El consumo de alcohol para el corazón y las dificultades de divulgar ciencia

Firma invitada

Javier Sánchez Perona

Es frecuente encontrar divulgadores científicos de nutrición que rechazan de forma tajante el consumo de alcohol, negando las creencias previas, que tan extendidas están en nuestra sociedad y nuestra cultura. Esas creencias que dicen que el consumo de alcohol de forma moderada es saludable para el corazón.

El máximo exponente de esta corriente es probablemente Julio Basulto. A Julio, lo mismo que a los otros divulgadores científicos, lo respeto muchísimo porque la labor que hacen es compleja, ingente y muy necesaria. Sin embargo, en algunas ocasiones me da la impresión de que algunos divulgadores somos demasiado categóricos con algunas afirmaciones. Realmente, es complicado divulgar, porque el público normalmente exige respuestas contundentes y en ciencia no siempre es fácil ser riguroso y contundente al mismo tiempo. Además la ciencia es dinámica, lo que hoy se da por sentado puede ser rebatido mañana. Las demostraciones científicas se obtienen tras muchos tipos de estudios que van aportando pequeñas evidencias, algunas con más potencia que otras, pero esos matices son difíciles de explicar al gran público. Aquí os dejo una charla Ted de Julio Basulto sobre el consumo de alcohol, que se ha hecho bastante viral.

Otra de mis divulgadoras favoritas es Deborah García Bello, que ha publicado muy recientemente un artículo sobre el consumo de alcohol, siguiendo la misma tesis que Julio Basulto: el consumo se alcohol es perjudicial siempre y en toda cantidad.

En su artículo, Deborah sostiene que el fundamento de que “el consumo de alcohol es saludable” proviene de los experimentos realizados con resveratrol, un polifenol presente en el vino. A este compuesto se han atribuido multitud de efectos, la mayoría positivos, sobre la salud. Yo llegué a escuchar a alguien decir que “si quieres que te salga algo en un experimento in vitro, ponle resveratrol, que hace de todo”. Sin embargo, los efectos del resveratrol no han sido aún probados en humanos.

En el artículo, Déborah hace una recopilación del conocimiento científico hasta la fecha sobre el consumo de alcohol y la opinión de algunas organizaciones de referencia, como la Organización Mundial de la Salud (OMS). En el informe de la OMS, Alcohol in the European Union, que es de 2012, se dice “el uso del alcohol está relacionado de forma abrumadora y perjudicial con muchos eventos cardiovasculares, incluyendo la enfermedad hipertensiva, accidente cerebrovascular hemorrágico y fibrilación auricular”. Pero lo que no menciona Déborah es que en el mismo párrafo se dice que “Para la cardiopatía isquémica y el accidente cerebrovascular isquémico, la relación es más compleja.” O sea, que para estos otros eventos cardiovasculares, no está tan claro si es consumo de alcohol es perjudicial. Y ya estamos con el problema de siempre. En estas condiciones es muy complicado responder a la pregunta ¿el alcohol es bueno para el corazón? Para poder responder rigurosamente habría que explicar los matices de accidente cerebrovascular hemorrágico y accidente cerebrovascular isquémico y eso no es tan fácil.

Siguiendo con el informe de la OMS, en el mismo párrafo dice. “Pero, por término medio, el consumo ligero a moderado tiene un efecto protector sobre las enfermedades isquémicas (Roerecke & Rehm, en prensa). Este efecto se encuentra igual para las personas que sólo beben cerveza o que sólo beben vino”. Y cuando ya parecía que el consumo moderado de cerveza sí podría tener un beneficio, el mismo párrafo le da otra vuelta. “Sin embargo, cada vez más se entiende que gran parte de este efecto se debe a factores de confusión (Roerecke & Rehm, 2010)”. Los factores de confusión son variables que se deben tener en cuenta a la hora de establecer las relaciones entre alcohol y salud. Por ejemplo, el estatus económico, la edad, la educación, el consumo de tabaco, drogas, etc. Muchas veces si no se tienen en cuenta estos confundidores aparecen relaciones donde en realidad no las hay. Por ejemplo, las personas que consumen vino habitualmente podrían tener mejor calidad de vida, pero no debido a las virtudes del vino, sino a su mayor poder adquisitivo.

