A finales del segundo milenio a.e.c. en Asia Menor tuvo lugar una revolución en la metalurgia que condujo a importantes cambios en la distribución del poder y la riqueza, a la adopción de nuevas herramientas por parte de los agricultores y de nuevas armas para los soldados. Esta revolución fue fue el desarrollo de un proceso aparentemente simple: extraer mineral de hierro del suelo y calentarlo a temperaturas tan altas que el hierro purificado se podía trabajar con el yunque y el martillo.
Después de milenios de herramientas y armas de bronce, que eran difíciles de fabricar y, por tanto, caras y destinadas a la aristocracia, el hierro señaló el paso de buena parte del poder al comerciante y al agricultor de clase media del primer milenio a.e.c. La difusión de la alfabetización y la acuñación de moneda fueron otros factores que también contribuyeron a esta redistribución de la influencia y el poder económicos y sociales en detrimento de la antigua aristocracia terrateniente. Y entonces, cada vez más, la filosofía y la ciencia se convirtieron en una actividad en la que otros, además de unos pocos privilegiados, podían participar.
Los primeros usuarios del hierro fueron los hititas del este de Anatolia, que dependían de la experiencia de los armenios para trabajar el hierro. Al parecer, este pueblo había descubierto los medios para calentar el hierro de la misma manera que se calienta el cobre para expulsar las impurezas; el herrero podía entonces martillar el hierro forjado para darle forma. Sin embargo, el hierro forjado no era útil como arma y tenía un uso esencialmente decorativo. Los egipcios, que tomaron prestado el uso del hierro de los hititas, al principio usaando hierro procedente de meteoros, el «hierro del cielo», empleaban hierro forjado.
El acero es un conjunto de aleaciones que contienen fundamentalmente hierro con distintas proporciones de carbono (hasta el 1,7 %) y, en ocasiones, pequeñas cantidades de otros elementos como manganeso, silicio, cromo, molibdeno o níquel. El proceso de convertir el hierro en acero probablemente ocurrió por primera vez hacia el final del segundo milenio a.e.c. en Anatolia. Este nuevo proceso implicaba el uso de la fragua y los fuelles. El carbón se hacía arder en un recinto semicerrado, la fragua, donde se insuflaba oxígeno con los fuelles, hasta que se alcanzaban temperaturas extremas, más de 1.100 grados Celsius. A estas temperaturas el hierro se fundía hasta un punto en el que se eliminaban las impurezas e incorporaba una pequeña proporción de carbono.
Los primeros pueblos que utilizaron armas de hierro con filo de acero —los hititas de Turquía, los dorios que invadieron Grecia y destruyeron la civilización micénica y los pueblos del mar, como los filisteos que se expandieron por el Mediterráneo oriental arrasando y conquistando— no destacaban precisamente por sus avances culturales. Sin embargo, estos pueblos aparentemente primitivos conquistaron pueblos mucho más sofisticados que todavía usaban armas de bronce.
A partir del 1000 a.e.c., en la región mediterránea, los guerreros que podían elegir escogían armas de hierro. Durante el primer milenio a.e.c. todavía se usaron armas de bronce, pero lo hacían los perdedores.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Después del hierro — | Bahí…
[…] A finales del segundo milenio a.e.c. en Asia Menor tuvo lugar una revolución en la metalurgia que condujo a importantes cambios en la distribución del poder y la riqueza, a la adopción de nuevas herramientas por parte de los agricultores y de nuevas armas para los soldados. Esta revolución fue fue el desarrollo de un … […]