluida Nature mostrando la utilidad de esta técnica espectroscópica en la determinación de la orientación de los grupos hidroxilos de los filosilicatos.
Prácticamente todos sus trabajos fueron publicados en inglés, estuviera investigando en Estados Unidos o en España, en una época en que los científicos de nuestro país habitualmente publicaban en castellano. Ello, junto a la calidad de sus trabajos, contribuyó decisivamente a su rápido reconocimiento y prestigio internacional que se mantuvo durante toda su dilatada carrera.
A su regreso a España, aunque todavía no definitivamente, ya promovido a Investigador Científico del CSIC, prosiguió su actividad en Madrid entre 1958 y 1964 vinculado a un departamento centrado en el estudio de la físico-química del suelo perteneciente al Instituto de Edafología creado y dirigido por José María Albareda. En esta época convivió con personajes como Vicente Aleixandre Ferrandis, y con investigadores dedicados a los silicatos desde el punto de vista de los materiales cerámicos, como Antonio García Verduch y Demetrio Álvarez-Estrada. Pero muy especialmente influyó en él, no solo en la época a que hacemos referencia, sino a lo largo de toda su carrera profesional, la figura de Salvador de Aza, quien fue su gran amigo y compañero en el CSIC durante muchos años. Este, de quien siempre dijo que “era un sabio”, fue, al igual que él, un gran luchador tanto en el terreno de la ciencia como en el de la gestión científica, dejando ambos un fantástico legado a su institución, el CSIC.
En este período, su trabajo de investigación se centró en la aplicación de la espectroscopía infrarroja al conocimiento estructural de las arcillas, estando adscrito al Instituto de Edafología. Este centro que hace referencia al estudio de suelos y que realmente recibió diversos nombres asociando al mismo la fisiología o la biología vegetal, es actualmente el Instituto de Ciencias Agrarias del CSIC y está situado en el área que hoy se conoce como «Campus de Serrano» o antiguamente la «colina de los chopos», donde se edificaron los antiguos centros de la Junta de Ampliación de Estudios (JAE) y la Residencia de Estudiantes, creándose posteriormente los servicios administrativos centrales del CSIC, sede de la presidencia, y otros institutos de investigación más modernos. Este campus de la madrileña calle de Serrano, que jugó un papel muy activo en la ciencia y la cultura españolas, representó un excelente caldo de cultivo para un investigador inquieto como Serratosa. Desde el punto de vista exclusivamente científico facilitó su interacción con otros investigadores ubicados en la proximidad, fomentando, por ejemplo, la colaboración sobre espectroscopía infrarroja con Antonio Hidalgo y otros investigadores adscritos al Instituto de Óptica y Espectroscopía Daza de Valdés. Fruto de esta colaboración son los importantes avances en la ciencia de las arcillas del tipo de la caolinita y de las cloritas, ambos trabajos publicados en Nature. Pero este campus, en una persona abierta como era él, tuvo el añadido de facilitar el enriquecedor contacto con científicos de áreas de conocimiento diversas, lo que años más tarde, sin abandonar nunca su carrera científica, le llevaría a asumir en él decisivas responsabilidades de gestión.
Volvió a Estados Unidos en 1964, concretamente a Austin, como profesor asociado en la Universidad de Texas, donde permaneció hasta 1968. En 1966 realizó una estancia como investigador científico visitante en la Universidad de Washington, en San Luis (Missouri). Fue esta una etapa muy brillante en su carrera científica, donde nuevamente aplicó la espectroscopía infrarroja al estudio de las arcillas. En este caso fueron pioneros sus estudios sobre la disposición y la orientación de especies orgánicas moleculares como la piridina o el benzonitrilo intercalados en silicatos de estructura laminar. Su aportación en la comprensión de los mecanismos básicos de interacción arcilla-compuestos orgánicos localizados en los espacios interlaminares, de gran trascendencia aplicativa, ha sido considerada por la comunidad científica internacional como uno de los más destacados logros de Serratosa.
