Los escritores de ciencia ficción y algunos científicos especulan con cómo podían ser algunas cosas en el universo a partir de una muestra muy limitada de objetos conocidos de nuestro entorno. Un ejemplo típico de esas cosas es la vida extraterrestre, en la que unos hacen hincapié más en sistemas sociales asumiendo que en lo básico serán iguales (como en el caso de Star Wars o Star Trek), o en una combinación de características de especies animales o vegetales terrestres. Otro son los posibles planetas en otros sistemas solares, sospechosamente parecidos a la Tierra o Marte. Sin embargo, el hecho cierto es que conforme avanza la exploración, aún muy limitada, de los planetas extrasolares nos encontramos con tantas sorpresas que cualquier parecido con la realidad de lo que imaginamos será pura coincidencia.
Si nos planteamos una pregunta aparentemente muy simple como “¿cuál es el punto más caliente de un planeta gaseoso cercano a una estrella?” nos parece que los físicos y planetólogos no deberían tener demasiada dificultad en responderla correctamente desde un punto de vista teórico. Y, sin embargo, el escritor de ciencia ficción dura o el científico que asuma que la respuesta teórica es la correcta se puede llevar una sorpresa mayúscula. El punto más caliente en al menos un planeta gaseoso real cerca de una estrella distante real no está donde los físicos esperaban que estuviese, un descubrimiento que desafía la comprensión de los científicos de los muchos planetas de este tipo que se encuentran en sistemas solares fuera del nuestro.
A diferencia de nuestro conocido planeta Júpiter, los llamados Júpiter calientes orbitan asombrosamente cerca de su estrella anfitriona, tan cerca que normalmente necesitan menos de tres días para completar una órbita. Además un hemisferio de estos planetas siempre se enfrenta a su estrella anfitriona, mientras que el otro está en la oscuridad permanentemente.
Como era de esperar, el lado «día» de los planetas se calienta mucho más que el lado nocturno, y el punto más caliente de todos tiende a ser el punto más cercano a la estrella. Los astrofísicos elaboran modelos que predicen que estos planetas también experimentan fuertes vientos que soplan hacia el este cerca de sus ecuadores, lo que a veces pueden desplazar el punto caliente hacia el este, algo que también ha sido observado. Sin embargo, en el misterioso caso del exoplaneta CoRoT-2b, el punto caliente se encuentra en la dirección opuesta: al oeste del centro. Un descubrimiento realizado por Lisa Dang, de la Universidad McGill (Canadá), y sus colegas usando el Telescopio Espacial Spitzer de la NASA.
CoRoT-2b, descubierto hace una década, está a 930 años luz de la Tierra. Si bien se han detectado muchos otros Júpiter calientes en los últimos años, CoRoT-2b ha seguido intrigando a los astrónomos debido a dos factores: su enorme tamaño y el desconcertante espectro de las emisiones luminosas de su superficie. Ambos factores combinados sugieren que algo raro sucede en la atmósfera de este Júpiter caliente.
Los investigadores ofrecen tres posibles explicaciones para este descubrimiento inesperado, cada una de las cuales plantea nuevos interrogantes. La primera es que el planeta podría estar girando tan lentamente que una rotación lleva más tiempo que una órbita completa a su estrella; esto podría crear vientos que soplan hacia el oeste en lugar de hacia el este, pero también supondría un problema para las teorías sobre la interacción gravitacional planeta-estrella en órbitas tan próximas.
Otra posibilidad es que la atmósfera del planeta podría interactuar con el campo magnético del propio planeta para modificar su patrón de vientos; si esto fuera así podríamos estar ante una oportunidad única de estudiar el campo magnético de un exoplaneta.
Finalmente, una tercera sería que grandes nubes estuviesen cubriendo el lado oriental del planeta, lo que podría hacer que parezca más oscuro de lo que sería realmente; pero esto socavaría los modelos actuales de circulación atmosférica en tales planetas.
Serán necesarios muchos más y mejores datos para ver si alguna de estas hipótesis es correcta o es necesario recurrir a otra. El telescipio espacial James Webb, que se supone será lanzado al espacio el próximo año y que tiene 100 veces la potencia del Spitzer, podrá proporcionarlos. En cualquier caso, preparémonos para ser sorprendidos con lo que hay ahí fuera.
Referencia:
Lisa Dang et al (2018) Detection of a westward hotspot offset in the atmosphere of hot gas giant CoRoT-2b Nature Astronomy doi: 10.1038/s41550-017-0351-6
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Este texto es una colaboración del Cuaderno de Cultura Científica con Next