Hacia un nuevo sistema de publicaciones científicas

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nature_aug1999En la semana que termina se han publicado dos interesantes anotaciones sobre algunos aspectos del sistema de publicaciones científicas. En una de ellas José Manuel López Nicolás denunciaba las malas prácticas en que incurren algunos editores, y en la otra, Francis Villatoro se refería a los errores, algunos voluntarios, que comete la empresa Thomson Reuters al calcular el índice de impacto de las revistas en el JCR. Esas denuncias se añaden al malestar generalizado entre responsables académicos y de política científica, y también de científicos, por el elevado precio de las revistas científicas, cuando resulta que los resultados que publican son fruto, principalmente, de las inversiones que realizan en investigación las instituciones públicas. Se da la paradoja de que esas mismas instituciones han de desembolsar importantes cantidades de dinero para poder acceder a los contenidos de las revistas en que publican sus trabajos de investigación sus propios investigadores.

Por si lo anterior no fuera suficiente, hay también datos (Francis Villatoro alude a ellos en su comentario a esta anotación) que indican que un porcentaje muy alto de los artículos sólo son leídos por los autores y los revisores de las revistas en que se publican. La actividad investigadora en el mundo no deja de aumentar, y conforme lo hace, cada vez hay más revistas científicas. Los problemas apuntados y otros que no han sido considerados en estas líneas pero muy conocidos dentro del estamento científico, no dejarán de crecer. Así las cosas, es preciso considerar mecanismos alternativos de difusión de los resultados de la actividad investigadora.

En principio, las revistas científicas se publican para dar a conocer los resultados de la investigación de los científicos. Ello supone un bien en sí mismo; y además, en la medida a que obliga a los investigadores a sistematizar y ordenar los resultados, y a elaborar un argumento que les dé coherencia y los enmarque en el curso general del desarrollo científico, también sirve de ayuda para mejorar los conocimientos y sentar las bases de su progreso. Si la función de las publicaciones científicas se limitara a lo expresado en las líneas anteriores, seguramente no se producirían muchos de los problemas que se vienen denunciando.

El problema es que además de las originales, las publicaciones científicas han pasado a cumplir otras funciones que tienen poco que ver con ellas, ya que se han convertido en uno de los medios más utilizados para evaluar la productividad y la calidad de investigadores e instituciones científicas y académicas. Por ello, han pasado a formar parte de las herramientas métricas básicas que se utilizan para, en función de las evaluaciones, asignar los recursos públicos en el marco de la política científica de universidades y gobiernos. Y al tener ese carácter de medio al servicio de la asignación de recursos y de la misma promoción profesional y académica de los investigadores, las publicaciones científicas pasan a cumplir un papel que no es el que originalmente les correspondía.

Publicar está al alcance de cualquiera. Con las facilidades que proporcionan las herramientas informáticas y telemáticas disponibles cualquier investigador o grupo de investigación puede editar, con mínimos costes, un sitio en el que difundir su investigación. En la era del papel, la publicación y distribución tenía unos costes impresionantes, inabordables para la mayoría de las personas, y muy costosas en general para las instituciones. Pero eso, hoy, es cosa del pasado.

Es evidente que la publicación de resultados de investigación en plataformas de internet requeriría, para ser útil y viable a largo plazo, que pudiera señalizarse de alguna manera la calidad de las investigaciones y de las noticias científicas publicadas. Este requerimiento es básico para que los miembros de la comunidad científica en general y los investigadores que empiezan sus carreras, en especial, dispongan de una guía de la que fiarse a la hora de seleccionar, por su calidad, los trabajos publicados. Si existiera una red internacional de sitios web en los que se publicasen los resultados y conclusiones de la investigación, los investigadores de cada campo contarían con los suficientes elementos de referencia para guiarse en el interior de la red y tener acceso a los materiales que les resultasen de su interés. Y esa tarea se vería enormemente facilitada si se contase con dispositivos para agregar sitios de esa naturaleza. Los administradores de esos agregadores actuarían, en la práctica, como editores, y podrían estar basados en consorcios de universidades o centros de investigación.

¿Y cómo señalizar la calidad? ¿Cómo identificar los sitios que publican buenos materiales? ¿Cómo identificar un buen trabajo de un investigador desconocido por novel? Creo science-sept-26que la respuesta podría venir de la configuración de consorcios, formados por universidades, instituciones de investigación y sociedades científicas, que pusieran en marcha sistemas de evaluación. Podrían coexistir varios consorcios desempeñando la misma función e, incluso, solapándose. Los investigadores recurrirían a esas evaluaciones al objeto de disponer de una referencia lo más objetiva posible. Pero en última instancia serían los propios investigadores, enlazando en sus publicaciones las referencias de más interés, así como el tráfico a unos y otros sitios, los que podrían actuar como indicadores. Del sistema que utilizan plataformas como “research blogging”, puede extraerse también alguna enseñanza al respecto.

