Se han descrito hasta la fecha unas 200 000 especies de lepidópteros. Se trata del segundo grupo de insectos más diversificado, detrás de los coleópteros, y casi igualado con los dípteros. Como es bien conocido, mariposas y polillas pasan por una fase larvaria: las orugas. Estas realizan una metamorfosis para dar lugar a la fase adulta. Las orugas son herbívoras en su inmensa mayoría, sólo un 0,13% de las especies son carnívoras. Los más notables ejemplos de esta desviación de la norma los encontramos en las islas Hawaii.
Las condiciones geográficas, ecológicas y climáticas de las islas Hawaii las han convertido en un auténtico laboratorio de experiencias evolutivas, particularmente en lo que se refiere a las orugas. Por ejemplo, el género Eupithecia cuenta con unas 1400 especies distribuidas por todo el mundo. Sus orugas se alimentan de plantas, pero en Hawaii hay seis especies que han desarrollado un mecanismo sorprendente de captura de insectos, como podemos ver en este artículo.

Nos ocupamos hoy de Hypomoscoma, un género de pequeños lepidópteros endémico de las islas Hawaii y especialmente llamativo (Figura 1). Se trata de un caso excepcional de radiación evolutiva. Sus 350 especies se extienden por toda clase de hábitats, desde los bosques costeros hasta las cimas heladas de los volcanes. En muchos casos las especies ocupan territorios muy pequeños, y sus orugas desarrollan comportamientos insólitos. Al menos dos linajes independientes de Hypomoscoma capturan caracoles inmovilizándolos con hilos de seda y devorándolos dentro de su caparazón. Como mínimo, otros tres linajes diferentes de Hypomoscoma han desarrollado orugas anfibias, capaces de vivir y llegar hasta la metamorfosis tanto fuera como dentro del agua. No se conoce otro caso entre los insectos. Eso sí, estas orugas solo pueden vivir en corrientes de agua muy oxigenada, captando el oxígeno disuelto a través de la fina piel de su abdomen.
La más reciente sorpresa que nos ha deparado Hypomoscoma es una especie que ha desarrollado un comportamiento singular. No ha recibido todavía un nombre científico, por lo que sus descubridores, investigadores del laboratorio de Dan Rubinoff (Universidad de Hawaii), la han llamado “la coleccionista de huesos”.

Como se describe en un artículo recién publicado en Science, estas orugas viven en telarañas construidas dentro de huecos de rocas o troncos. Se alimentan de las presas que caen en las telarañas o, si no llegan a tiempo, de los restos que dejan las arañas tras haberse alimentado. ¿Cómo consiguen escapar de las arañas con las que cohabitan? Cubriendo completamente su cuerpo con restos de insectos muertos (Figura 2). Las arañas no consiguen detectar que dentro de estos restos hay una oruga.
La forma en que la “coleccionista de huesos” forma su camuflaje es muy curiosa. Si los fragmentos son demasiado grandes, los trocea hasta conseguir el tamaño deseado y los adhiere a su cuerpo con fibras de seda. Este comportamiento está tan especializado que si se les ofrece en cautividad cualquier otro resto orgánico para cubrir su cuerpo, no lo aceptan. Sin embargo, su capacidad de adaptación queda demostrada por el hecho de convivir con cuatro especies de arañas de tres familias diferentes, ninguna de ellas nativa de Hawaii.
Nunca se ha encontrado más de una “coleccionista de huesos” conviviendo con una araña. La razón de esto puede estar en su comportamiento caníbal, como ha quedado registrado en este vídeo del laboratorio de Rubinoff.
La “coleccionista de huesos” es una especie muy rara. Después de 22 años y 150 estudios de campo, el grupo de Rubinoff solo ha capturado 62 individuos en un área de 15 Km2 de una montaña de la isla de O’ahu.
Eso sí, han estimado mediante estudios de filogenia molecular que su linaje se originó hace unos seis millones de años, mucho antes de que surgieran las actuales islas Hawaii. Esto sugiere que el linaje se originó en otras islas cercanas del archipiélago que con el tiempo quedaron sumergidas. Las “coleccionistas de huesos” tuvieron que saltar de isla en isla hasta llegar a su restringido hábitat actual. Queda patente la necesidad urgente de proteger estos microhábitats para evitar la extinción de experimentos evolutivos excepcionales como el de la “coleccionista de huesos”.
Referencias
Rubinoff, D., San Jose, M., Doorenweerd, C. (2025). Hawaiian caterpillar patrols spiderwebs camouflaged in insect prey’s body parts. Science. doi: 10.1126/science.ads4243.
Sobre el autor: Ramón Muñoz-Chápuli Oriol es Catedrático de Biología Animal (jubilado) de la Universidad de Málaga.