El tema de Corelli, de las variaciones de Rachmaninov, el tema que inspiró a Vangelis y esta misma serie de posts se llama La Folía y en mi cabeza tiene forma de catedral. No es más que una metáfora, evidentemente, pero seguidme a través de la imagen que evoca, merecerá la pena. Vamos a empezar desde abajo, por la base: analizando simplemente, su melodía.
Si hubiese que escoger una palabra, sería sencillez: se caracteriza, precisamente, por una nota repetida que forma lo que en música llamaríamos un motivo. Ese motivo se escucha hasta 4 veces en una frase musical y esa frase, a su vez, se repite casi sin ninguna alteración (sólo cambia el cierre o cadencia) hasta completar 16 compases.
Hasta aquí ya tenemos los tres primeros pisos de la catedral sonora: una nota repetida (x2) que forma un motivo. Un motivo repetido (x4) que forma una frase. Una frase repetida (x2) que forma un tema. Existen más simetrías y patrones dentro del tema pero por el momento… vamos a intentar que no nos explote la cabeza.
Desde el punto de vista de la armonía, el tema comienza oscuro (en re menor), coquetea fugazmente con la luz (compás 5, acorde de fa, relativo mayor) y vuelve enseguida a las tinieblas iniciales, doblemente vencido. Puedes escucharlo, en el segundo 50 de este vídeo: notarás que la melodía asciende y, de repente, suena más optimista, como si sonriese. Sin embargo, 10 segundos más tarde, el desenlace vuelve a ser oscuro. Esto es, en parte, gracias a la armonía (acordes mayores, de luz y menores, de sombra).
Retomando ahora las variaciones de Rachmaninov, veremos que tienen, a su vez, una peculiaridad. De las 20 variaciones, las 13 primeras conforman una primera parte de la obra más bien oscura, (en tono menor). Sin embargo, hacia la mitad de la obra (11’30’’), se hace la luz. Es un momento absolutamente mágico: de repente, la variación 14 modula a una tonalidad mayor y el cambio es… dulcísimo, lo llena a uno de optimismo. Sin embargo, es una cambio fugaz: la variación 16 (14’30”) regresa la tonalidad inicial (re menor) y con ella la oscuridad, esta vez sin solución posible.
Sombra, luz efímera, sombra: de alguna manera, las variaciones repiten, a mayor escala, la estructura internet del mismo tema. Con esta nueva simetría, ascendemos hasta el cuarto piso de la catedral.
Pero el quinto piso… el quinto piso es, sin duda, mi preferido. Porque sólo se ve a vista de pájaro, cuando uno levanta los ojillos por encima de la historia, es entonces cuando aparece.
Hace dos semanas decíamos que este tema no lo compuso Vangelis, ni Rachmaninov, ni siquiera Corelli… porque Corelli lo utilizó, efectivamente, en una Sonata para violín y continuo que compuso en 1700. Pero claro… el tema de Corelli no era, precisamente, original. De hecho, ya lo había utilizado Gaspar Sanz, en España, en una obra para guitarra de 1675. Pero claro… el tema de de Sanz no era, precisamente, original. Lo había usado antes Lully, en Francia, en 1672 y también Marin Marais.
A su vez, en tiempos de Corelli, encontramos variaciones sobre el mismo tema de Vivaldi (1705) en una sonata para dos violines y bajo continuo, y de Scarlatti (1710) en una obra para clave. Incluso Johann Sebastian Bach lo utiliza en una cantata de 1742. Y la lista continúa: Purcell, Boccherini, Salieri, Paganini, Grieg, Liszt, Berlioz, Joaquín Rodrigo… básicamente, todo el mundo y su gato compone algo basado en este tema (literalmente, cientos de compositores, yo he incluido sólo algunos en esta lista de Spotify). Y quien no escribe variaciones sobre La Folía de forma literal, se inspira en ella, consciente o inconscientemente. Como Beethoven, que la cita en su quinta sinfonía:
O, probablemente, el caso más conocido: el de la Sarabanda de Haendel. Si bien esta obra no tiene exactamente la misma estructura de la Folía, el parecido es evidente. Además, es una obra especialmente conocida por repetirse hasta la saciedad en la banda sonora de Barry Lyndon, así que no podía faltar en esta serie.
Y bien, si ninguno de estos compositores es el autor original del tema, ¿de dónde salen estas notas?, ¿a quién pertenece su melodía? Pues bien: La Folía es una melodía que no es de nadie y que, probablemente por ese mismo motivo, pudo ser utilizada durante siglos por todos estos compositores, convirtiéndose, quizás, en el mayor meme de la historia de la música.
Es un tema popular cuyos orígenes se remontan a mediados del s.XV. Por su forma y por su nombre, se piensa que podría haber surgido cerca de Portugal o bien en el antiguo Reino de León, en una zona de influencia gallega. Este es el motivo por el que Vangelis se basa en ella para componer la banda sonora de la película de Ridley Scott: “1492: Conquest of Paradise” relata el descubrimiento de América por Colón y está ambientada en la España de aquella época. Aunque, de hecho, es probable que la folía del siglo XV no fuese exactamente igual a como la conocemos ahora. Desde su aparición y durante al menos dos siglos evolucionó y se extendió también por Italia y Francia conocida como “folía española”. No es hasta mediados del del s. XVII cuando cobra su forma definitiva y se vuelve realmente popular gracias a Jean-Baptiste Lully.
Durante todo este tiempo, lo más probable es que fuese una danza festiva y, hasta cierto punto, “loca” (esto es lo que significa “folía”; locura). Un texto de 1611, la describe como una danza rápida y confusa, en la que los bailarines debían llevar sobre sus hombros a hombres vestidos de mujer. Debía de ser todo un espectáculo…
Curiosamente, cuando lo oímos hoy, no parece un tema demasiado loco. Más bien lo contrario, a mí en concreto me inspira solemnidad. Pero quizás suceda con La Folía como con el Quijote de Menard, que cambia de significado según la época en que se escribe. O quizás, la locura radica, precisamente, en su repetición. Es ese carácter cíclico que permite repetir el mismo tema una y otra vez, como una melodía pegadiza interminable, variando y adquiriendo nuevas caras, acelerándose y deformándose, hasta la obsesión, hasta la locura…
Yo, personalmente, prefiero pensar en ella como una catedral. Me parece tan bonito… pensar en esa nota repetida, en un motivo repetido, en un tema repetido dentro de miles de variaciones escritas por cientos de compositores diferentes. Es tan bonito visualizar esa especie de obra colectiva y fractal, construida a lo largo de los siglos… e imaginar que la historia misma de la música está escrita sobre sus paredes, cantando siempre el mismo tema, de un origen tan humilde. Pero lo más bonito es saber que, aún hoy, esa catedral sigue creciendo. Aún hoy, la Folía sigue transformándose, adquiriendo nuevos significados cada vez que se repite.
Sobre la autora: Almudena M. Castro es pianista, licenciada en bellas artes, graduada en física y divulgadora científica
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