Los monstruos del sueño

Ciencia infusa

maupassant7

Yacía allí, congelado por el miedo más horrible, incapaz de mover siquiera mi mano, pensando que podía hacerlo, pero sin fuerza para desplazarla ni una pulgada hasta que el horrible hechizo quedara roto.

Francis Scott Fitgerald, «Los hermosos y malditos», 1922.

Por fin, debí caer en un sopor turbado por pesadillas, y al despertar lentamente de él —medio sumergido en sueños— abrí los ojos, y el cuarto antes iluminado por el sol, ahora estaba envuelto en la tiniebla exterior. Al momento sentí un golpe que me recorría todo el cuerpo: no se veía nada, ni se oía nada: pero parecía haber una mano sobrenatural en la mía. Yo tenía el brazo extendido sobre la colcha, y la innominable, inimaginable y silenciosa forma fantasmal a que pertenecía la mano, parecía sentada muy cerca, en el borde de mi cama. Durante lo que pareció siglos amontonados sobre siglos, me quedé así, congelado con los temores más espantosos, sin atreverme a retirar la mano, pero pensando que sólo con que pudiera removerla una pulgada, se rompería el horrendo hechizo. No supe cómo esta impresión se apartó por fin de mí, pero, al despertar por la mañana, lo recordé todo con un estremecimiento, y durante días y semanas después me perdí en enloquecedores intentos de explicar el misterio. Más aún, incluso en esta misma hora, muchas veces extravío en ello.

Herman Melville, «Moby Dick», 1851.

La parálisis del sueño es un periodo transitorio de incapacidad para el movimiento voluntario en el inicio del sueño o al despertar. No se puede realizar ninguna función muscular en ese período de tiempo entre el sueño y la vigilia. Es el despertar del miedo, del terror, de Freddy Krueger y de otras historias que nos asustan. Dura poco, unos minutos pero, en ese tiempo, el protagonista siente el terror, no puede moverse, ni hablar, ni abrir los ojos. Todo ello provoca ansiedad y angustia. Afecta, por lo menos una vez en la vida, al 60% de la población, con un 3%-6% que lo sufre de forma repetida. Las causas no se conocen con exactitud, aunque parece que siempre está implicado el estrés, con variantes según un mal horario de sueño, el jet-lag, cansancio,… Es un trastorno que está recogido en la Clasificación Internacional de Trastornos del Sueño. Hay aumentos de neurotransmisores como la glicina y otros que se sabe disminuyen la capacidad de respuesta motora provocando la parálisis típica.

Fritz_Schwimbeck_-_My_Dream,_My_Bad_Dream._1915

Lo que asusta a menudo se identifica con un “intruso”, alguien que no debería estar en la habitación, pero está, debajo de la cama o en el armario, y, además, es temible. Otras veces no solo está sino que toca o presiona a la víctima, en el pecho, le impide respirar y provoca dolor, y parece que llega la muerte. Y en esa típica parálisis muscular no se puede mover y defender y, sin embargo, cae, o flota o, incluso, vuela. Es habitual el relato de alguien, o algo, que se sienta sobre el pecho y no deja respirar y, según el entorno cultural, puede ser una bruja, un monstruo deforme, un espíritu malvado o, en los últimas décadas, un extraterrestre.

Hay, por tanto, presencia de otro, casi siempre amenazante, con visiones, ruidos y sensaciones táctiles, y dificultad para respirar. El terror que provoca lo describen el 98% de los que padecen algún episodio de parálisis del sueño.

Para conocer mejor las cifras de prevalencia, es decir, el porcentaje de individuos que sufren la parálisis del sueño, Brian Sharpless y Jacques Barber, de la Universidad Estatal de Pennsylvania y de la Universidad de Pennsylvania en Philadelphia, respectivamente, han publicado los resultados de un metaanálisis de lo que conocemos hasta ahora.

Después de la búsqueda en las bases de datos, con trabajos editados entre 1872 y 2010, encuentran 35 artículos que tratan de la parálisis del sueño con datos de prevalencia. En total se refieren a 36533 pacientes.

