Al ponerme delante del ordenador para escribir esta segunda parte, de lo que será una serie de tres, de la entrada Las emocionantes aventuras del número tres (I) no he podido dejar de pensar en que hay muchas obras literarias, artísticas o películas que forman trilogías, es decir, son tres obras que están conectadas argumentalmente entre sí, o por medio de sus personajes u otros elementos.
En la literatura podemos mencionar, entre la enorme cantidad de ejemplos que existen, El señor de los anillos (J. R. R. Tolkien, 1954/55), La trilogía de Nueva York (Paul Auster, 1985/87), Trilogía estadounidense (Philip Roth, 1997/2000), Memorias de Idhún (Laura Gallego García, 2004/06), La saga Millenium (Stig Larsson, 2005/07) o Los juegos del hambre (Suzanne Collins, 2008/10).
En el cine tenemos ejemplos como El padrino (Francis Ford Coppola, 1972/74/90), la trilogía original de Star Wars (1977/80/83), Mad Max (George Miller, 1979/81/85), la serie Tres colores de Krzysztof Kieślowski, Azul (1993), Blanco (1994) y Rojo (1994), Matrix (las hermanas Wachowski, 1999/2003/2003), El señor de los Anillos (Peter Jackson, 2001/02/03) o El señor oscuro (Christopher Nolan, 2005/08/12), entre muchas otras.
Y citemos también algún ejemplo en la música. Tenemos la trilogía de Berlín de David Bowie, formada por los álbumes Low (1977), “Heroes” (1977) y Lodger (1979), La trilogía Bleach (1989), Nevermind (1991) y In Utero (1993), del grupo de grounge Nirvana, la trilogía de canciones The Unforgiven (I, II y III) del grupo de trash metal Metallica, pertenecientes a sus álbumes Metallica (1991), ReLoad (1997) y Death Magnetic (2008), o la trilogía ¡Uno!, ¡Dos! y ¡Tré! (2012), del grupo pop-punk Green Day.
Estos son solo algunos ejemplos de los muchísimos que existen de trilogías en la literatura, el cine, la música o el arte en general. Sin embargo, no existe tanta proliferación de series de dos obras. De hecho, pensad en cuál es el término para designar al conjunto de dos obras conectadas argumentalmente. La verdad es que, aunque yo podía sospechar cual era, he tenido que mirarlo. Según la Real Academia Española los términos que se podrían utilizar son “dilogía” o “bilogía”, aunque no es lo normal y se suele hablar de una obra en dos partes.
Por otro lado, hablando del número tres y de obras literarias, artísticas o películas, podemos observar también que existen algunas obras con el número tres en su título. Si pensamos en la literatura infantil, rápidamente nos vendrán a la mente cuentos como Los tres cerditos (1853), de James Halliwell-Phillipps, o Ricitos de oro y los tres osos (1837), de Robert Southey. Si miramos la obra literaria de los hermanos Grimm, Jacob y Wilhelm, muchos de sus cuentos tienen números en los títulos, como es el conocido cuento El lobo y las siete cabritillas, pero es el número tres el más utilizado por los hermanos Grimm sin lugar a dudas, de 200 cuentos escritos 15 tienen el número tres en su título, como Los tres enanitos del bosque, Las tres hilanderas o Los tres pelos de oro del diablo. También nos encontramos alguna de las fábulas de Esopo (del siglo VI a.n.e.) como Los tres amigos o El león y los tres bueyes. O el clásico de la literatura infantil contemporánea Los tres bandidos (1961), de Tomi Ungerer.
Pero también en la literatura no infantil encontramos algunas obras conocidas con el número tres en su título, como la famosa novela Los tres mosqueteros (1844), de Alejandro Dumas; los cuentos del escritor ruso León Tolstoi, Tres muertes (1859), Los tres ermitaños (1886), Tres hijos (1887) y Las tres preguntas (1905); la novela de Pedro Antonio de Alarcón, El sombrero de tres picos (1874); la novela cómica Tres hombres en un bote (1889) del escritor inglés Jerome K. Jerome; la novela Los tres crímenes de Arsenio Lupín (1910) es una de las muchas novelas del escritor francés Maurice Leblanc protagonizada por uno de los personajes clásicos de la literatura policial, Arsenio Lupín, y que sirve de inspiración a una reciente serie de televisión de Neflix; el cuento Tres ratones ciegos (1950) de la escritora de novela policiaca Agatha Christie, o su novela Tragedia en tres actos (1934); la conocida obra teatral española Tres sombreros de copa (1947), de Miguel Mihura; la novela del escritor cubano Guillermo Cabrera Infante, cuyo título está inspirado en un trabalenguas infantil, Tres tristes tigres (1967); o por citar algunas obras más recientes, Tres días y una vida (2016), del escritor francés Pierre Lemaitre, y Las tres bodas de Manolita (2014), de la escritora madrileña Almudena Grandes.