Ya de regreso definitivo en España, continuó su carrera en el CSIC, prosiguiendo su trabajo en el Instituto de Edafología y Biología Vegetal. En 1970 ganó la oposición a profesor de investigación haciéndose cargo de la Sección de Físico-Química de arcillas, que más adelante, gracias a su empeño, se transformaría en un grupo independiente y posteriormente en el Instituto de Físico-Química Mineral, a su vez germen como Sede C del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid. Durante la larga época pasada bajo distintas configuraciones administrativas en el Campus de Serrano, un número importante de becarios, técnicos, administrativos e investigadores como José A. Rausell-Colom, Covadonga Rodríguez, Teófilo Fernández-Álvarez, M. Ángeles Muro, Teresa Miranda, José A. Martín-Rubí, Martín Fernández Marisol Hernández, Amparo Mifsud, Vicente Fornés, Teresita González, Carlos Serna, Jesús Sanz, Miguel Gregorkiewitz, Blanca Casal, José M. Rojo, Tomás García, Ana M. Dotor, Santiago Alcolea, Carlos Herrero, Isabel Sobrados, Antonio Aznar, Carlos Alonso, Manuel Ocaña, José M. Amarilla, Rafael Ramírez, Pilar Aranda, David Levy, Puerto Morales, entre otros, incluido el firmante de este artículo, trabajó bajo la dirección de Serratosa. Eugenio Iglesias, con quien había entablado una gran amistad en la Universidad de Texas en Austin, se incorporó al grupo a principios de los años 1980 y posteriormente se hizo cargo de la dirección del Instituto de Físico-Química Mineral, por una grave enfermedad que apartó temporalmente a Serratosa de sus habituales tareas.
Su actividad investigadora no solo se centró en las arcillas de tipo laminar, sino que también impulsó la investigación básica sobre la físicoquímica de las arcillas fibrosas, principalmente sepiolita, un silicato de especial relevancia en España donde hay grandes yacimientos de este mineral que tiene gran importancia industrial. En este sentido, Teófilo Fernández, Carlos Serna, Blanca Casal y otros científicos entre los que me encuentro yo mismo, tuvimos la suerte de colaborar con Serratosa situando al grupo de investigación en primera línea en este tema. Igualmente debe destacarse su labor pionera en la aplicación de la espectroscopía de resonancia magnética nuclear (RMN) de estado sólido en la caracterización de silicatos. Junto a Jesús Sanz creó uno de los grupos de referencia nacional e internacional en la aplicación de esta técnica de espectroscopía no solo a silicatos sino a otros sólidos de naturaleza diversa, incluidos catalizadores de interés industrial. Destacan los resultados pioneros sobre orden-desorden en la distribución de cationes en silicatos obtenidos por aplicación de la rmn de sólidos. Carlos Herrero, igualmente colaboró en la aplicación de esta técnica, recibiendo en Denver el premio Bradley (1985) por sus trabajos sobre la distribución y movilidad del agua localizada en el espacio interlaminar del silicato vermiculita.
Uno de sus lemas favoritos hacía referencia a la «investigación de excelencia», que pensaba debía alcanzarse empleando lo que hoy día definimos como “internacionalización de los grupos de investigación”, es decir proclamando la necesidad de intercambio de científicos a nivel internacional, la participación en reuniones científicas y la organización de congresos del máximo nivel, la publicación en revistas de alto impacto, etc. Tuvo la gran visión de formar un equipo de investigación seleccionando personalmente a los candidatos a los cuales repartió por los centros extranjeros que pensó que en ese momento más podrían aportar a la formación pre- o post-doctoral de los jóvenes de su grupo. El regreso de estos, al inicio de la transición española, chocó en general con grandes dificultades para su integración en el CSIC dada la pertinaz escasez de plazas, pero Serratosa siempre tuvo ánimos para todo y para todos, moviéndose cuanto le fue posible por recuperar y mantener a su gente dentro del equipo.
Su actividad a nivel internacional fue determinante en el impulso en campos de investigación sobre arcillas, e igualmente sobre espectroscopía, impulsando la organización en Madrid de importantes congresos como la 4th International Clay Conference en 1972 y el XVII European Congress on Molecular Spectroscopy en 1985. Junto con el Profesor J. J. Fripiat, organizó dos reuniones hispano-belgas sobre arcillas con la participación de eminentes científicos de otros varios países (Estados Unidos, Francia, Alemania, Gran Bretaña, Suiza, Italia, etc.) que se celebraron respectivamente en España (Madrid, 1970) y en Bélgica (Lovaina, 1971). Esta última reunión fue considerada como la primera reunión de grupos europeos de arcilla, que más tarde fueron integrados en la denominada Asociación Europea de Grupos de Arcillas (ECGA). Actualmente, estas reuniones han arraigado entre los científicos de la especialidad y prosiguen celebrándose cada cuatro años, siendo conocidas como Conferencias EUROCLAY, de gran reputación internacional.