Llegados a este punto se plantea la cuestión de la necesidad de las instituciones públicas de contar con herramientas para evaluar de la forma más objetiva posible la actividad de investigadores y centros de investigación. ¿Podrían funcionar sin referencias editoriales clásicas, sin índices de impacto, sin índices h, etc.? La respuesta es que sí podrían. Un sistema como el que imagino no se desarrollaría de la noche a la mañana, y no se sustituirían unos dispositivos (ediciones clásicas) por otros (ediciones personales o institucionales consorciadas o en red) en poco tiempo. Una transformación de esa naturaleza generaría sus propias reglas y marcaría su propia trayectoria. Sería un sistema en evolución. Y las instituciones que desarrollan políticas científicas se adaptarían al nuevo sistema, haciendo uso inteligente de sus potencialidades; o no, pero en caso de que no lo hiciese las políticas que impulsaría serían seguramente peores.

El panorama editorial global está cambiando. En literatura cada vez son más los autores que recurren a las ediciones en internet de formas diversas para dar a conocer sus obras. En el mundo de la prensa, hay medios que han abandonado el papel para editarse sólo en internet. Los blogs están cumpliendo un papel cada vez más importante en diferentes esferas. No creo que el mundo de las publicaciones científicas quede al margen de esos cambios, y no se limitarán a la edición digital de los medios que ya existen. Cada vez en mayor medida, se utilizarán formatos diferentes, más flexibles, más potentes, más acordes s los intereses de lo usuarios. No va a ocurrir mañana, pero acabará ocurriendo. Quizás sea necesario que den el primer paso investigadores de prestigio, consolidados, que no dependan ya de la métrica de su producción en formatos clásicos. Pero la transformación del sistema de publicación llegará. Lo que he dibujado en los párrafos anteriores es un desarrollo posible y, con toda seguridad, diferente del que se materializará, pero la transformación acabará por ocurrir.

Post scriptum: Cuando ya tenía estas líneas escritas, he sabido de la creación, por parte del grupo de Química Teórica de la UPV/EHU de un sitio web trilingüe (inglés, castellano y vasco) en el que da cuenta de sus actividades en diferentes secciones (el grupo, actividades docentes, artículos científicos publicados, blogs, etc.). Es una iniciativa magnífica y espero que sea pronto imitada por otros grupos de la misma universidad. Antes o después esos sitios serán más comunes. Y antes o después albergarán un apartado para publicar resultados originales de investigación.

Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez es el coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU

5 comentarios

  • Avatar de Jonsey

    Estoy totalmente de acuerdo. Está claro que el actual sistema de publicaciones está obsoleto en muchos aspectos. Pero además a menudo se hace imposible publicar en las revistas de prestigio para grupos noveles o pequeños porque este sistema permite que los «temas de máximo interés » sean controlados por los propios grupos de investigación importantes, más que por las necesidades reales de la comunidad científica. Y dada la estructura del sistema de evaluación y financiación ésta situación se autoperpetua.

    Opino que la idea que presentáis es excelente y podría ser el futuro. No obstante no lo veo fácil. Me parece bien la idea de la creación de consorcios para la evaluación de las publicaciones en la red. Incluso la propia comunidad puede llegar a evaluarse a sí misma como un sistema global donde solo «sobreviven» las publicaciones de mayor rigor e interés general (como en las redes sociales).

    Pero veo el mayor problema en conseguir que los sistemas de financiación pública lleguen a basarse en ésto para evaluar, lo cual es en definitiva lo más importante.

    Esperemos que esta idea se extienda y termine por funcionar en la comunidad.

    Gracias y un saludo.

    @jonseyspec

  • Avatar de JAIME ALEXANDER DOMINGUEZ

    En medicina ya existe y se ha estado extrapolando a otras ramas de la ciencia, no es mas que la recuperación académica y pragmática de la Medicina Basada en la Evidencia, es la mejor metodología que garantiza 100% la publicación ética, a ademas por otro lado convierte al lector común en auditor y veedor, dándole las herramientas para no tragar entero y de plano descartar aquellas publicaciones manipuladas bajo falsa evidencia y falsa investigación, el talón de aquiles está en que los profesionales requieren de entrenamiento para hacerlo y hay un poco porcentaje de personas que entrenan y por ende un bajo volumen de entrenados para usarla,

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