Desde los orígenes del cine nos encontramos muchas películas con números en su título, aunque el número tres es uno de los que más aparecen, desde películas mudas como Las tres edades (1923), de Buster Keaton, a clásicos del cine como Tres lanceros bengalíes (1935), de Henry Hathaway, interpretada por Gary Cooper, Las tres noches de Eva (1941), de Preston Sturges, interpretada por Barbara Stanwyck, Henry Fonda y Charles Coburn, Tres padrinos (1948), de John Ford, con John Wayne a la cabeza del reparto, Tres mujeres (1952), del director sueco Ingmar Bergman, Tres vidas errantes (1960), de Fred Zinneman, interpretada por Deborah Kerr, Robert Mitchum y Peter Ustinov, hasta películas actuales como Tres anuncios en las afueras (2017), de Martin McDonagh, interpretada por Frances McDormand, Woody Harrelson y Sam Rockwell, por citar algunas.
Y podríamos citar muchas canciones como Three Little Birds (1977) de Bob Marley & The Wailers, Three O’clock Blues (1946) de Lowell Fulson, que también han interpretado B. B. King y Eric Calpton, o Three coins in a Fountain (1954), de la película homónima, y que también interpretó Frank Sinatra.
Más aún, también es muy frecuente la repetición de tres nombres, personajes, eventos, objetos, etcétera, como en el lema de la República Francesa Liberté, égalité, fraternité (Libertad, Igualdad y Fraternidad), la expresión Vini, Vidi, Vinci, que puede traducirse como “llegué, vi, vencí”, atribuida a Julio César, y que se utiliza en la actualidad cuando se quiere expresar que algo se ha conseguido de forma exitosa con rapidez, el eslogan publicitario de un famoso detergente, Busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo, la película El bueno, el feo y el malo (Sergio Leone, 1966), la canción Stop, Look and Listen (1965), de Bill Haley & His Comets, que también fue interpretada por el rey del rock Elvis Presley. Este fenómeno recibe el nombre de la regla de tres, pero no la regla matemática.
Se conoce como la regla de tres a un principio de la escritura que afirma que cualquier trio de eventos, personajes, objetos, expresiones, características y demás son más satisfactorios y efectivos que cualquier otra cantidad. De hecho, en latín existe la expresión omne trium perfectum, que podríamos traducirlo como “todo lo que viene en grupos de tres es perfecto”, viene a afirmar esto mismo.
Un ejemplo clarificador son los eslóganes o lemas, como los ya comentados en los ejemplos previos, aunque podríamos citar otros. En la línea del lema de la República francesa tenemos una de las frases más famosas de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América es Life, Liberty and the pursuit of Happiness (vida, libertad y la búsqueda de la felicidad) que recoge algunos ejemplos de los derechos inalienables de las personas. Así mismo, la primera línea del himno nacional alemán es Einigkeit und Recht und Freiheit (unidad, justicia y libertad).
Por otra parte, en la línea del slogan publicitario Busque, compare y, si encuentra algo mejor, cómprelo, podemos citar el utilizado por la marca de galletas con caramelo y chocolate Mars que decía A Mars a day helps you work, rest and play (Un Mars al día te ayuda a trabajar, descansar y disfrutar). O el slogan sobre seguridad contra los incendios que se enseña a los niños en los países de habla inglesa, Stop, drop and roll (Detenerse, dejarse caer y rodar).
Hablando de expresiones que vienen dadas por tres elementos, no podemos olvidar el legendario lema del rock sexo, drogas y rock and roll, que ya era el lema de los hippies de la década de los años 1960 y que después se convirtió en consigna del rock durante un par de décadas. El cantante punk inglés Ian Dury convirtió este lema en una canción en 1977, Sex and Drugs and Rock and Roll.
Mientras escribo esto me viene a la cabeza una serie estadounidense que veo con mi hija, Pose, en la que también se muestra un ejemplo de la regla del tres. En la introducción de la serie se escucha al maestro de ceremonias de los “ballrooms” decir La categoría es … ¡vive! … ¡lúcete! … ¡posa!.
