¿De qué está hecha la arena?

Fronteras

Aspecto en lupa binocular de la arena de Islandia, con fragmentos de rocas volcánicas de color negro y algunos cristales del mineral olivino de color verde. Foto: Julio Rodríguez Lázaro / Dpto. de Geología de la UPV/EHU.

Esta es una de las preguntas más habituales que el público asistente a un evento de divulgación científica nos hace a los geólogos. Y la respuesta es siempre la misma: depende.

Aunque parezca que estamos intentando disimular que no somos capaces de dar una explicación, en realidad es la respuesta correcta, porque la composición de la arena depende del lugar en donde la hayamos recogido. Y es que, en Geología, el término arena define un tamaño de grano del sedimento muy concreto y no hace referencia a la naturaleza del mismo.

Los sedimentos son las partículas o materiales sólidos que están sin consolidar y que pueden ser transportados por la acción del agua o del viento hasta su acumulación en la superficie terrestre o en el fondo de los mares y océanos. Cuando queremos hacer una clasificación de los sedimentos, tenemos dos opciones: o bien considerar su composición, o bien referirnos a su tamaño. Y es en este último caso donde encontramos el término arena.

Aspecto en lupa binocular de la arena del desierto de Uadi Rum (Jordania), con granos de cuarzo cubiertos por una pátina de óxidos de hierro que les da una coloración rojiza. Foto: Julio Rodríguez Lázaro / Dpto. de Geología de la UPV/EHU.

De acuerdo a la actual escala estandarizada y universal empleada para la clasificación por tamaño de grano del sedimento, se define como arena a todas aquellas partículas cuyas dimensiones están comprendidas entre 0,063 mm y 2 mm, independientemente de su composición. Si queréis un truco más fácil para identificar si el sedimento es arena o no, coged un poco en la mano y rozadlo con los dedos; si notáis que os pincha o araña la piel, habéis encontrado arena.

Además, podemos hacer subdivisiones dentro de la clasificación arena de acuerdo al diámetro de las partículas que la componen. De esta manera, diferenciamos arena muy fina (0,063-0,125 mm), arena fina (0,125-0,25 mm), arena media (0,25-0,5 mm), arena gruesa (0,5-1 mm) y arena muy gruesa (1-2 mm).

Y respondiendo a la pregunta relativa a su composición, pues realmente depende del tipo de materiales geológicos que se encuentran en su área fuente, es decir, en la zona de la que procede el sedimento, por lo que podemos encontrarnos con arenas de naturaleza muy diversa. Os voy a poner algunos ejemplos.

Aspecto en lupa binocular de la arena de la playa de Trengandín (Noja, Cantabria), con granos de cuarzo de colores transparentes y grisáceos y fragmentos de organismos marinos con colores amarillentos y pardos. Foto: Julio Rodríguez Lázaro / Dpto. de Geología de la UPV/EHU.

La arena de las playas del margen Cantábrico está formada, principalmente, por granos de cuarzo acompañados por otros minerales, como feldespatos y carbonatos, y algunos fragmentos de conchas y caparazones de organismos marinos. Esta composición mixta es la que provoca que tenga esas tonalidades cromáticas pardas que todos reconocemos. Por el contrario, en las playas bañadas por el Mar Caribe, la arena está compuesta casi en su totalidad por fragmentos de organismos marinos carbonatados, sobre todo de corales, adoptando un color muy blanquecino. Sin embargo, en las playas de las Islas Canarias encontramos arena constituida por fragmentos de diferentes tipos de rocas volcánicas, que le dan una coloración en tonos negros, grises o pardos.

Aunque el ejemplo más curioso lo encontramos en las playas de Tunelboka y Gorrondatxe, ambas situadas en la localidad de Getxo (Bizkaia), ya que aparece una arena muy particular. En esta zona del litoral, las corrientes marinas han ido acumulando todos los vertidos realizados por las empresas metalúrgicas de los márgenes del río Nervión al mar Cantábrico durante el siglo pasado, incluidas las escorias de fundición. Así que estas playas están cubiertas por una arena negra brillante formada por fragmentos de escorias de fundición que, además, tienen una componente magnética, por lo que resultan atraídas si les acercas un imán.

Pero no solo encontramos arena en las playas. Las partículas sedimentarias acumuladas en grandes desiertos, como el Sahara, y que son transportadas por el viento, también tienen tamaño arena. Y su composición, de nuevo, varía de acuerdo a las rocas previas de las que provienen estos granos sedimentarios.

Ya lo decía el poeta William Blake, “para ver un mundo en un grano de arena”. Y es cierto, cada grano de arena es un mundo en sí mismo que nos cuenta una historia apasionante, sólo hay que saber escucharla con oídos geológicos.

Sobre la autora: Blanca María Martínez es doctora en geología, investigadora de la Sociedad de Ciencias Aranzadi y colaboradora externa del departamento de Geología de la Facultad de Ciencia y Tecnología de la UPV/EHU

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