En los encéfalos se pueden diferenciar conjuntos de neuronas de los que sabemos que están implicados en determinadas funciones. Así, nos referimos a la corteza visual, al área de Broca o a los parches faciales, por ejemplo. Es interesante la cuestión de si las diferentes áreas encefálicas han evolucionado en los vertebrados de forma independiente (evolución en mosaico) o, por el contrario, lo han hecho de forma conjunta o coordinada con el resto de áreas (evolución en concierto). Esto es importante porque si la evolución del encéfalo se produce de forma concertada, sobre cada una de sus áreas actuarían restricciones que impedirían que una de ellas, cualquiera, se desarrollase de manera independiente bajo la acción de presiones selectivas concretas. Sin embargo, en el supuesto de no operar restricciones anatómicas y funcionales provocadas por el conjunto del encéfalo, la evolución en mosaico permitiría que la selección natural actúe sobre determinadas áreas en concreto de manera independiente.
Una forma de abordar esta cuestión consiste en comprobar si el tamaño del área objeto de interés varía de forma homogénea en función del tamaño encefálico total (o, por razones que no vienen al caso, del tamaño del resto del encéfalo) para un amplio conjunto de especies. Cuando la variación es homogénea, ello es indicativo de que el tamaño del órgano ha condicionado el tamaño de las áreas de acuerdo con un patrón general y, por lo tanto, que la evolución ha sido en concierto. De haber sido en mosaico, habría habido especies que se alejen de la tendencia general, seguramente porque sobre ellas han operado presiones selectivas en esa dirección y porque no existen restricciones anatómicas (por configuración) o funcionales (por cómo funciona el encéfalo) que condicionen el tamaño que un área en concreto puede alcanzar.
Al realizar ese análisis para un amplio conjunto de mamíferos (que incluía primates, insectívoros y murciélagos) por ejemplo, se observa que en estos hay una correspondencia muy considerable entre el tamaño de diferentes regiones encefálicas y el del resto del órgano. El 96% de la variación de las áreas encefálicas viene explicado por la variación del tamaño total del encéfalo. La evolución, en este caso, se habría producido en concierto, y el neocortex es el área que más proporción representa en los encéfalos grandes. Al parecer, las diferencias de tamaño relativo se producen porque las áreas que surgen más tarde son las que más aumentan de tamaño. En otras palabras, “tarde” implica “grande”. O sea, el neocórtex es el área encefálica que más tarde empieza su desarrollo y la que, al aumentar su tamaño, su proporción relativa con respecto a la masa encefálica total también aumenta.
No obstante lo anterior, al realizar esos análisis u otros similares hay elementos de la metodología estadística (en cuyo detalle no merece la pena entrar aquí) que han de ser tenidos en cuenta, puesto que el procedimiento que se utiliza puede oscurecer algunos casos en los que ciertas estructuras encefálicas muestran tamaños muy diferentes de lo que cabría esperar a partir del tamaño general del encéfalo. En otras palabras, si bien en los casos comentados las estructuras principales han evolucionado de forma concertada, hay áreas, normalmente de menor tamaño, que han experimentado evolución en mosaico –normalmente implicadas en el procesamiento de determinadas señales (olfativas, visuales, o sonoras)-, muy probablemente porque esas áreas están implicadas en procesos que han sido sometidos a presiones selectivas específicas.
Si nos salimos del grupo de los mamíferos hay ejemplos de evolución en mosaico espectaculares. Las neuronas que inervan el órgano eléctrico de las rayas Torpedo ocupan un impresionante 60% de todo el encéfalo, mucho más que lo que ocupan zonas homólogas en otros peces cartilaginosos. Y en teleósteos también hay algunos casos claros de evolución en mosaico, sobre todo en los lóbulos medulares, aunque sin llegar a los extremos de la raya Torpedo. Es preciso comentar que en vertebrados no mamíferos, al contrario que en estos, la neurogénesis puede ser importante a lo largo de periodos más prolongadas de la vida, y eso introduce un elemento de flexibilidad importante.
La conclusión que se extrae de lo recogido hasta aquí es que muy probablemente la evolución concertada es un principio que tiene una validez muy general en los vertebrados, aunque la evolución en mosaico ha podido ser muy importante en determinados casos. Cuando ésta se ha producido, ello ha dado lugar, seguramente, a cambios importantes en el funcionamiento encefálico y, por ello, ha podido abrir nuevos nichos ecológicos y posibilidades de cambio adicional. Por esa razón, es mucho más probable que la evolución en mosaico haya dado lugar a más diferencias entre clases que entre órdenes, más entre órdenes que entre familias, y más entre familias que entre géneros. En otras palabras, las constricciones propias de la evolución en concierto seguramente operan de forma más clara cuanto menor es el nivel taxonómico y es más probable que las diferencias entre taxones de más nivel puedan deberse a evolución en mosaico.
Fuente: Georg F. Strider (2005): Principles of Brain Evolution, Sinauer Associates, Inc, Sunderland, Massachusetts, EEUU.
Sobre el autor: Juan Ignacio Pérez (@Uhandrea) es catedrático de Fisiología y coordinador de la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU
Angela amares
Muchas gracias por los artículos están espectaculares, han sido de mucha ayuda para nuestro proceso de aprendizaje en nuestra familia!!!!