Tocó el quinto ángel… Entonces vi una estrella que había caído del cielo a la tierra. Se le dio la llave del pozo del Abismo. Abrió el pozo del Abismo y subió del pozo una humareda como la de un horno grande, y el sol y el aire se oscurecieron con la humareda del pozo. De la humareda salieron langostas sobre la tierra, y se les dio un poder como el que tienen los escorpiones de la tierra. Se les dijo que no causaran daño a la hierba de la tierra, ni a nada verde, ni a ningún árbol; sólo a los hombres que no llevaran en la frente el sello de Dios. Se les dio poder, no para matarlos, sino para atormentarlos durante cinco meses.
Juan de Patmos (siglo I e.c.) Apocalipsis 9: 1-5.
Se estima que la peste negra del siglo XIV provocó la muerte de entre una cuarta parte y la mitad de los europeos, la tercera parte de sirios y egipcios, además de causar estragos en la India y Extremo Oriente. Aunque no se dispone de datos fiables con relación a la mortalidad, probablemente acabó con entre el 5 % y el 14 % de la población mundial. La llegada de los europeos al continente americano y su conquista provocaron la desaparición del 90% de la población nativa de las Américas, la mayor parte a causa de las enfermedades que llevaron con ellos. Y sin remontarnos tan atrás en el tiempo, la mal llamada gripe española de 1918 mató a entre el 3 y el 6 % de la población mundial, alrededor de 50 M de personas.
Hoy seguimos sufriendo los efectos de una pandemia provocada por un coronavirus que se expandió por el mundo en el invierno de 2020. Desde entonces se han registrado algo más de 5 M de muertes a causa de la enfermedad que provoca, aunque es posible que el número real supere los 15 M.
Las circunstancias actuales hacen que las pandemias se expandan más fácilmente, por lo que el peligro es cada vez mayor. Los factores responsables son los siguientes: (1) hay mucha más población que en cualquiera de las pandemias citadas; (2) su densidad es también mucho más alta, con numerosas zonas del planeta densamente pobladas; (3) las prácticas ganaderas en muchos países favorecen la transmisión de patógenos a los seres humanos; y (4) la movilidad de la gente es muy superior a la del pasado.
No obstante, a pesar del efecto de esos factores, lo cierto es que no es nada fácil que un patógeno “normal” suponga un riesgo existencial a la humanidad. Sabemos que llegarán más pandemias, y que algunas pueden tener efectos devastadores, pero la probabilidad de que acaben con la existencia de la humanidad es muy baja. Toby Ord la estima en una en diez mil.
Sin embargo, lo que no es tan improbable es que se produzcan fugas accidentales de patógenos muy peligrosos, incluso en los laboratorios de máxima seguridad (BSL-4). Además, algunos podrían ser de virulencia o transmisibilidad aumentada de forma artificial. Ha habido varios episodios de fugas de patógenos peligrosos que fueron contenidas a tiempo. Por otro lado, tampoco cabe descartar su posible uso malicioso. La biotecnología ofrece, tanto a los estados como a muchos particulares, grandes posibilidades de crear microorganismos de especial peligrosidad. No es descabellado pensar que en algún momento esa posibilidad pueda materializarse. Toby Ord indica que la probabilidad de que se produzca una pandemia por difusión de un patógeno de diseño en los próximos 100 años es de una en treinta. Es una probabilidad como para empezar a tomársela en serio.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
El quinto ángel — | Bahía D…
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