Como habéis visto, en el párrafo anterior he citado a Roerecke y Rehm, investigadores de la Universidad de Toronto (Canadá), lo que me sirve para ejemplificar que el debate sobre el consumo moderado de alcohol sigue vigente. Estos autores hablan de la influencia de los confundidores, pero ellos mismos en un meta-análisis de estudios observacionales publicado en la revista Addiction en 2012, concluían que “Este estudio demostró que la mayor parte del efecto cardioprotector se puede lograr ya con 1-2 bebidas/día para los hombres y 1 bebida/día para las mujeres.” [1].

Y ahora viene lo bueno. ¡Guerra de científicos! Tras esta conclusión, Tim Stockwell, de la Universidad de Victoria (Canada), respondió con un comentario en la misma revista [2]. “Los autores señalan que la mayoría de los estudios incluidos fueron muy pobres. Muy pocos controlaron factores de confusión potenciales del estilo de vida (por ejemplo, no fumar) que pudieran estar correlacionados tanto con el consumo moderado de alcohol como con la salud, muy pocos controlados directamente por la inclusión de ex bebedores en el grupo de referencia ‘abstemio’ y muchos evaluaron la bebida al inicio durante un período de tiempo relativamente corto.” O sea, que según Stockwell, Roerecke y Rehm no habían elegido bien los estudios incluidos en su meta-análisis.

¿Qué es lo ideal que tiene que hacer un científico cuando hace una crítica de ese tipo? Replicar el estudio. Si los demás lo han hecho mal, él lo hará bien. Y eso hizo Stockwell. En 2016, publicó otro meta-análisis en el que incluyó más estudios que Roerecke y Rehm y se publicó en la revista Journal of Studies on Alcohol and Drugs [3]. Stockwell concluyó que “Las estimaciones del riesgo de mortalidad por el alcohol están significativamente alteradas por el diseño y las características del estudio. Los metaanálisis que ajustan para estos factores encuentran que el consumo de alcohol en volumen pequeño no tiene un beneficio neto de mortalidad en comparación con la abstención de por vida o el consumo ocasional de alcohol.” Dicho de otro modo, el consumo moderado de alcohol no es protector, y si otros estudios lo han encontrado es porque estaban mal diseñados. Este estudio se menciona en el artículo de Deborah también.

¿Pero pensabais que Roerecke y Rehm no tendrían una respuesta? Si es así os equivocabais. La publicaron en la misma revista [4]. Resulta que el estudio de Stockwell también tenía deficiencias: “Los estudios disponibles para el análisis de Stockwell son de cohortes seleccionadas de un rango limitado de sociedades, con importantes deficiencias metodológicas. La mayoría de los estudios dependen de una sola medida auto-reportada del volumen de bebida al momento de la inscripción en el estudio.” Y llegan a decir que no es posible comparar sociedades donde el consumo de alcohol es cultural y habitual con sociedades donde ser abstemio es lo normal: “Parece imposible determinar comparaciones verdaderas con la abstención en los países occidentales de altos ingresos. Los estudios prospectivos en países donde la abstención no es una anomalía cultural podrían ayudar a cuantificar los efectos.”

A Stockwell también le respondieron otros investigadores y de forma mucho más contundente [5]. En primer lugar porque se trata de investigadores que forman parte del Foro Científico Internacional de Investigación sobre Alcohol. Es importante señalar que este foro declara no recibir apoyo de ninguna organización o empresa de la industria de bebidas alcohólicas y que no tienen conflictos de interés. Y en segundo lugar por este comentario final: “En opinión de nuestro Foro, el artículo de Stockwell et al. distorsiona la evidencia científica acumulada sobre el alcohol y la mortalidad. La preocupación es que la selección sesgada de los estudios socava el valor del artículo, pero, lo que es más importante, promulga la desinformación en nombre del método científico.” ¡Toma ya! Pocas veces se puede leer algo tan duro en una revista científica.