Pero incluso podemos citar algunos refranes populares como En habiendo vino, baraja y brasero, ¡venga aguacero! o Naipes, mujeres y vino, mal camino. De un antiguo refrán ya en desuso, Oír, ver y callar, recias cosas son de obrar, que nos previene de que hay que tener cuidado con estas tres acciones ya que nos resulta difícil no realizarlas, viene la expresión moderna oír, ver y callar que se utiliza en la actualidad con otros significados.
Hablando de refranes, aunque no es un ejemplo de la regla de tres, no podía olvidarme de A la tercera va la vencida, que nos habla del esfuerzo. Respecto al origen de esta expresión se dice que proviene de la lucha cuerpo a cuerpo en la que se da como vencedor a quien ha derribado a su oponente por tres veces. Otra hipótesis sobre el origen de esta expresión es que en la milicia romana los soldados más valerosos y veteranos se colocaban en la tercera fila, sosteniendo a las dos filas precedentes, eran los triarios. Incluso hay otra hipótesis según la cual, en los siglos XVI y XVII tras los dos primeros delitos por hurto, la tercera condena significaba la pena de muerte, por eso a la tercera va la vencida.
Como se explica en el blog Verbalina el patrón de tres elementos aporta a la escritura las siguientes características: es breve, fácil de recordar y aporta ritmo; expone el desarrollo o evolución de algo; puede crear una expectativa sobre su último elemento. Dos de los ejemplos utilizados para ilustrar estas ideas son los siguientes. Por una parte, la sentencia del filósofo y escritor romano Séneca (siglo I):
Decir lo que sentimos, sentir lo que decimos, concordar las palabras con la mente.
O la famosa cita del libro y la película La princesa prometida:
Me llamo Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre. Prepárate a morir.
De hecho, esta estructura coincide con lo que nos enseñaron en clase de que toda obra literaria, o toda historia, debe tener tres partes: introducción, nudo y desenlace. Esta es la estructura, por ejemplo, en la cita de La princesa prometida. La introducción del personaje “Me llamo Íñigo Montoya”, la segunda frase, aunque brevemente, nos cuenta el nudo de esta pequeña historia, el motivo por el cual se presenta Íñigo Montoya, “Tú mataste a mi padre”, y se cierra con el desenlace, “Prepárate a morir”.
El tercer elemento es el que rompe la tensión de la historia, muchas veces creando un giro en la misma o, como suele ser utilizado en el humor, creando un efecto. Se suele mencionar como ejemplo de esto la cita popularizada por el escritor eatadounidense Mark Twain:
Hay tres tipos de mentiras: mentiras, malditas mentiras y estadísticas.
La expresión “estadísticas” después de “mentiras” y “malditas mentiras” produce un giro efectista, ya que podríamos esperar un grado mayor en las mentiras, pero este son las estadísticas.
En la página Cursos profesionales para guionistas citan una escena de la película Un día en las carreras (Sam Wood, 1937) de los hermanos Marx. Como se explica los tres hermanos, Groucho, Chico y Harpo, en su papel de detectives, explican al jefe los resultados de su seguimiento a un grupo de personas. Y dice Chico:
El primer día nos engañaron. Fuimos a la carrera y no vinieron. El segundo día los engañamos. Estuvieron en las carreras, pero no aparecimos. El tercer día nos engañamos todos, porque nadie fue.
Otro ejemplo que me viene a la cabeza mientras escribo esto es la película Mejor … imposible (James L. Brooks, 1997), interpretada por Jack Nicholson, Helen Hunt y Greg Kinnear. El personaje interpretado por Helen Hunt, que es camarera en Brooklyn, llega a su casa, donde vive con su madre y su hijo, y se encuentra con un médico atendiendo al hijo, que es asmático y necesita cuidados continuos. El médico, enviado por el personaje interpretado por Jack Nicholson –un escritor de éxito de novelas románticas con un transtorno obsesivo-compulsivo–, atiende de maravilla al niño, como no le han atendido nunca. Entonces, el personaje de Helen Hunt, que está con su madre, le dice al médico: “¿Podemos traerle alguna otra cosa? … ¿un poco de agua? … ¿un café? … ¿o un par de esclavas?”. La idea de este diálogo es la misma, un giro en el tercer elemento.
O podemos mencionar alguno de esos chistes cortos que utilizan esta estructura. Por ejemplo:
– ¡Rápido, necesitamos sangre!
– Yo soy 0 positivo.
– Pues muy mal, aquí se viene a animar.
