Si hablamos de Newton pensamos en física, si hablamos de Galileo pensamos en astronomía, si hablamos de Darwin damos por sentado que hablamos de biología, y es cierto, pero muchos pasan por alto la enorme influencia que la geología tuvo sobre el naturalista.
Sus primeros pasos como científico reconocido fueron como geólogo, recordemos que en el Beagle recolectó pacientemente miles de rocas que fue enviando a Inglaterra durante todo el viaje. Muchos lo consideran un libro de viajes, sin embargo la primera obra publicada enteramente por Darwin, Journal of researches (1839), es esencialmente un libro geológico y el 75% de las anotaciones científicas de su diario pertenecen a este campo.
De hecho, las aportaciones a la geología de Darwin se recogieron en numerosos volúmenes publicados durante los años posteriores al viaje del Beagle: Geological observations on the volcanic islands visited during the voyage of H.M.S. Beagle (1844), Geological observations on South America (1846), o el propio Letters on Geology publicado en 1835 con las cartas que se intercambiaban él y Henslow.
Darwin, reconozcámoslo, fue geólogo antes que biólogo.
Y es curioso que así fuera puesto que durante su estancia en Edimburgo, y según su propia Autobiografía, Darwin reconocía que llegó a aborrecer la geología por culpa de un aburrido profesor llamado Robert Jameson.
“Las rancias lecciones de Jameson me decidieron a no leer en mi vida un libro de Geología ni estudiar esta ciencia por ningún pretexto”
Afortunadamente su posterior estancia en Cambridge, junto a nuevos profesores como Henslow o Sedgwick, y sus frecuentes escapadas y excursiones geológicas, el joven quedó encandilado con esta disciplina. “¡La geología por encima de todo!”, exclamó en una de sus cartas a su hermana Caroline.
Carta de Charles Darwin a su hermana Catherine Darwin [13 noviembre de 1833]
“Desearía que cualquiera de ustedes pudiera penetrar en los sentimientos de placer excesivo que me proporciona la geología, tan pronto como uno comprende en parte la naturaleza de un país”.
Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [marzo de 1834]
“Estoy encantado con la geología, pero como el animal prudente entre dos haces de heno no sé qué saborear más, si el grupo cristalino de rocas o los suaves lechos fosilíferos. […].
Por cierto que no tengo una idea clara acerca de hendiduras, estratificación, líneas de levantamiento. No tengo libros que me ilustren y lo que dicen no lo puedo aplicar a lo que veo. En consecuencia saco mis propias conclusiones y de seguro que son absolutamente ridículas”.
La humildad de Darwin en sus escritos no era una pose, realmente se acercaba a este campo con dedicación y prudencia, lo cual no le impedía realizar sus propias deducciones y teorías, apoyándolas con razonamientos que, en muchos casos, terminaron siendo válidos y acertados.
Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [24 julio de 1834]
“Me ha interesado mucho encontrar tanta abundancia de conchas recientes a una altura de 1300 pies. El campo en muchos lugares está cubierto de conchas, pero todas son de litoral. Así supongo yo que la elevación de 1300 pies debe deberse a una sucesión de pequeñas elevaciones como ocurrió en 1822. Con estas pruebas ciertas de la residencia reciente del océano sobre todas las partes bajas de Chile, la línea panorámica y la forma de cada valle poseen un alto interés.
¿Habrá la acción del flujo del agua o del mar formado esta hondonada profunda? Ésta fue una pregunta que me planteé con frecuencia y que, por lo general, se me respondió al encontrar un lecho de conchas recientes en el fondo. No tengo suficientes argumentos, pero no creo que más que una pequeña fracción de la altura de los Andes se haya formado dentro del periodo terciario”.
Carta de Charles Darwin a John Stevens Henslow [12 agosto de 1835]
“Hace poco conseguí el informe sobre los trabajos de M. Dessalines D’Orbigny en S. América. Experimenté un nivel degradante de irritación al comprobar que ya había descrito la geología de la Pampa, y que yo me había estado dando duros paseos a caballo para nada. Sin embargo fue gratificante ver que mis conclusiones fueran las mismas, en la medida que yo puedo deducir, que sus resultados”.[…]
En esa misma carta, Darwin se mostraba exultante con su trabajo geológico:
“Ahora puedo demostrar que ambos lados de los Andes surgieron en un periodo reciente a una considerable altura. Aquí las conchas estaban a 350 pies sobre el nivel del mar”.
