La investigación de un equipo internacional de investigadores muestra que en los últimos millones de años del Cretácico se produjo la reorganización de los continentes que modificó los patrones de salinidad, de temperatura y la interconexión de los océanos. Esta situación guarda ciertos paralelismos con la actual, en la que la descarga de agua dulce proveniente esta vez del deshielo acelerado del casquete polar groenlandés y del Ártico provoca dudas sobre la estabilidad de la corriente del Atlántico Norte, clave para el clima europeo.

El estudio, liderado por la geóloga polaca Wiesława Radmacher y en el que ha participado los micropaleontólogos Vicente Gilabert (EHU), José Antonio Arz (Universidad de Zaragoza) e Ignacio Arenillas (Universidad de Zaragoza) muestra que a finales del Cretácico el Ártico comenzó a recibir grandes descargas de agua dulce procedente de los ríos. Al mismo tiempo, el cierre progresivo del paso marino centroamericano debilitaba la conexión entre el Atlántico y el Pacífico, mientras que el océano Ártico solo se comunicaba con el resto de los océanos a través del estrecho Groenlandia–Noruega.
“Este cóctel geográfico alteró la circulación oceánica global y provocó que aguas menos salinas flotaran sobre masas de agua más densas dificultando la mezcla al tratarse de capas con diferentes densidades, un fenómeno conocido como estratificación vertical de los océanos. El proceso fue especialmente intenso en el Ártico (fuente de estas aguas más dulces), en el Atlántico Norte y en el antiguo océano Tetis, lo que hoy corresponde al Mediterráneo”, explica Gilabert.
La salinidad y la temperatura del mar son factores decisivos para la vida marina: determinan la abundancia de fitoplancton y zooplancton, base de toda la cadena alimentaria, y regulan el intercambio de oxígeno y dióxido de carbono entre el océano y la atmósfera. Según el estudio, de no haberse producido el impacto del asteroide Chicxulub hace 66 millones de años en la península de Yucatán (México), que provocó un cambio climático extremo y el evento de extinción masiva que acabó con los dinosaurios, esta deriva hacia una mayor estratificación vertical podría haber desembocado en una grave crisis ambiental por falta de oxígeno en las aguas profundas de los océanos.
Analogías con los océanos actuales
“Aún con sus evidentes diferencias, los océanos del final del Cretácico estaban mostrando signos de vulnerabilidad análogos a los que hoy detectamos en mares y océanos actuales”, señala Vicente Gilabert.
El equipo internacional ha combinado avanzados modelos climáticos como el sistema COSMOS, que acopla atmósfera y océano, con análisis micropaleontológicos y geoquímicos. Para ello estudiaron microfósiles marinos de foraminíferos planctónicos (protozoos del zooplancton) y de dinoflagelados (algas del fitoplancton) procedentes de secciones estratigráficas y perforaciones de pozos en Groenlandia, Noruega, el mar de Barents, el Atlántico, Mediterráneo y el mar del Caribe.

Estas huellas microscópicas han permitido reconstruir con precisión las variaciones de salinidad, temperatura y oxigenación de los mares del Maastrichtiense, la última etapa del período Cretácico. Se extendió aproximadamente entre 72 y 66 millones de años atrás. “La comparación de los resultados micropaleontológicos y geoquímicos con los modelos informáticos ha servido para descartar simulaciones irreales y seleccionar los escenarios más fiables sobre cómo era la dinámica oceánica durante el Maastrichtiense”, apunta José Antonio Arz. “Este hallazgo nos acerca a comprender mejor cómo era nuestro planeta en un momento tan excepcional como el previo a la quinta gran extinción”, subraya Ignacio Arenillas.
El trabajo no solo ilumina un episodio clave de la historia de la Tierra, sino que también proyecta una advertencia hacia el futuro. “En la actualidad, el deshielo acelerado de Groenlandia y del Ártico y el aumento de descargas de agua dulce en el Atlántico son objeto de intenso escrutinio científico, pues podrían alterar la corriente de retorno del Atlántico Norte, que regula el clima europeo y el equilibrio térmico del planeta”, explican.
Referencia:
Wiesława Radmacher, Igor Niezgodzki, Vicente Gilabert, Gregor Knorr, David M. Buchs, José A. Arz, Ignacio Arenillas, Martin A. Pearce, Jarosław Tyszka, Mateusz ikołajczak, Osmín J. Vásquez, Sarit Ashckenazi-Polivoda, Sigal Abramovich, Mariusz Niechwedowicz & Gunn Mangerud (2025) Ocean freshening near the end of the Mesozoic Nature Communications doi: 10.1038/s41467-025-62189-9
Edición realizada por César Tomé López a partir de materiales suministrados por UPV/EHU Komunikazioa