Como anteriormente se avanzó, su inquietud iba más allá de mantenerse encerrado en su laboratorio, por lo que además de ejercer como un investigador prestigioso, dedicó con entusiasmo su dilatada actividad también a tareas de gestión. En el organigrama del CSIC de los años 1970, la División de Ciencias Matemáticas, Médicas y de la Naturaleza constituía una parte muy importante del CSIC, incluyendo los Patronatos Santiago Ramón y Cajal, de Ciencias Médicas, Alonso de Herrera, de Ciencias Naturales y Agrícolas, y Alfonso el Sabio, de Ciencias Matemáticas y Físicas. Fue director de dicha división entre 1973 y 1976 siendo responsable de la programación científica de este organismo. Nombrado en 1976 subdirector general de Política Científica en el primer gobierno de la UCD, fue el principal responsable de la elaboración del reglamento del CSIC que fue aprobado en 1978, dando en ese momento un paso de gigante que contribuyó a la modernización y relanzamiento de la institución. Este reglamento realmente sentó las bases de la programación científica en el CSIC y se mantuvo vigente durante muchos años, hasta la aprobación de la Ley de la Ciencia.
Atendiendo a las tendencias a nivel internacional sobre la Ciencia y Tecnología de Materiales, logró que fuera reconocida en el CSIC, y en general en España, como un área prioritaria de investigación, coordinando entre 1985 y 1987 el denominado Programa Movilizador de Ciencia de Materiales. El Comité, nombrado por el CSIC en 1985, incluía además de Serratosa a cuatro investigadores del CSIC: Salvador de Aza, Antonio Bello, José María López-Sancho y Carlos Miravitlles, y a otros miembros de universidades (Rafael Alcalá, Jaime Casabó, José Manuel Martínez-Duart , Guillermo Munuera) y del Ministerio de Industria (Alejandro Fernández). Entre otras acciones se crearon en el CSIC cuatro nuevos institutos dedicados a la Ciencia de Materiales en Barcelona, Madrid, Sevilla y Zaragoza, los dos últimos centros mixtos Universidad-CSIC, los cuales fueron adscritos a esta nueva área. Como el propio Serratosa publicó recientemente (ARBOR CLXXXIII 727, septiembre-octubre, 687-704, 2007), dicho Plan Movilizador incluía otras importantes actividades, estableciendo que la financiación de proyectos de investigación en Ciencia de Materiales se efectuaría en tres niveles: 1) el Programa Sectorial del CSIC, 2) el Programa Nacional de Investigación Científica y Desarrollo Tecnológico, y 3) el Programa Marco de la Comunidad Europea. Pueden atribuirse a estas acciones, el que se haya logrado en España un importante aumento de la producción científica en dicha área de conocimiento, como lo prueba el número y calidad de trabajos publicados en revistas internacionales en ciencia de materiales en los últimos 25 años.
Por su iniciativa, gracias a su tesón y perseverancia, el Instituto de Físico- Química Mineral se fusionó a otros tres institutos del CSIC llevando a la creación del Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid (ICMM). El ICMM es hoy día un centro de investigación de reconocido prestigio internacional, alojando alrededor de 450 personas, incluyendo más de un centenar de investigadores permanentes. Fue el primer director del ICMM entre 1986 y 1990, fecha en que fue nombrado profesor de investigación emérito y director honorario de este instituto. Aún con sorprendentes dificultades para conseguir en él un lugar de trabajo -según sus propias palabras, su despacho era la biblioteca, un lugar magnífico por el espacio disponible y la tranquilidad reinante- ha seguido acudiendo asiduamente hasta prácticamente su fallecimiento. Siempre disponía de tiempo para conversar con los investigadores a quienes dirigía palabras de ánimo ante las adversidades, aunque no falto de críticas a veces ácidas ante la ineficiencia o la mala gestión, su enemigo permanente.
A pesar de todo, nunca dejó de ser una persona activa y compaginó diversas tareas con gran entusiasmo. Probablemente una de las tareas más atractivas que tuve el honor de compartir con él fue la coordinación del programa de la Unión Europea (UE) denominado Peace Campus, a la paz a través de la ciencia entre 1993 y 1995. Siempre estuvo muy orgulloso de participar en uno de los proyectos de investigación incluidos en ese programa, establecido en 1993 por la Unión Europea después de las conferencias de paz de Oslo y Madrid. El objetivo general de los programas de paz de la UE fue contribuir al establecimiento de la paz en la región de Oriente Medio, mediante el fomento de la interacción personal e intelectual entre científicos de la región gracias a proyectos de I+D en áreas de interés común. Científicos de Egipto, Palestina, Alemania, Israel, Jordania y España participaron en el mencionado proyecto. Serratosa destacó a menudo que un éxito del programa fue la oportunidad de que un palestino (Dr. El Nahal), por primera vez, obtuviera el título de doctor en la Universidad Hebrea de Jerusalén.
