Son fascinantes, relativamente desconocidos y rodean a más de cuatro planetas, aunque también visten a los llamados “enanos” y a los “centauros”. Son los extraordinarios anillos del Sistema Solar -y más allá-, formaciones que hasta hace poco creíamos formadas de partículas muy finas y de las que cada día conocemos más detalles.
La astrónoma y doctora en Física de la UPV-EHU Naiara Barrado-Izagirre participó en la pasada edición de Naukas Bilbao para ofrecer datos significativos, aportar imágenes inéditas sobre estas fantásticas y enigmáticas formaciones, y sobre todo, para responder a muchas dudas sobre este universo. Su exposición arrancó con el que ella misma denominó “el señor de los anillos” del Sistema Solar, Saturno, un planeta plagado de curiosidades. Sus siete anillos “no siempre estuvieron ahí”, sino que fue la misión Cassini la que descubrió que estas formaciones eran coetáneas de los dinosaurios en la tierra, es decir, que se formaron hace alrededor de 100 millones de años.
Tras esta presentación, la astrónoma respondió a dos cuestiones: ¿De qué están compuestos estos siete gigantescos anillos? Y ¿Son formaciones gaseosas, tal y como la propia investigadora sospechaba? Pues no: Naiara Barrado-Izagirre admitió que a pesar de lo que ella misma creía estas formaciones están compuestas de trozos de hielo de diferentes tamaños, que pueden oscilar entre las dimensiones de un autobús y de una mota de polvo.
Y continuó: ¿Cómo se formaron? La experta recordó que un día antes de su exposición se hizo pública una información que revelaba que el origen de estos increíbles anillos pudo ser la fragmentación de una luna en multitud de trozos de cristal, producida por el efecto de la gravedad al aproximarse demasiado al planeta.
Finalmente explicó que las espectaculares formaciones del “señor de los anillos” del Sistema Solar no serán eternas: de hecho, cada día llueven sobre la superficie de Saturno infinidad de trozos de estas formaciones, alrededor de una tonelada por segundo, algo que ha llevado a los científicos a calcular que los anillos de Saturno desaparecerán en unos 300 millones de años.
Las explicaciones sobre Saturno le llevaron a realizar varios apuntes sobre el resto de los cuatro planetas del Sistema Solar que están rodeados por anillos. La científica mencionó el caso de Júpiter e incluso aportó una imagen exclusiva procesada por su compañero Ricardo Hueso unos días antes: explicó que estos anillos, que son mucho más “tenues” que los de Saturno y muy difíciles de observar desde la Tierra, fueron descubiertos por las sondas espaciales Voyager hace 45 años y están integradas por partículas de tierra minúsculas, del diámetro de un cabello humano.
El caso de Urano es diferente: su sistema es “mucho más desconocido” porque se trata de un planeta del que apenas se tienen datos. Lo que sí se sabe es que cuenta con un sistema de 13 aros mucho más finos, que también están integrados por cristales de hielo y por componentes orgánicos probablemente oscurecidos a causa de la radiación. Su repaso a los planetas anillados del Sistema Solar concluyó con Neptuno, del que dijo que sus cinco anillos son más parecidos a los de Júpiter y su composición es orgánica aunque con una proporción mayor de polvo, de entre un 20 y un 70%.
Pero, ¿son los planetas los únicos astros con anillos? ¿Solo se han descubierto estas formaciones en el Sistema Solar? Naiara Barrado-Izagirre respondió con un “no” a ambas preguntas: algunos planetas enanos y centauros son también anillados, mientras que fuera de nuestro Sistema Solar se ha descubierto un planeta con “el sistema más impresionante del Universo”. Se trata del planeta extrasolar J1407B, del que se cree que tiene 37 anillos 200 veces más grandes que los de Saturno.
Y los planetas enanos, ¿qué son y por qué se llaman así? Aunque su nombre apunte a una cuestión de tamaño, los planetas enanos, entre los que se encuentran Plutón, Makemake, Haumea, Eris y Ceres, se denominan así porque incumplen una de las condiciones que deben tener los planetas: además de girar directamente alrededor del sol y de ser lo suficientemente esféricos, los astros convencionales deben haber limpiado la órbita en la que son dominantes o, al menos, ser las formaciones dominantes en ella. Y ninguno de los cuatro cumple esta condición. En el caso de Haumea, miembros del Observatorio de Andalucía observaron su anillo mientras comprobaban sus características, si tenía atmósfera, etc. De esta forma, descubrieron también su forma elipsoidal.
¿Y los centauros? Al margen de su consideración de criatura mitológica, son cuerpos considerados “menores” que se encuentran a caballo entre los asteroides y los planetas, y cuyos anillos son “más densos de lo que se podría esperar”.
Estos ejemplos nos muestran cómo los anillos, a pesar de encontrarse muy lejanos, se encuentran, al mismo tiempo, cada vez más y más cerca de nosotros.
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Para saber más:
¿Por qué Júpiter no tiene unos anillos tan espectaculares como Saturno?
¿Y si los dinosaurios se hubieran extinguido antes de que se formaran los anillos de Saturno?
Crónica de Roberto de la Calle / GUK
Herschel, Somerville, Mink y el planeta Urano
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