La prevalencia varía desde el 1.5% en un estudio en Estados Unidos, hasta el 100% de un trabajo con afroamericanos en 2008. En la población en general, aproximadamente 1 de cada 5 (el 20%) ha tenido un episodio de parálisis del sueño, también con porcentajes diferentes según cada grupo. Entre estudiantes, la prevalencia es del 28%, algo más de 1 de cada 4; en pacientes psiquiátricos llega al 32%, 1 de cada 3; y en pacientes con síndrome de pánico alcanza el 35%. En mujeres es del 19% y en hombres del 16%.

En un trabajo más reciente publicado en 2013, Eric Young y su grupo, de la Universidad de Wisconsin en Madison, cuentan que entre los hombres de la etnia Hmong, inmigrantes en Estados Unidos y procedentes del sur de China, Vietnam, Laos y Thailandia, hay una gran mortalidad debida a SUND, o Síndrome de Muerte Nocturna Inexplicada (en inglés, Sudden Unexplained Nocturnal Death Syndrome) sin que se conozcan sus causas.

Los Hmong cuentan que, en el sueño, reciben la visita de un monstruo espantoso, al que llaman Dab Tsog, que se sienta en su pecho y les impide respirar. Y creen que a muchos de ellos los mata. Es una experiencia que, según algunas encuestas, pasan por lo menos una vez en la vida cerca del 60% de los hombres Hmong. A Eric Young este relato le recuerda la parálisis del sueño y lo investiga en una muestra de 747 Hmong inmigrantes en Wisconsin.

El resultado apoya la relación entre la parálisis del sueño con la alta mortalidad por SUND a través de un relato con raíz cultural. Entre los Hmong, la parálisis del sueño tiene una prevalencia del 30%, muy superior al 3% de la población no Hmong de Wisconsin.

John_Henry_Fuseli_-_The_Nightmare

Esta relación entre tradición cultural y parálisis del sueño es habitual. Supone una interpretación diferente en cada cultura para un proceso fisiológico no explicado por la medicina. La primera descripción escrita de la parálisis del sueño, que sepamos, se debe a un médico holandés, Isbrand van Diemerbroek, y está fechada en 1674. Describe que el paciente siente un “Incubus” que se sienta en su pecho y le impide respirar. Y tres siglos después, entre los Hmong el relato de lo que les ocurre es prácticamente igual. Y en Terranova es el monstruo “Old Hag”, en la isla de Santa Lucia, en el Caribe, es Kokma… Ann Cox, de Richmond Hill, en Ontario, Canadá, ha revisado las publicaciones que mencionan esta relación cultural entre la pesadilla y las tradiciones culturales. Encuentra el origen en Lilith, demonio que ya se cita en Mesopotamia hace más de 4000 años, que aparece en la Biblia como “el monstruo de la noche” y, en la actualidad, las mujeres en Oriente todavía llevan amuletos contra Lilith cuando están embarazadas.

¿Y si el monstruo me atrapa por los pies con sus largos y pegajosos dedos?, pensaba Greta, y se hacía más pequeñita.
¿Y si el monstruos se mete como una sombra por debajo de la manta?, pensaba, y se colocaba la manta un poco más cerca del cuerpo.
¿Y si el monstruo sabe hacer magia y me quita la manta de repente?
-¡Debajo de mi cama hay un monstruo! – gritó Greta, mientras se metía entre las sábanas de su mamá.

Stefania Pfeil, “El monstruo de debajo de la cama de Greta”, 2015.

Referencias:

Cox, A.M. 2015. Sleep paralysis and folklore. Journal of the Royal Society of Medicine Open 6:1-4.

Iriarte, J. et al. 2005. Parasonmias: episodios anormales durante el sueño. Revista Médica de la Universidad de Navarra 49: 46-52.

Sharpless, B.A. & J.B. Barber. 2011. Lifetime prevalence rates of sleep paralysis: A systematic review. Sleep Medicine Reviews 15: 311-315.

Wikipedia. 2015. Parálisis del sueño. 25 octubre.

Young, E. et al. 2013. Unique sleep disorders profile of a population-based sample of 747 Hmong inmigrants in Wisconsin. Social Science and Medicine 79: 57-65.

Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.

8 comentarios

  • Avatar de enTropy

    Yo la he sufrido bastante a menudo, según temporadas y la verdad es que no se la deseo a nadie. En mi caso nunca he visto un monstruo o presencia explícitamente pero a veces si que me ha inundado la sensación de que hay alguien más en la habitación, acercándose o acechando o simplemente observándote. La sensación de ahogo es horrible pero gracias a haberla sufrido tantas veces uno se «acostumbra» y mantener la calma la hace más llevadera. También he desarrollado algún truquillo para «romperla» como, una vez calmado, concentrarse para arrastrar una pierna hasta el borde de la cama para así al caer la pierna provocar el despertar. Esto me cuesta minutos y solo es práctico si tienes una pierna más o menos cercana al borde… xD

    • Avatar de Ro

      Esa primera imagen es la que yo vi muchas veces en mis pesadillas, fueron muchas siempre las veía no sabía de qué se trataba pero es exactamente igual como lo vi, intentaba sacarte de mi encima y más presión hacia al querer ahorcarme y ese sonido tan fuerte y perturbador q cada vez que hacía fuerza para vencerte me doliera la cabeza, me acostumbre y aprendi a vencerte ya no le temía, ya pasaron mucho tiempo ya no apareció más gracias a Dios, pero ni vengas porque ya no te tengo miedo.

  • […] Yacía allí, congelado por el miedo más horrible, incapaz de mover siquiera mi mano, pensando que podía hacerlo, pero sin fuerza para desplazarla ni una pulgada hasta que el horrible hechizo quedara roto. Francis Scott Fitgerald, "Los […]

  • Avatar de Casio

    La he sufrido muy a menudo, desde muy pequeño. No he tenido nunca la sensación de nadie presente, pero sí el terror y la sensación del peligro de que algo malo aparezca. Casi siempre empieza con la vívida idea de que estoy viendo la habitación con los ojos cerrados; siempre acabo entendiendo que estoy dormido y paralizado y siempre para salir empleo el truco de mover una mano poco a poco. Siempre falla de la misma triste manera: creo que la muevo hasta que me doy cuenta de que en realidad me he distraído y sigo igual de paralizado. Sin embargo, hasta hoy y desde la primera vez que recuerdo que me pasó, en casi todas las ocasiones he logrado salir de ese estado. De otra manera: el esfuerzo psicológico que me lo permite es el mismo que haría si tuviera que levantar lo más pesado que mis fuerzas me permiten; algo así como levantar pesas enormes, una en el brazo, otra en el otro, en las piernas y en la cabeza. Hago ese esfuerzo y acabo despierto. Ha habido alguna vez en la que simplemente me dormí y sólo por la mañana me he dado cuenta de lo ocurrido.

    Hay ocasiones en las que sé que voy a entrar en ese horror por la mezcla de pánico y un sopor abrumador. De entre esas, en algunas no logro superar el sopor para levantarme y acabo paralizado.

    La habitación que veo es oscura, húmeda y con los muebles y las paredes algo deformadas. No recuerdo ninguna ocasión en la que la habitación me pareciera falsa o imaginada: de lo que quiero librarme en cada caso es de la parálisis. Sólo al despertar me doy cuenta de que no era real

  • […] Los monstruos del sueño, si lo has vivido, revivirás el terror, si no, aprenderás a temerlo. Léase con precaución y acompañado por un adulto adulto (no, no es repetición ni redundancia: uno es sustantivo y el otro adjetivo). De Eduardo Angulo. […]

  • Avatar de Juan Carlos Feijoo

    En mi caso los he sufrido desde la adolescencia y no ha sido hasta hace 2 o tres años que me enteré de su causa. Nunca había sabido si eran sueños o estaba despierto y desde que lo averigüé ya no siento pánico porque soy consciente la situación. En el peor caso pensaba que entraban a robar y me apuñalaban por la espalda de una forma muy realista però normalmente solo son ruidos y sensacion de presencia. Normalmente me concentro en levantar una pierna empujando fuerte hacia arriba y al final consigo levantarla de golpe y me despierto.

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