En definitiva, parece que no está ni mucho menos claro que el consumo moderado de alcohol sea perjudicial para el corazón y que el debate está en su apogeo. Hace un par de meses, el grupo de Roerecke y Rehm publicó el último meta-análisis [6]: “Cuanto más alcohol se consume, mayor es el riesgo de enfermedad o muerte. Las excepciones fueron las enfermedades isquémicas y la diabetes, con relaciones curvilíneas, y con efectos beneficiosos en personas que beben de forma ligera o moderada, sin ocasiones irregulares en que beben grandes cantidades.” Con relaciones curvilíenas se refieren a la famosa curva J, que indica que el consumo moderado es más beneficioso que no consumir alcohol pero que los grandes consumidores tienen un riesgo mucho mayor (Figura 1).

Figura 1. Imagen tomada de Basulto J. La verdadera “curva en J” del alcohol, accedido el 28/08/2017

En este estudio, Roerecke y Rehm también admitían que se necesita tener en cuenta muchos más factores además de la cantidad de alcohol. El equipo de Miguel Angel Martínez-González, de la Universidad de Navarra, publicó en 2014 un estudio observacional en el que se tuvieron en cuenta, además de la cantidad de alcohol consumida diaria, la frecuencia de consumo semanal, el tipo de bebida alcohólica, si se come preferentemente con las comidas y si se abusa en algunas ocasiones [7]. Teniendo en cuenta todos estos factores, concluyeron que un patrón de consumo mediterráneo (consumo moderado diario, sobre todo de vino, durante las comidas y sin abuso irregular) conduce a un menor riesgo de mortalidad en comparación con los abstemios.

Como veis, el problema se suscita porque el grado de evidencia existente no es lo suficientemente alto. No existen por el momento suficientes datos de ensayos clínicos, que aportan un mayor nivel de evidencia científica. Por el momento los estudios está realizados en pequeños grupos de 20-40 personas [8-9], y están enfocados a marcadores asociados a la enfermedad cardiovascular, pero no a mortalidad o eventos primarios como el infarto o el ictus. Tendremos que esperar.

En conclusión, hay un fuerte debate científico todavía sobre los perjuicios y beneficios del consumo de alcohol. Por supuesto, no hay discusión sobre el consumo de alcohol en grandes cantidades, pero sí cuando el consumo es moderado y consiste en vino o cerveza. Aún no tenemos suficientes estudios clínicos para hacer afirmaciones demasiado rotundas sobre si el consumo de una copa de vino o cerveza al día puede ser beneficioso. Por tanto, me parece un poco arriesgado ser categórico, aunque sea lo que el público demande de un divulgador.

Referencias

1. Roerecke M, Rehm J. The cardioprotective association of average alcohol consumption and ischaemic heart disease: a systematic review and meta-analysis. Addiction. 2012;107(7):1246-60.

2. Stockwell T. Commentary on Roerecke & Rehm (2012): The state of the science on moderate drinking and health–a case of heterogeneity in and heterogeneity out? Addiction. 2012;107:1261-2.

3. Stockwell T, Zhao J, Panwar S, Roemer A, Naimi T, Chikritzhs T. Do «Moderate» Drinkers Have Reduced Mortality Risk? A Systematic Review and Meta-Analysis of Alcohol Consumption and All-Cause Mortality. J Stud Alcohol Drugs. 2016;77(2):185-98.

4. Rehm J, Roerecke M, Room R. All-Cause Mortality Risks for «Moderate Drinkers»: What Are the Implications for Burden-of-Disease Studies and Low Risk-Drinking Guidelines? J Stud Alcohol Drugs. 2016;77(2):203-4; discussion 205-7.

5. Barrett-Connor E, de Gaetano G, Djoussé L, Ellison RC, Estruch R, Finkel H, Goldfinger T, Keil U, Lanzmann-Petithory D, Mattivi F, Skovenborg E, Stockley C, Svilaas A, Teissedre PL, Thelle DS, Ursini F, Waterhouse AL. Comments on Moderate Alcohol Consumption and Mortality. J Stud Alcohol Drugs. 2016;77(5):834-6.

6. Rehm J, Gmel GE Sr, Gmel G, Hasan OSM, Imtiaz S, Popova S, Probst C, Roerecke M, Room R, Samokhvalov AV, Shield KD, Shuper PA. The relationship between different dimensions of alcohol use and the burden of disease-an update. Addiction. 2017;112(6):968-1001.

