Este es el título –Éloge des mathématiques– de un libro que recoge la entrevista que el editor y filósofo Gilles Haéri realizó recientemente al conocido filósofo Alain Badiou.

Rodeado de matemáticas desde temprana edad –su padre era profesor de esta materia– Alain Badiou las defiende y las ‘elogia’ con pasión.

Debajo dejo algunas citas escogidas de este curioso texto, extractos del discurso de este conocido filósofo:

[…] Debo decir que lo que me ha cautivado verdaderamente es el sentimiento de que, cuando se hacen matemáticas, es un poco como si se siguiera un camino extremadamente retorcido y complejo, en un bosque de nociones y de conceptos, y que este camino conduzca a pesar de todo, en un momento dado, a una especie de claridad magnífica. […] (pág. 11).

[…] He comparado a menudo más tarde las matemáticas con un paseo por la montaña: el camino de acercamiento es largo y penoso, con muchas curvas, repechos, uno cree haber llegado, pero queda aún una curva… Se suda, cuesta, pero cuando llegas a la cima, la recompensa es sin igual, realmente: esta conmoción, esta belleza final de las matemáticas, esta belleza ciertamente conquistada, absolutamente singular. […] (pág. 12).

[…] Debes convencer a tu interlocutor de que hay sólidas razones para interesarse, por ejemplo, por las matemáticas. Interesarse –como por otros muchos saberes–, no por la ascensión social que prometen, sino por ellas mismas, por lo que hacen pensar. […] (pág. 20).

[…] Pero los matemáticos pueden perfectamente ser, como los poetas, personajes anarquizantes y románticos, o contemplativos y retirados. Porque lo que cuenta, finalmente, en matemáticas, es la invención, que surge a menudo al cabo de noches de trabajo incierto, en una especie de intuición contingente. […] (pág. 49).

[…] Mi fórmula es: las matemáticas son la ontología, es decir el estudio independiente de las formas posibles de lo múltiple en tanto que real, de todo múltiple, y por lo tanto de todo lo que es –ya que todo lo que es, es en todo caso una multiplicidad. […] (pág. 78).

[…] Porque la demostración matemática constituye el camino de un ver. Se recapitula cuando se ha entendido todo. Ya no son las etapas penosas, los cálculos interminables en los que uno se pierde los que van a constituir la memoria del asunto. Lo que va a constituir la memoria del asunto, es lo que se ha entendido. No obstante, si has comprendido y captado algo, es porque has visto algo que nunca antes habías visto, y es este inefable placer el que va a permanecer. […] (pág. 102-103).

[…] Es la simplicidad de las matemáticas, el hecho de que son unívocas, sin nada escondido, oscuro, sin doble sentido o engaño calculado, lo que nos puede maravillar. Y su indiferencia a las opiniones dominantes es un modelo de libertad. […] (pág. 117).

Son las opiniones de un filósofo, que se ratifican a través de la experiencia del matemático Andrew Wiles, que resolvió la conjetura de Fermat en 1995:

Quizás la mejor manera de describir mi experiencia haciendo matemáticas sea comparándola con entrar en una mansión oscura. Entras en la primera habitación, y está oscura, completamente a oscuras. Vas dando tumbos, tropezando con los muebles. Poco a poco aprendes donde está cada mueble, y finalmente, después de más o menos seis meses, encuentras el interruptor de la luz y lo conectas. De repente todo se ilumina, y puedes ver exactamente dónde estás. Entonces entras en la siguiente habitación oscura…

Las citas están extraídas –y traducidas por la autora del post– de: Alain Badiou avec Gilles Haéri. Éloge des mathématiques. Café Voltaire. Flammarion. 2015

Sobre la autora: Marta Macho Stadler es profesora de Topología en el Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU, y colaboradora asidua en ZTFNews, el blog de la Facultad de Ciencia y Tecnología de esta universidad.