El proyecto abecedario

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Entre los años 1972 y 1977, en el estado de Carolina del Norte (EEUU) se desarrolló un experimento social, denominado Proyecto Abecedario de Carolina, diseñado para investigar las consecuencias de diverso orden que tiene un ambiente infantil estimulante en niños pobres. En el marco de aquel experimento un grupo de niños y niñas de familias pobres fue objeto de intervención entre el nacimiento y los cinco años de edad. La intervención consistió en actividades orientadas al desarrollo del lenguaje y a mejorar las capacidades cognitivas, intercaladas con cuidados y juegos supervisados durante jornadas completas de ocho horas. El proyecto tuvo también una componente nutricional y de atención sanitaria. Los niños objeto de intervención recibieron dos comidas y un tentempié diarios, y se les proporcionó atención pediátrica, con controles periódicos y observaciones frecuentes.

Alrededor de los 35 años de edad, a los participantes en aquel experimento se les realizó un examen médico muy completo. Y el análisis, cuyos resultados se han publicado recientemente en la revista Science, puso de manifiesto que la intervención tuvo efectos favorables a largo plazo en el estado general de salud de los participantes, sobre todo de los varones. En éstos, el tratamiento mejoró diferentes indicadores (tensión arterial, deficiencia de vitamina D, así como varias combinaciones de diversos factores de riesgo) y el denominado “síndrome metabólico”, que es como se denomina a la conjunción de patologías y factores de riesgo en un mismo individuo que aumentan su probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular o diabetes de tipo II. En lo que se refiere a las mujeres, aunque la mayor parte de los indicadores también mejoró como consecuencia del tratamiento en la infancia temprana, el efecto no fue tan importante como en los hombres. En resumen, los niños que fueron objeto de intervención dentro del proyecto Abecedario disfrutan de mejores condiciones de salud en la treintena y también presentan mejores perspectivas de cara al futuro.

Los autores de la investigación sostienen que los beneficios del tratamiento fueron sustanciales y de largo alcance, aunque desconocen la naturaleza de la relación causal subyacente. Plantean tres posibles causas de carácter muy general. Sugieren, por un lado, que el estado de salud actual podría tener su origen en los hábitos alimenticios de la niñez temprana y sus consecuencias fisiológicas en aquellos primeros años de vida. También consideran la posibilidad de que la mejora en quienes fueron objeto de intervención sea consecuencia de unas mejores capacidades cognitivas fruto de aquélla. O quizás pueda tratarse del efecto combinado de diferentes factores.

Desde un punto de vista científico resulta frustrante no contar con una explicación mínimamente satisfactoria del fenómeno observado y, muy probablemente, la búsqueda de una buena explicación sea el siguiente objetivo de los investigadores que han hecho el trabajo. Pero desde un punto de vista social, el proyecto Abecedario tiene importantes implicaciones. Se sabía ya que los buenos programas de intervención en edades tempranas surten efectos beneficiosos en términos educativos o de reducción de la delincuencia, por ejemplo. Y este estudio muestra que también los tienen en lo relativo a la salud. Es evidente que las consecuencias, por motivos de dignidad e integración social, son muy beneficiosas para los afectados, pero también lo son para el conjunto de la sociedad, tanto por razones de convivencia como económicas.

Los principales resultados e implicaciones de este estudio me vinieron a la cabeza cuando se dieron a conocer los datos relativos a la pobreza infantil en la Unión Europea, al efecto de las políticas de intervención social en unos y otros países, y al poco decoroso papel que representa España en ese marco.

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Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU


Este artículo fue publicado el 20/4/14 en la sección con_ciencia del diario Deia.

3 comentarios

  • Avatar de Teresa GArcia-Muñoz martinez

    Os adjunto la dirección de un documento que debería leerse quien hable de ingeniería genética , es de FAO y presenta sus dudas sobre el «beneficio » de esta opción frente a otras:

    http://www.fao.org/docrep/003/x9602s/x9602s06.htm

    El arroz dorado y la mitigación de la carencia de vitamina A

    Recientemente, el arroz se sometió a un proceso de ingeniería genética mediante la inserción de tres genes (de claveles y bacterias) productores de las enzimas que hacen que los granos de arroz produzcan betacaroteno, capaz de convertirse en vitamina A en el organismo. Este arroz transgénico produce granos de color dorado que contienen betacaroteno suficiente para satisfacer las necesidades de vitamina A de una persona.

    La posibilidad de crear arroz con mayor contenido de micronutrientes se ha esgrimido para ilustrar los modos en que la ingeniería genética podría contribuir a reducir la malnutrición. La carencia de vitamina A, que está muy extendida en el mundo en desarrollo, puede ser causa de morbilidad y ceguera y contribuir a la mortalidad infantil.

    El problema de la carencia de vitamina A puede abordarse de varios otros modos mediante el fomento de alimentos que son naturalmente ricos en vitamina A, la alimentación suplementaria y el enriquecimiento de los alimentos. Estas tecnologías se están utilizando ya y, aunque los expertos debaten las ventajas de cada una de ellas, se considera que son eficaces para tratar la enfermedad. Es necesario determinar el valor del arroz dorado modificado genéticamente en relación con esas otras opciones.

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