O este otro:
– ¿Cuánto cuesta alquilar un coche?
– Depende del tiempo.
– Vale, pongamos que llueve.
Por otra parte, el número tres aparece frecuentemente en la mitología y las religiones. En la religión cristiana uno de los dogmas centrales es la Santísima Trinidad, que afirma que Dios es uno y trino, el padre, el hijo y el Espíritu Santo. Pero, además, la presencia del número tres es constante en elementos principales de la religión: cuando nace Jesús le visitan los tres Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar, que le regalan oro, incienso y mirra; Jesús fue tentado tres veces por Satanás en el desierto como aparece en el evangelio de Juan; en la conversión del apóstol San Pablo, este pasó tres días “sin ver, sin comer y sin beber” como aparece recogido en el libro Los hechos de los apóstoles del Nuevo Testamento; en el episodio de la oración en el huerto de Getsemaní Jesús fue acompañado de tres apósteles, Pedro, Juan y Santiago, pero principalmente le pidió tres veces a su padre que le evitara el sufrimiento, te ruego que apartes de mí este cáliz; como había profetizado Jesús a Pedro, Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces, el apóstol negó tres veces a Jesús; Jesús fue crucificado junto a dos ladrones formando un grupo de tres y resucitó al tercer día.
Siguiendo con los ejemplos religiosos que aparecen recogidos en la Wikipedia sobre el número tres, al igual que en el cristianismo existe la Santísima Trinidad, en el hinduismo está el Trimurti (que en sanscrito significa “trinidad”). Este está formado por los tres dioses importantes de la mitología hinduista: Brahma, creador del universo, Visnú, que se encarga de preservar el universo, y Shiva, quien destruye el universo en el fin del mundo. De forma paralela existen tres deidades femeninas, Saraswati (diosa del aprendizaje, las artes y la realización cultural), Lakshmi (es inteligencia cósmica, conciencia cósmica y conocimiento cósmico) y Kali (la diosa de la riqueza, la fertilidad, la bondad, la luz y la realización material y espiritual). Además, en el texto sagrado Bhagavad-gītā (entre los siglos VI y III antes de nuestra era) se citan tres caminos para la salvación, el karma yoga, bhakti yoga y jnana yoga.
En el budismo existe la Triratna, o «tres joyas», formada por Buda, Dharma y Sangha, que como podemos leer en la Wikipedia son “las cosas en las que una persona budista toma refugio para ser seguidor de las enseñanzas de Buda Gautama [fundador del budismo]”, son los tres caminos dentro del budismo. Buda es la iluminación espiritual, Dharma es la enseñanza del budismo, la ley religiosa, y Sangha, la comunidad budista.
En el Taoísmo las tres divinidades principales son conocidas como los Tres Puros, el Puro de Jade, conocido como Yuanshi Tianzun (“venerable celeste del comienzo original”), el Puro Superior, conocido como Lingbao Tianzun (“venerable celeste del tesoro sublime”) y el Gran Puro, conocido como Daode Tianzun (“venerable celeste del tao y su virtud”) y Taishang Laojun (“supremo señor Lao”). Además, entre los valores éticos del Taoísmo están los “Tres Tesoros”: la compasión, la frugalidad, y la humildad.
Podríamos poner multitud de ejemplos de la religión, como las tres virtudes en la teología católica –fe, esperanza y caridad–, o ejemplos de la mitología, como las tres Parcas de la mitología romana, Nona, Décima y Morta, personificaciones del destino y que controlaban el hilo de la vida de cada mortal, que en la mitología griega son las Moiras, Cloto, Láquesis y Átropos, y en la mitología nórdica, las Nornas, Urðr (“lo que ha ocurrido”, el destino), Verðandi (“lo que ocurre ahora”) y Skuld (“lo que debería suceder, o es necesario que ocurra”).
Esta entrada del Cuaderno de Cultura Científica está llegando a su fin. Pero antes nos planteamos el motivo por el cual cuando un grupo realiza una acción conjuntamente se suele decir “a la de tres” y se cuenta hasta tres, o se cuenta hasta tres como se hace al inicio de una canción, para realizar la acción conjuntamente. El motivo es que se necesita contar al menos hasta tres para marcar un ritmo.
Por lo tanto, uno, dos, tres … hasta la siguiente entrada, en la que hablaremos de la regla de tres en matemáticas.
Sobre el autor: Raúl Ibáñez es profesor del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica
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La regla de tres, o las emocionantes aventuras del número tres (III) — Cuaderno de Cultura Científica
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