En Esa pesadilla científica llamada mineralogía dábamos una definición de mineral que nos ha servido suficientemente bien por el recorrido que hemos hecho por la historia de esta ciencia. Y, sin embargo, esa definición no es del todo correcta. Y no es exactamente correcta porque la historia tiene cosas que decir.
En los listados existen algunos minerales que, según las reglas actuales, no podrían considerarse minerales y sin embargo lo son oficialmente. Esas reglas las establece una comisión específica de la Asociación Mineralógica Internacional (IMA, por sus siglas en inglés), un organismo fundado en Madrid en 1958 y que agrupa actualmente a 40 sociedades nacionales. La AMI publica regularmente el listado de especies minerales reconocidas, listado que se ha actualizado en septiembre de 2018 y que puede ser descargado aquí. Pero vayamos por orden y veamos el origen de la clasificación actual de los minerales reconocida oficialmente.
La clasificación actual de los minerales, la 10ª Edición de la Nickel-Strunz, tiene su origen en el trabajo de Karl Hugo Strunz.
Strunz nació en Weiden (Baviera, Alemania) en 1910 y estudió ciencias naturales en la Universidad de Múnich, especializándose en mineralogía. Obtuvo una beca de investigación en la Universidad Victoria en Manchester (Reino Unido), donde trabajó con el físico y cristalógrafo William Lawrence Bragg, quien en 1912 descubrió lo que hoy se conoce como la ley de difracción de rayos X de Bragg, la base para a determinación de la estructura cristalina. Posteriormente, Strunz ocupó puestos de investigación con Paul Niggli en Zurich y Paul Ramdohr en Berlín. Ocupó cargos de profesor en la Universidad Friedrich-Wilhelm, ahora Universidad Humboldt en Berlín, en la Universidad de Ratisbona y en el Instituto de Tecnología de Berlín.
Strunz desarrolló una clasificación de los minerales que se basaba tanto en su composición química como en su estructura cristalina. Su trabajo reagrupó las categorías de James Dwight Dana en un sistema más útil, pero también más complejo.
Las Mineralogische Tabellen de Strunz se publicaron por primera vez en 1941, cuando era curador del Museo de Mineralogía de la Universidad Friedrich-Wilhelm. Strunz había estado clasificando la colección del museo de acuerdo con las propiedades cristalinas y químicas.
Strunz fue miembro fundador y luego presidente de la Asociación Mineralógica Internacional. Él mismo descubrió 14 nuevos minerales, y la strunzita lleva su nombre.
El sistema de Strunz se sometió a una revisión importante en 1966 y tras la colaboración con Ernest Henry Nickel para la novena edición, publicada en 2001, el sistema pasó a conocerse como la clasificación Nickel-Strunz. Actualmente está en vigor la décima edición.
La clasificación de Strunz dividía los minerales en nueve clases que se dividen aún más según la composición y la estructura del cristal. La décima edición establece 10 categorías. Estas categorías son (pueden verse con algo más de detalle aquí):
1 – Elementos
2 – Sulfuros y sulfosales
3 – Haluros
4 – Óxidos e hidróxidos
5 – Carbonatos y nitratos
6 – Boratos
7 – Sulfatos
8 – Fosfatos
9 – Silicatos
10 – Compuestos orgánicos
Decíamos al comienzo que nuestra definición no es del todo correcta porque la historia tiene cosas que decir. Recordemos: Un mineral es una sustancia que:
a) existe en la naturaleza (esto incluye cualquier parte del universo) naturalmente, esto es, sin intervención humana;
b) tiene una composición química característica, aunque no tiene por qué tener una fórmula química exacta;
c) posee una estructura generalmente cristalina. Esta afirmación implica que los minerales son, en principio, sólidos, que la estructura cristalina puede tener alteraciones debido a impurezas, y que además se usa la definición actualizada de cristal (sólido con un patrón de difracción definido) lo que incluye a los cuasicristales.
Pero, si la definición incluye a los cuasicristales y los minerales extraterrestres, ¿que es lo que la clasificación de Nickel-Strunz admite que no cumple con la definición? La clave está en la condición de cristalinidad.
Existe un mineral aprobado actualmente que es un líquido a temperatura ambiente, el mercurio, que, al ser un líquido, no tiene estructura cristalina y no puede producir un patrón de difracción. De hecho existe una familia del mercurio y sus amalgamas (la 1.AD de Strunz).
También existe todo un conjunto minerales amorfos. El ópalo es, quizás, el más conocido. Ello se debe a que cuando la composición se define con precisión mediante un análisis cuidadoso, se demuestra que la sustancia es única, está en una sola fase y, a pesar de ello, se comprueba que no existe un patrón de difracción, la CNMNC (la comisión de la IMA encargada) puede considerar incluir en los listados una sustancia amorfa. Esto se hace siempre caso por caso. El ópalo, sílice hidratada (SiO2·nH2O), sin embargo, es otra de estas excepciones históricas que nunca se aprobarían como mineral bajo las normas actuales (la n indica que la composición es variable). De momento el ópalo aparece clasificado como óxido: 4.DA.10 de Strunz, pero es muy posible que en una futura edición tanto el ópalo como el mercurio pierdan su estatus.
Ya lo dijimos, la mineralogía es una pesadilla científica. Pero fascinante.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Miguel
Muchas gracias por el artículo, la verdad es que te deja claro todo esto, porque he abierto el enlace de la wikipedia que has puesto y me ha dejado un poco abrumado tanta información, por eso un poco de luz como este artículo siempre se agradece para aprender algo nuevo 🙂
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