Una buena manera de entender la geología de una zona es echar un vistazo a un mapa geológico. Estos mapas son una síntesis de los datos geológicos disponibles y sirven para explicar la historia geológica de cada región. En ellos aparecen representados los distintos tipos de rocas de la zona, su edad, las estructuras que deforman las rocas (pliegues, fallas, etc.) y los yacimientos minerales de interés económico e industrial.
Si nos fijamos en el mapa geológico del Gran Bilbao (Ilustración 1), veremos que, de manera aproximada, las rocas que ocupan la margen izquierda están representadas en tonos verdes y las de la margen derecha, en tonos naranjas. La diferencia de color no responde a cuestiones estéticas, si no que proporciona información sobre la edad de las rocas. En ambos casos, se trata de rocas sedimentarias, pero las representadas en colores verdes se formaron hace unos 125 millones de años, durante el período Cretácico, y las que aparecen en tonos anaranjados hace solo 45, durante el Paleógeno.
Fue precisamente durante el paso del Cretácico al Paleógeno cuando el impacto de un meteorito provocó la extinción de los dinosaurios y otras muchas especies. Este momento en la historia geológica se conoce como límite KT y está bien conservado en las rocas de la margen derecha. Sin embargo, no todas las rocas del Gran Bilbao son sedimentarias, los colores morados del mapa geológico representan rocas ígneas de tipo volcánico.
El estudio detallado de todas estas rocas, tanto sobre el terreno, como en el laboratorio a través de análisis químicos o mediante el estudio microscópico de láminas delgadas, permite a los geólogos reconstruir el ambiente en el que se formaron. En el caso de las rocas sedimentarias, sabemos que se depositaron en el fondo de un mar cálido debido a los fósiles que contienen, como corales o rudistas.
Además, podemos establecer a qué profundidad; por ejemplo, las calizas se formaron en la plataforma continental a poca profundidad, mientras que las series sedimentarias de tipo flysch, una alternancia de areniscas y margas, se formaron debido al flujo de sedimentos desprendidos de la plataforma y el talud continental a profundidades mayores.
El origen marino de las rocas que nos rodean lo confirman también las rocas volcánicas. Si las observamos en detalle, por ejemplo en la cala de Meñakoz, veremos que se trata de tubos alargados y formas redondeadas, geometrías típicas de las llamadas pillow-lavas (Imagen 1), un tipo de coladas submarinas que se están formando actualmente en Hawái y que se formaron en Euskadi durante el Cretácico.
Pero este proceso de depósito de sedimentos y formación de rocas ocurrió en un entorno dinámico. La ría y sus márgenes forman parte de la terminación occidental de los Pirineos y están fuertemente afectadas por el choque entre las placas tectónicas Ibérica y Europea que dio lugar a la formación y levantamiento de la cadena pirenaica, durante la denominada orogenia alpina. Este proceso duró millones de años y convulsionó y deformó las rocas que nos rodean, donde han quedado numerosos rastros y estructuras que permiten reconstruir cómo fue ese proceso.
Una forma de entender cómo se organizan las rocas en profundidad es observar un corte geológico (Ilustración 2). En el caso del Gran Bilbao, las rocas dibujan dos grandes pliegues (de escala cartográfica) y aparecen varias fallas que hacen de límite entre estos pliegues. La importancia de estas estructuras es crucial, ya que condicionan, entre otros, el desarrollo de la red hidrográfica. De hecho, la ría del Nervión es paralela a estas megaestructuras y su desembocadura discurre sobre el trazado de la denominada falla de Bilbao.
Sin embargo, el aspecto geológico que más ha influido en el desarrollo industrial y económico de la ría del Nervión ha sido la presencia de enormes reservas de mineral de hierro en los montes de la margen izquierda. Una de las hipótesis que explica la formación de estas mineralizaciones de hierro es la conocida como diagenética o metasomática (Gil-Crespo, 2016).
Según esta hipótesis, la presión ejercida por una columna de más de 4 km de sedimentos en el fondo marino, hizo que grandes cantidades de fluidos a altas temperaturas (210°C) ascendieran a través de la pila sedimentaria concentrando y transportando los metales presentes en dichos sedimentos. Estos fluidos enriquecidos en hierro, magnesio y manganeso reaccionaron al entrar en contacto con bandas de calizas intercaladas en la pila sedimentaria y las transformaron y reemplazaron por carbonatos de hierro y magnesio (siderita). Posteriormente, la deformación y fracturación debida a la orogenia alpina hizo que estas masas de siderita alcanzaran la superficie y se oxidaran por efecto de su exposición al aire y al agua, dando lugar a la formación de los yacimientos de hematites y goethita.
Considerando todo lo dicho podemos concluir que sin la oportuna distribución de rocas, fallas, pliegues y minerales que aparece en la ría del Nervión, la geografía, historia, economía e incluso la idiosincrasia de los habitantes del Gran Bilbao serían muy diferentes a como las conocemos hoy en día. Vamos que puede que ni la ría fuera por donde va, ni Shakespeare hubiera hablado de las espadas bilbo, ni hubiera habido industrialización o lo que es peor no cantaríamos el “all-iron”.
Referencia bibliográfica:
Gil-Crespo, P.P., (2016). Introducción a la geología y mineralogía de los yacimientos de hierro de Bilbao. En: Eds. Orue-Etxebarria, X., Apellaniz, E. y Gil-Crespo (Ed.), Historia del hierro en Bizkaia y su entorno (pp. 19-52). Bilbao, Servicio Editorial de la Universidad del País Vasco/ Euskal Herriko Unibertsitatea.
Sobre los autores: Nestor Vegas y Lidia Rodríguez son investigadores del Departamento de Geodinámica de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU).
El proyecto «Ibaizabal Itsasadarra zientziak eta teknologiak ikusita / La Ría del Nervión a vista de ciencia y tecnología» comenzó con una serie de infografías que presentan la Ría del Nervión y su entorno metropolitano vistos con los ojos de la ciencia y la tecnología. De ese proyecto han surgido una serie de vídeos y artículos con el objetivo no solo de conocer cosas interesantes sobre la ría de Bilbao y su entorno, sino también de ilustrar como la cultura científica permite alcanzar una comprensión más completa del entorno.