Mención aparte merece la figura de Charles Lyell en la vida y obra de Darwin.
Carta de Charles Darwin a su primo William Darwin Fox [12 de agosto de 1835]
“Me estoy convirtiendo en un discípulo celoso de los puntos de vista del señor Lyell tal como se conocen por su libro. Hacer de geólogo en Sudamérica hace que me sienta tentado de llevar adelante algunas partes a una amplitud mayor incluso de la que él contempla.
La geología es una ciencia capital para empezar ya que no requiere más que un poco de lecturas, de pensar y de martillar. Tengo reunido un considerable cuerpo de notas, pero es un tema constante de complejidad para mí saber si tienen el valor suficiente para haber utilizado tanto tiempo en ellas”.
El libro al que Darwin alude es, por supuesto, el primer volumen de los Principles of Geology de Charles Lyell que su profesor (y reverendo) John Henslow le había regalado para el viaje con la advertencia de: “Léelo pero no aceptes los puntos de vista ahí declarados”.
Darwin llegaría a declarar en su Autobiografía que “la ciencia de la geología debe mucho a Lyell, mucho más, creo yo, que a cualquier otro hombre que haya vivido”.
Las nociones geológicas de Lyell, la idea de que pequeños cambios durante largos periodos de tiempo pueden dar lugar a grandes cambios y aquel libro de geología que le regaló Henslow fueron parte fundamental de lo que más tarde sería el Darwin biólogo.
La ingente cantidad de material y notas recogidas por Darwin durante aquella expedición se convertirían en la principal fuente de trabajo durante los próximos 40 años, y así lo intuía el propio naturalista mientras el viaje iba tocando a su fin:
Carta de Charles Darwin a su hermana Caroline Darwin [29 abril de 1836]
“Mi ocupación ahora consiste en reacomodar mis viejas notas geológicas y este reacomodo consiste en volverlas a escribir por completo. Justo ahora estoy empezando a descubrir la dificultad de expresar mis propias ideas en papel. Si solo consiste en describir, esto es muy fácil, pero cuando el razonamiento entra en juego, hacer las conexiones apropiadas, una fluidez clara y moderada es para mí, como ya te dije, una dificultad de la que no tenía ni idea.
Mi espíritu se levanta con la geología e incluso aspiro a pensar que mis observaciones serán consideradas de alguna utilidad por los verdaderos geólogos. Veo con toda claridad que será necesario vivir en Londres durante un tiempo para que, según confío, la mayor parte de mis materiales podrán ser analizados exhaustivamente.”
Darwin no se equivocaba. A su llegada a Londres fue nombrado miembro de la Sociedad Geológica, de la que terminaría siendo Secretario unos años después. Allí conoció personalmente a su admirado Charles Lyell con quien entablaría una sólida amistad hasta el final de sus días.
Si tenéis la oportunidad de visitar la Abadía de Westminster en Londres comprobaréis que la tumba de Charles Darwin se encuentra a solo unos pasos de la de su amigo Charles Lyell.
Este post ha sido realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración deNaukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
Ryouga
Durante su viaje en el Beagle también alcanzo gran fama por los fósiles y animales que envió (la historia de la «Avesrtuz Petise»es muy divertida ) y por su teoría de la formación de los arrecifes de coral.
La observación geológica también sirvió para demostrar que las tierras de sudamerica habían emergido de los mares y no que fueran inundadas por el diluvio como le demostró incluso a Fitz-Roy
Por cierto creo que se hizo con el segundo volumen de Lyell durante su estancia en Chile.
Rawandi
«su profesor (y reverendo) John Henslow le había regalado [el libro de Lyell] para el viaje con la advertencia de: “Léelo pero no aceptes los puntos de vista ahí declarados”.»
Afortunadamente, Darwin siguió la primera parte de la advertencia de Henslow mas recusó la segunda; en otras palabras, optó por hacer caso al «profesor Henslow» desobedeciendo por completo al «reverendo Henslow».