Paracelso, el sistemático borrachín que trató la sífilis (2)

Experientia docet Alquimia Artículo 16 de 26

El uso más importante que podía hacerse de la alquimia, según Paracelso, será preparar medicinas que restablezcan el equilibrio químico de un cuerpo alterado por la enfermedad.

Por lo tanto, Paracelso se dedicó a ello de forma sistemática. En el que puede considerarse el primer proceso químico estandarizado de la historia, sometió a una gran variedad de metales a un conjunto de procedimientos para obtener una serie de sales. En realidad estas llamadas sales, no lo eran en el sentido moderno, sino que eran disoluciones que, para complicar más las cosas, Paracelso llamaba aceites que empleaba como medicamentos.

Paracelso también habría sido el primer europeo en emplear tintura de opio (un extracto alcohólico de opio), a la que llamó láudano, para tratar enfermedades. La acción de los principios activos del opio habría sido más analgésica que curativa, obviamente.

Hay quien sospecha que Paracelso podría haber sido un usuario frecuente del láudano, lo que en parte justificaría la poca influencia que tuvieron sus textos. Efectivamente su estilo extraño, confuso y errático, incluso para los estándares alquímicos, por describirlo amablemente, no facilitaba ni su lectura, ni su comprensión, llegando a plantear incluso que hubiese algo que comprender.

Además del láudano, Paracelso también era un usuario frecuente de esa relativamente nueva medicina, el alcohol destilado. De hecho habría sido la primera persona en usar la palabra alcohol para referirse a la esencia destilada del vino. Un tipo de maquillaje empleado desde la antigüedad en el este del Mediterráneo y Oriente Próximo, el kuhl, la expresión del árabe hispano para nombrarlo al-kuhúl, pasó a usarse para referirse a cualquier “polvo finamente dividido y limpio de impurezas”. Por una nueva metonimia al-kuhúl pasó a significar “la mejor parte de una sustancia”. El que Paracelso considerase el alcohol como la mejor parte del vino parece evidente habida cuenta de las enormes cantidades que trasegaba y que le hacían acabar muchos día en el suelo de una taberna.

Das Christuskind straft die Menschheit mit Syphilis (‘el niño Cristo castiga a la humanidad con la sífilis’, 1496), xilografía de Joseph Grünpeck.

Curase o no curasen sus aceites, láudano y alcohol, todos su remedios quedaron eclipsados por su gran triunfo: el empleo del mercurio en el tratamiento de la sífilis, la enfermedad que marcó una época. Si hoy día se caracteriza la sífilis como una enfermedad de evolución lenta, que causa llagas en los genitales y que puede levara síntomas mucho más graves si no se trata, en 1495 en Europa la sífilis se describía como una enfermedad que provocaba pústulas que cubrían todo el cuerpo, de la cabeza a los pies, en la que la piel se desprendía de la cara, y que terminaba provocando la muerte en unos pocos meses.

Trtamiento de la sífilis en 1498, según un texto publicado en Viena. El médico arrodillado estaría aplicando mercurio según las directrices de Paracelso.

Apenas medio siglo después, para mediados del siglo XVI, la sífilis se había transformado en algo muy parecido a lo que conocemos hoy. Se ha sugerido que en ese periodo el microbio que la produce habría mutado de tal forma que los enfermos se mantenían vivos mucho más tiempo asegurando así una mayor tasa de transmisión de la enfermedad. Con todo, seguía siendo una enfermedad muy temida y la medicina basada en autoridades, básicamente Hipócrates, galeno y Avicena, tenía poco que ofrecer para atacarla más allá de unos remedios basados en hierbas de ninguna eficacia. Sin embargo, la aplicación tópica de mercurio recomendada por Paracelso, era de una eficacia espectacular en comparación. De hecho, no existió mejor tratamiento contra la sífilis hasta comienzos del siglo XX.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

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