7. Gea A, Bes-Rastrollo M, Toledo E, Garcia-Lopez M, Beunza JJ, Estruch R, Martinez-Gonzalez MA. Mediterranean alcohol-drinking pattern and mortality in the SUN (Seguimiento Universidad de Navarra) Project: a prospective cohort study. Br J Nutr. 2014;111(10):1871-80.

8. Estruch R, Sacanella E, Mota F, Chiva-Blanch G, Antúnez E, Casals E, Deulofeu R, Rotilio D, Andres-Lacueva C, Lamuela-Raventos RM, de Gaetano G, Urbano-Marquez A. Moderate consumption of red wine, but not gin, decreases erythrocyte superoxide dismutase activity: a randomised cross-over trial. Nutr Metab Cardiovasc Dis. 2011;21(1):46-53.

9. Mori TA, Burke V, Zilkens RR, Hodgson JM, Beilin LJ, Puddey IB. The effects of alcohol on ambulatory blood pressure and other cardiovascular risk factors in type 2 diabetes: a randomized intervention. J Hypertens. 2016;34(3):421-8.

Sobre el autor: Javier Sánchez Perona (@MrChylo) es Científico Titular del Instituto de la Grasa-CSIC y Profesor Asociado de la Universidad Pablo de Olavide. Trabaja en el conocimiento de los mecanismos implicados en el transporte y metabolismo de los lípidos en humanos, así como en las repercusiones que tienen las grasas de la dieta y sus compuestos bioactivos sobre las enfermedades metabólicas. Es miembro de Ciencia Con Futuro y divulga en el blog Malnutridos

11 comentarios

  • Avatar de Sergio Costas

    Vaya por delante que no soy nutricionista. Sin embargo, sí leí hace cosa de un año el motivo por el que la opinión científica estaba cambiando y ya no se consideraba «buena» esa copita. El motivo es que el famoso gráfico en J, que pones casi al final, tiene un sesgo que no se había tenido en cuenta antes, y es que las personas que fueron (en pasado) grandes bebedores pero que, por motivos (por ejemplo cirrosis hepática, trasplante de hígado, etc) han tenido que dejar completamente de beber, eran metidos en el grupo de «no bebedores» (o sea, 0 copas), porque sólo se tenía en cuenta la situación actual. El resultado es que ese grupo se veía perjudicado frente al grupo de bebedores ocasionales, que no contaba en él con grandes bebedores que, de golpe, hayan pasado a tomar sólo «una copita de vez en cuando». En el momento en que se eliminaba del grupo de abstemios a las personas que fueron grandes bebedores en el pasado, la gráfica se convertía en una recta.

    • Avatar de Javier Sánchez Perona

      Gracias por el comentario, Sergio. La actualización a la que te refieres proviene del estudio de Stockwell de 2016, que cito en la referencia 3. Lo explica muy bien Julio Basulto en su blog. http://juliobasulto.com/la-verdadera-curva-en-j-del-alcohol/. La imagen proviene de la Universidad de Victoria. Como puedes ver, no se convierte realmente en una recta, sino que conserva la forma de J, pero pierde el posible efecto protector. Aún así, el riesgo de un abstemio sería mayor que el de una persona que tuviera un consumo moderado.
      En cualquier caso, y en consideración de los estudios posteriores, insisto que necesitamos ensayos clínicos para poder hacer recomendaciones que el máximo rigor.
      ¡Saludos!

  • Avatar de Jon

    Muy buen artículo, completamente de acuerdo. Además me lleva a varias preguntas cuyas respuestas desconozco.
    Se debe divulgar sobre temas en los que no hay consenso científico, poniéndose de una parte? En caso negativo, que grado de consenso resulta necesario? Se puede divulgar resultados que pueden provocar conductas perjudiciales en la población. Está del alcohol con moderación es una de ellas, pero hay más. Por ejemplo, relacionando consumo de carne roja con fuerza en personas mayores, el beneficio del cannabis (u otra planta) en ciertas situaciones o el efecto de alguna medicina «alternativa» en alguna patología.

