A finales del mes de noviembre, mi hermana Inés me mandaba unas fotos de la revista Ling que estaba ojeando en el avión de vuelta a Barcelona. Quería mostrarme un reportaje que hablaba del Parabelrutsche, un singular tobogán “muy matemático” situado en el interior de uno de los edificios de la Universidad Técnica de Múnich. Me pareció una propuesta muy ingeniosa, así que me puse a buscar información.
El proyecto Kunst am Bau –Arte dentro del edificio– es una iniciativa que deben seguir los edificios públicos en Alemania. Las leyes alemanas obligan al utilizar un porcentaje de los costos de edificación de las construcciones estatales –normalmente un 1%– al arte en cualquiera de sus formas. Es parte de su responsabilidad en la promoción de la cultura arquitectónica.
Teniendo en cuenta esta norma, en 2002, la Universidad Técnica de Múnich eligió las Facultades de Matemáticas e Informática del campus de Garching para combinar ciencia y arte. El equipo formado por los artistas Johannes Brunner y Raimund Ritz ganó el concurso de ideas lanzado por la universidad con un proyecto insólito para un centro universitario: dos enormes toboganes uniendo el tercer piso y la planta baja –separados por trece metros de altura– del edificio.
Pero estos toboganes no poseen una forma estándar. En realidad, la propuesta artística tiene muchas ideas matemáticas subyacentes. Esos toboganes son en realidad las dos partes de una formidable parábola hueca colocada en el vestíbulo del edificio, dos inmensos tubos curvos de acero que permiten evitar las escaleras y ahorrar tiempo.
Parece que la primera idea de Brunner y Ritz fue la de construir una escalera parabólica; pero la pendiente era demasiado brusca, incumpliendo las normas de seguridad. Así que no podía realizarse. Optaron entonces por un tobogán parabólico: dos piezas de aluminio, dos conductos huecos y curvos de un metro de diámetro, formando la parábola de ecuación z = y = x² h/d², donde xyz representa las coordenadas cartesianas del espacio, h es la altura desde la planta baja hasta la entrada en los toboganes (en el tercer piso) y d es la distancia (en horizontal) entre la entrada al tobogán en el tercer piso y la salida en la planta baja (ver la imagen 2).
Para descender por los toboganes, unas alfombrillas deslizantes están a la disposición de toda aquella persona que decida utilizar este “transporte rápido”. Usarlas evita rozaduras y el descenso es eficaz, ya que el interior de los tubos está revestido por un material antideslizante.
El Parabelrutsche forma ya parte del paisaje de este edificio universitario. Parece que su utilización es impecable: un cartel anuncia en las entradas de los toboganes que su mal uso puede llevar a la retirada de la matrícula o a la expulsión de la universidad.
Además de ser un remplazo a las “aburridas” escaleras, esta magnífica escultura “suaviza” el “frío” aspecto del interior del edificio. He leído que, antes de colocar el Parabelrutsche, algunas y algunos estudiantes comparaban la apariencia del edificio alojando las Facultades de Matemáticas e Informática con la de la cárcel de Alcatraz. La verdad, sí que la recuerda un poco…
Referencias:
Daniel Martorell, ‘Mates’ al servicio del arte, Revista Ling, noviembre 2018, págs. 38-41
Parabelrutsche am Neubau Mathematik/Informatik der TUM auf dem Campus Garching, TUM
Imágenes del tobogán parabólico, TUM
Parabelrutsche, TUMcampus, Das Magazin der Technischen Universität München 2, 2018, pág. 63
Projekte am Bau, 2002 Parabel, Brunner/Ritz
Parabelrutsche: Is This the Coolest Slide in the World? , Kuriositas, 8 junio 2013
Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad.
Ismael
¿A quién se le ocurre revestir el interior de un tobogán con material antideslizante?
César Tomé
A cualquiera que sepa física elemental y le preocupe la seguridad de usuarios y peatones.