La catedrática de Psicología Experimental Helena Matute explica cómo las grandes empresas de internet utilizan los conocimientos sobre la conducta humana y el aprendizaje para influir en los usuarios
Qué difícil es explicar las leyes del condicionamiento instrumental y su relación con los algoritmos de internet en apenas diez minutos, pero la catedrática de Psicología Experimental en la Universidad de Deusto Helena Matute no ha temido el desafío.
El escenario escogido fue la octava edición de Naukas, el evento de divulgación científica que llenó Bilbao de conocimiento del 13 al 16 de septiembre en el Palacio Euskalduna de la capital vizcaína.
En la charla “Humanos, algoritmos y otros bichos”, Matute relató cómo los psicólogos Edward Thorndike y B.F. Skinner hicieron una contribución capital a la ciencia en el siglo XX. Así sus experimentos y ensayos culminaron en las leyes del aprendizaje humano y del condicionamiento instrumental. Esas teorías, para las que se usaron gatos que tenían que conseguir salir de una caja a cambio de un premio, llegaban a la conclusión de que el proceso de aprendizaje está relacionado con las consecuencias derivadas de nuestras acciones, por lo que una conducta que desencadena un resultado positivo o consigue una recompensa se repetirá y, ¡ojo!, también al revés.
“Toda conducta que va seguida de consecuencias agradables tenderá a repetirse. Toda conducta que no vaya seguida de consecuencias agradables tenderá a extinguirse. Es como la evolución, pero en comportamiento”, explicó la experta.
Pero ¿qué relación guardan estas teorías con los mecanismos de aprendizaje de la inteligencia artificial y los algoritmos de internet?
En la actualidad los grandes gigantes de la red como Amazon, Google o Facebook emplean los frutos de esas investigaciones psicológicas para afinar sus algoritmos y mejorar las funciones de los motores de búsqueda, pero también para influir en el usuario y motivar comportamientos.
“Todos los principios de modificación de conducta se están aplicando a día de hoy. Cosas que hemos estudiado los psicólogos creyendo que eran para el beneficio de la humanidad, investigaciones que hemos desarrollado para contribuir al progreso, se están utilizando para meternos dentro de esa caja de Skinner gigantesca”, alertó.
La experta relató cómo las compañías más influyentes en la red disponen de equipos formados por grandes profesionales que están volcando todo el conocimiento atesorado durante décadas sobre la psicología de la personalidad, de la persuasión y de las emociones, así como las teorías de modificación de la conducta y de sesgo cognitivo, con objetivos de los que no hemos sido debidamente informados.
“Lo que están haciendo los psicólogos y los ingenieros (que trabajan para los gigantes de internet) es desarrollar algoritmos que exploten nuestros sesgos, que exploten nuestras debilidades”, razonó.
En opinión de Matute se trata de un círculo vicioso, porque el algoritmo aprende de los humanos y aprovecha ese aprendizaje para influir posteriormente sobre sus actos.
“Decimos al algoritmo lo que nos gusta continuamente, lo reforzamos y nos da más. Nos ponen un titular loco y lo retuiteamos. El siguiente que nos ponen es todavía más loco. Da igual lo que haya detrás o si refleja una realidad verdadera”, añadió la catedrática, quien advirtió: “Los algoritmos aprenden, recordad que nos ganan en cualquier partida que juguemos contra ellos porque han aprendido de nosotros”.
Sin embargo, Matute, que dejó claro que el problema nunca es la tecnología, sino el mal uso que pueda derivarse de los avances científicos y tecnológicos, se mostró esperanzada con el futuro.
“Esto acaba de empezar, no vengamos con eso de que ya no podemos hacer nada. Estamos empezando. Tenemos que hacer algo, tenemos que volver a equilibrar la balanza. Tenemos que conseguir, entre todos, que toda esa inteligencia artificial que se ha desarrollado para el progreso humano (…) se reoriente y vuelva a tener interés para la especie humana”, concluyó.
Sobre la autora: Marta Berard, es periodista, responsable de contenidos de la agencia de comunicación GUK y colaboradora de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.