    • Avatar de Javier Sánchez Perona

      Hola Jon. Comparto tu preocupación y envido a la grande. En nutrición, no solo tenemos el problema de la divulgación sino de las recomendaciones que sociedades científicas y organismos oficiales hacen. En muchos casos no se dispone de datos con un elevado grado de evidencia científica y nos tenemos que contentar con lo que tenemos, normalmente estudios observacionales. Uno diría que en esas condiciones no se pueden establecer recomendaciones, pero en tal caso no podríamos siquiera tener pirámides alimentarias.
      Por ponerte un ejemplo, hasta 2013 no se publicó el primer ensayo clínico sobre dieta mediterránea. Tienes más información aquí. http://malnutridos.com/2015/10/30/el-predimed-un-estudio-imprescindible-que-no-podia-esperar-mas/ Hasta entonces las recomendaciones de consumo de dieta mediterránea se basaban en estudios epidemiológicos y clínicos de potencia muy baja (por el número de sujetos y los tiempos de ensayo).
      Así pues, se mantiene la pregunta. ¿Qué hacemos con las recomendaciones para las que no tenemos suficiente evidencia?
      A mí la única respuesta que se me ocurre es invertir más en ciencia.
      Que tengas un buen día.

  • Avatar de Gontzal Aizpurua Ondaro

    No te puedes imaginar lo que.me.ha sosegado y consolado la información -o mi intetesada conclusion-. (Más aún después de haber leido un artículo apocalíptico al respecto). Es, junto a la confirmación de que el universo es finito, la noticia más esperanzadora de los últimos tiempos.

  • Avatar de Juan Ignacio Pérez Iglesias

    Mi respuesta a la pregunta de si se debe divulgar es: «depende». Depende de otras circunstancias y de lo que pretendas divulgando.
    En el caso del alcohol, si tenemos en cuenta: a) sus efectos sobre la probabilidad de sufrir siete cánceres, al menos, b) que no hay consenso en lo relativo a los efectos de dosis bajas sobre enfermedades cardiovasculares, y sobre todo, c) el gran volumen de publicidad basada en los supuestos efectos beneficiosos de las bebidas alcohólicas, no hay ninguna duda de que sí. El comparativamente mínimo efecto perjudicial que se pudiera causar porque alguien deje de beber la copita diaria de vino que tan bien le sienta (me gustaría saber si alguien lo va a hacer) es ridículo al lado de la gigantesca publicidad proalcohólica que nos rodea, parte de ella, además, apelando a supuestos efectos beneficiosos.
    Sobre el resto de temas, por ahora, no me pronuncio. Lo haré si son tema de anotación.

    • Avatar de Jon

      La pregunta era también la contraria. Hay que divulgar los estudios que dicen que el alcohol con moderación es bueno? Y decir cosas que no están del todo probadas? El alcohol con moderación aumenta el riesgo cardiovascular. Es decir hay que sacrificar la rigurosidad del mensaje por el efecto sobre la población del mismo?

  • Avatar de Juan Ignacio Pérez Iglesias

    Y añado:
    Máxime cuando en el trabajo de divulgación se aportan las correspondientes referencias que sustentan la tesis que se expone y si, como es el caso, se ofrece la posibilidad de publicar anotaciones en las que se exponga el punto de vista contrario.

      • Avatar de Juan Carlos

        Con vuestro permiso quisiera añadir algo.

        Estoy con los argumentos que Juan Ignacio expone, creo que en este caso es más que necesario. Pero creo que hay que resaltar algo que ha añadido el autor en el post: «tengo la impresión de que algunas veces somos demasiado categóricos», de hecho yo hubiera añadido otra frase que, a mi juicio, pasa también en temas como este «algunas veces nos dejamos llevar por nuestros sesgos y mezclamos nuestra ideología con los datos científicos».
        Ese idea me lleva a añadir que, cuando se divulgue sobre temas como los que estáis hablando, si te posicionas (cosa que no me parece inadecuada), debes de controlar tus frases para que el lector sepa claramente cuando estás hablando desde el rigor científico y cuando estás hablando desde tu perspectiva personal.

        Saludos

  • […] Los posicionamientos de algunos divulgadores sobre el consumo moderado de vino ha llevado a Javier Sánchez Perona a realizar esta muy interesante reflexión: El consumo de alcohol para el corazón y las dificultades de divulgar ciencia […]

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