Retrodiagnósticos

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Goya atendido por el doctor Arrieta (Francisco de Goya, 1820). La cartela de abajo reza (sic): «Goya agradecido, á su amigo Arrieta: por el acierto y esmero con qe le salvo la vida en su aguda y / peligrosa enfermedad, padecida á fines del año 1819, a los setenta y tres de su edad. Lo pintó en 1820» . Cuadro del Instituto de Arte de Mineápolis.

Acertar con los pronósticos o, lo que viene a ser lo mismo, predecir con éxito lo que ocurrirá no es fácil. Y en muchas ocasiones, tampoco lo es acertar con los diagnósticos. La dificultad aumenta cuando de lo que se trata es de indagar acerca de las enfermedades de personas desaparecidas hace tiempo. Eso es lo que intentan hacer en la Historical Clinicopathological Conference, que se celebra todos los años en la Facultad de Medicina de la Universidad de Maryland (EEUU), con personalidades de las que se sabe que sufrieron alguna enfermedad y se dispone de alguna información acerca de sus síntomas.

Cada año se escoge una figura histórica y se propone a un especialista que realice un diagnóstico a partir de la información disponible. Este año le ha tocado a Goya, y la especialista que ha tratado de diagnosticar su enfermedad ha sido Ronna Hertzano, experta en audición. Goya cayó enfermo de “cólico” en 1792 a la edad de 46 años. Un año más tarde una enfermedad misteriosa le obligó a guardar cama. Tenía dificultades de visión, pérdida de equilibrio, fuertes dolores de cabeza y pérdida de audición. Necesitó dos años para recuperarse, al cabo de los cuales quedó sordo para el resto de su vida.

La doctora Hertzano barajó la posibilidad de que se tratase de una intoxicación con plomo, pues lo utilizó con abundancia para pintar, pero en ese caso, los síntomas se hubieran prolongado en el tiempo, como le ocurrió con la sordera. Más probable que haberse intoxicado con plomo, Goya pudo haber contraído la sífilis, pero esta enfermedad muestra síntomas de deterioro neurológico progresivo a lo largo de muchos años, y no hay datos que avalen ese deterioro. Ronna Hertzano se ha inclinado finalmente por una enfermedad autoinmune, el síndrome de Susac. Se trata de una enfermedad muy rara que se caracteriza porque el paciente sufre alucinaciones, parálisis y pérdida de audición. El sistema inmune ataca pequeños vasos sanguíneos encefálicos y el daño puede extenderse a ojos y oídos. No suele durar más de tres años.

En la Historical Clinicopathological Conference se han diagnosticado otros personajes célebres. Lenin pudo haber muerto a causa de una ateroesclerosis cerebral acelerada. Darwin, quien padeció durante buena parte de su vida una molesta enfermedad gastrointestinal, pudo haber sufrido el denominado síndrome de vómitos cíclicos; se trata de una enfermedad de causa desconocida aunque con una cierta componente genética y que no tiene cura, pero cuyos síntomas pueden ser tratados en la actualidad. Poe pudo haber muerto de rabia o, quizás, de delirium tremens. Es probable que la enfermera Florence Nightingale sufriese un trastorno bipolar con rasgos psicóticos o, alternativamente, síndrome de estrés postraumático; la enfermedad se le declaró con 35 años cuando se encontraba en Turquía trabajando como enfermera del ejército británico en condiciones terribles. Mozart quizás falleció por culpa de una fiebre reumática aguda. Es muy posible que Beethoven sufriera sífilis, aunque también pudo haberse envenenado con plomo. Y Pericles pudo haber muerto de tifus. Estos son algunos de los personajes retrodiagnosticados en Maryland.

Tratar de diagnosticar una enfermedad de forma retrospectiva, como se hace en este congreso no deja de ser un divertimiento. Pero tiene su interés. Por un lado, puede arrojar luz acerca de las causas de la muerte de personajes históricos relevantes, lo que en algunos casos tiene importancia histórica. Pero tiene también interés científico, ya que se trata de un ejercicio sometido al escrutinio del resto de especialistas y, muy probablemente, sirve para mejorar las técnicas de diagnóstico que se aplican a los enfermos de hoy. Es, cuando menos, un espléndido ejercicio docente.


Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU


Una versión anterior de este artículo fue publicada en el diario Deia el 4 de junio de 2017.

1 comentario

  • Avatar de Albert Galobart Roca

    Pues en la web original dice que nació en Zaragoza, capital de Aragón…….Por estas tierras todos saben que nació en Fuendetodos…….eso sí, prov. de Zaragoza.

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