La crisis climática potencia a los vectores transmisores de enfermedades infecciosas exóticas

Dra. Shora

El calentamiento global representa uno de los mayores peligros para la humanidad y su amenaza será cada vez mayor con el paso del tiempo. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que la crisis climática causará unos 250.000 fallecimientos adicionales cada año debido a la malnutrición, el paludismo, la diarrea y el estrés calórico entre los años 2030 y 2050. Por un lado, las catástrofes naturales (sequías, inundaciones, incendios…) serán más frecuentes como consecuencia de fenómenos meteorológicos extremos. Por otro, las olas de calor serán más intensas, frecuentes y duraderas. Ambos fenómenos provocarán, de forma directa o indirecta, más fallecimientos y dolencias en un futuro próximo.

Foto: Егор Камелев / Unsplash

Sin embargo, no es necesario esperar a para comprobar las consecuencias que ya tiene la crisis climática sobre la salud humana. Un estudio epidemiológico publicado recientemente en la revista Nature Medicine calcula que durante el verano de 2022 se produjeron más de 61.000 muertes en Europa (11.000 en España) como consecuencia de las olas de calor. Estas cifras suponen un 41 % más de muertes como consecuencia de las altas temperaturas que las ocurridas de media en los veranos de entre 2015 y 2021. Los autores sugieren que, de seguir esta tendencia, en Europa se producirán un promedio de más de 68.000 muertes prematuras cada verano hacia 2030 y más de 94.000 hacia 2040.

Más allá de las enfermedades y las muertes causadas por estos fenómenos meteorológicos extremos, el calentamiento global afecta también a la salud humana de forma indirecta al alterar la distribución mundial de diversos vectores de enfermedades infecciosas. En ese sentido, el pasado 22 de junio el Centro Europeo para el Control y Prevención de Enfermedades (ECDC) anunció que la extensión de diferentes especies de mosquito del género Aedes por Europa está aumentando el riesgo de diversas enfermedades infecciosas de las que este insecto es vector.

La institución científica explica que las inundaciones y las olas de calor cada vez más frecuentes y graves en el continente europeo, junto con unos veranos más cálidos y largos, crean unas condiciones más favorables para la expansión de los mosquitos invasores Aedes albopictus (más conocido como «mosquito tigre») y Aedes aegypti, que no son propios de esta zona del planeta. Hace 10 años, en 2013, ambas especies se encontraban en solo ocho países de la Unión Europea, afectando a 114 regiones. Ahora estas se encuentran en 13 países y 337 regiones, al invadir dichos vectores el norte y el oeste del continente. España atestigua la gran capacidad que tiene el mosquito tigre para extenderse: la primera vez que se detectó su presencia fue en Sant Cugat del Vallés en el verano de 2004, desde entonces este vector ha conseguido expandirse ya por casi todo el país.

Ambas especies de mosquito (A. albopictus y A. aegypti) pueden transmitir enfermedades infecciosas tropicales o típicas de otros países como el dengue, el Zika, la fiebre amarilla, el chikungunya o la fiebre del Nilo Occidental. El director de la ECDC, Andrea Ammon, sostiene que si la tendencia actual continúa se espera que, con el tiempo, aparezcan más casos y posiblemente más muertes por las citadas enfermedades infecciosas entre los ciudadanos europeos. Solo en 2022 se produjeron los mismos casos autóctonos de dengue (71) en la UE que el total de los que aparecieron entre los años 2010 y 2021. Seis casos de dengue ocurrieron en España. Además, en 2022 aparecieron 1.122 casos de infecciones por el virus del Nilo Occidental en Europa, con 92 muertes, la mayor cifra desde la epidemia de 2018.

Vectores conocidos

España conoce de primera mano los estragos que la extensión de los vectores puede provocar en la Salud Pública de su población. Tanto la fiebre del Nilo Occidental (transmitida por mosquitos), como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo (transmitida por garrapatas) preocupan cada vez más a los especialistas por su mayor incidencia en nuestro territorio. En 2020 se produjo el mayor brote registrado de fiebre del Nilo Occidental en el país, con decenas de casos confirmados y siete fallecidos. Anteriormente, ni en 2017 ni en 2019 se detectaron casos de esta enfermedad en humanos, y solo un caso en 2018. Las últimas cifras oficiales, de 2022, han registrado cuatro casos.

Diferentes especies de garrapata están también bajo el punto de mira de los expertos en Salud Pública. Estos arácnidos son vectores de más de cincuenta enfermedades diferentes y la crisis climática está ayudando de forma significativa a su expansión por territorios de mayor altitud y latitudes más elevadas, donde no estaban presente antes.

En el sur de España es donde más se ha potenciado su proliferación en los últimos años, debido al incremento de las temperaturas, sobre todo durante el otoño y el invierno. Además, cada vez hay un mayor porcentaje de garrapatas que poseen el virus responsable de la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. Todos estos factores propician la aparición de casos de esta enfermedad infecciosa, que apareció por primera vez en nuestro país en 2016. Desde dicho año hasta 2022 se han confirmado 11 casos autóctonos de Crimea-Congo. Esto supone la punta del iceberg, porque la mayoría de las veces la infección no provoca síntomas en los humanos y pasa desapercibida.

Las redes de vigilancia epidemiológica, tanto de España como de Europa, siguen de cerca la evolución de múltiples vectores y de las enfermedades infecciosas que provocan. Las proyecciones sobre el calentamiento global en las próximas décadas indican a que los especialistas tendrán muchos motivos para estar alerta ante la aparición de brotes de enfermedades que, hace menos de 10 años, ni siquiera existían en nuestro continente o eran algo totalmente excepcional.

Sobre la autora: Esther Samper (Shora) es médica, doctora en Ingeniería Tisular Cardiovascular y divulgadora científica

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