Autor de más de cien publicaciones, muchos de sus artículos -como ya se ha indicado- han aparecido en revistas de alto impacto como Nature, JACS o Journal of Physical Chemistry. La comunidad científica internacional ha reconocido su éxito en la investigación, siendo nombrado en Tokio (2005) Fellow de la AIPEA (Association Internationale pour l’Étude des Argiles) y premiado en 2010 con el Marilyn & Sturges W. Bailey Award, la mas alta distinción de la Clay Minerals Society (CMS) de Estados Unidos. Miembro fundador y presidente de la Sociedad Española de Arcillas (SEA) entre 1974 y 1979, presidente del Comité Español de Espectroscopía (CEDE) de la Sociedad Española de Óptica durante los años 1983-85, y vicepresidente y presidente de la AIPEA (1981-1985 y 1989-1993, respectivamente), recibió el nombramiento de miembro honorario de la sea y del Grupo Francés de Arcillas (GFA). Científicamente activo hasta el final de sus días, dio sus últimas conferencias en 2010 en Sevilla en la celebración de un encuentro internacional sobre arcillas entre Estados Unidos, Japón y España (Trilateral Meeting on Clays) y en 2011 en Gramado (Brasil) en el XII Brazilian Congress of Geochemistry, donde fue especialmente invitado por los organizadores. Creo que los que tuvimos la suerte de conocer a Serratosa coincidimos en que fue ante todo una persona honesta, autoexigente y muy crítica hacia la ineficiencia y la mala gestión. Preocupado por la situación política y económica, consideraba que la investigación científica en España arrastraba varios lastres, con poco apoyo social, muy escasa dotación y bajísima implicación del sector empresarial. Igualmente, hacía referencia a la escasa exigencia a los investigadores para que, aún dentro de las limitaciones, desarrollasen una investigación de calidad.
Gustaba de disfrutar de la compañía de amigos y colegas y recuerdo con nostalgia nuestras reuniones frecuentes con amigos como Ramón Dios quien, en su casa del madrileño paseo de La Habana, organizaba para Serratosa y gente de su próximo entorno unas cenas ciertamente consistentes que alimentaban cuerpo y espíritu. Posteriormente, las frecuentes reuniones con Santiago Leguey, Salvador de Aza, Antonio Álvarez y José Casas, entre otros, servían para analizar y discutir, a veces con vehemencia, tanto sobre temas pasados como de actualidad. Pocos días antes de su fallecimiento, tuvimos la última reunión en nuestro sitio habitual, el restaurante El Goloso, cerca del ICMM, como siempre compartiendo inquietudes y escuchando sus razonamientos y atractivos puntos de vista. Siendo un hombre que dedicó su vida enteramente a la ciencia, José María Serratosa no descuidó a su familia a la que siempre estuvo muy unido, contando especialmente con el apoyo de su esposa Mercedes, centro de una familia numerosa cuyos hijos José, Cristina, Luis, y Rocío han seguido el ejemplo de Serratosa acerca del esfuerzo en la formación como punto necesario para alcanzar un desarrollo integral en la vida. Estoy convencido de que sus nietos, Elena, Luis, Paula, José María, Carlos, Daniel, Julia, Eduardo y Cristina, y otros futuros descendientes, cuando sean mayores entenderán con orgullo cómo personas como su abuelo han luchado toda su vida por mejorar esta sociedad.
Eduardo Ruiz Hitzky es doctor en Ciencias por la Universidad de Lovaina y Doctor en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense. Profesor de Investigación del CSIC, es líder de un grupo de investigación sobre materiales porosos, híbridos y biohíbridos nanoestructurados en el Instituto de Ciencia de Materiales de Madrid.
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por CIC Network
Tecnoloblog
Muy interesante. Recuerdo que en la carrera (Ingeniería Industrial) teníamos 3 asignaturas dedicadas a la ciencia y tecnología de los materiales. Pero nunca nos hablaron de José María Serratosa ni yo tuve la curiosidad de indagar más en la historia de la ciencia de los materiales.
Esta noche sin falta voy a coger el libro de introducción a la ciencia de los materiales a ver que encuentro, quien me lo iba a decir….
De estas asignaturas todo el mundo comentaba lo mismo, eran tremendamente aburridas en las aulas, no ´se si por culpa de los profesores o por dejadez nuestra. En cambio, las prácticas eran muy interesantes y entretenidas.