Los números poéticos

Matemoción

El pasado año 2017 se celebró el centenario del nacimiento de una de las grandes poetas españolas, la madrileña Gloria Fuertes (1917-1998), que además acercó la poesía y la literatura a toda una generación de niños y niñas, entre los que me incluyo, a través de sus poemas y cuentos infantiles.

Portadas de algunos de los libros infantiles de Gloria Fuertes que están en mi pequeña biblioteca personal: La oca loca (Escuela Española, 1978), «La ardilla y su pandilla» (Escuela Española, 1981) y «Yo contento, tu contenta, que bien me sale la cuenta (la tabla en verso)» (Escuela Española, 1984)

Teniendo en cuenta que Gloria Fuertes escribió algunos poemas relacionados con los números, me ha parecido una bonita forma de conmemorar, aunque sea con cierto retraso, el centenario de esta gran poeta, el dedicar algunas entradas de la sección Matemoción del Cuaderno de Cultura Científica a poemas relacionados con los números.

Pero antes de me gustaría empezar por la poeta homenajeada, Gloria Fuertes, y la mejor forma de presentarla, para quienes quizás aún no la conocen, o no mucho, es a través de sus propias palabras, a través de su poema Autobiografía.

Gloria Fuertes nació en Madrid
a los dos días de edad,
pues fue muy laborioso el parto de mi madre
que si se descuida muere por vivirme.
A los tres años ya sabía leer
y a los seis ya sabía mis labores.
Yo era buena y delgada,
alta y algo enferma.
A los nueve años me pilló un carro
y a los catorce me pilló la guerra;
A los quince se murió mi madre, se fue cuando más falta me hacía.
Aprendí a regatear en las tiendas
y a ir a los pueblos por zanahorias.
Por entonces empecé con los amores,
-no digo nombres-,
gracias a eso, pude sobrellevar
mi juventud de barrio.
Quise ir a la guerra, para pararla,
pero me detuvieron a mitad del camino.
Luego me salió una oficina,
donde trabajo como si fuera tonta,
-pero Dios y el botones saben que no lo soy-.
Escribo por las noches
y voy al campo mucho.
Todos los míos han muerto hace años
y estoy más sola que yo misma.
He publicado versos en todos los calendarios,
escribo en un periódico de niños,
y quiero comprarme a plazos una flor natural
como las que le dan a Pemán algunas veces.

Dos fotografías de Gloria Fuertes, del archivo fotográfico de la Fundación Gloria Fuertes

Pero vayamos con algunos de sus poemas relacionados con los números y que aparecen en el libro Obras incompletas (Cátedra, 1980), que es uno de los libros a los que más cariño tengo de la pequeña colección de libros que habitan en mi casa y uno de los primeros libros que compré. El primer poema lleva el título de Palabras y números, y apareció publicado por primera vez en el libro Aconsejo beber hilo (Arquero Colección de Poesía, 1954).

En el cielo una luna se divierte.
En el suelo dos bueyes van cansados.
En el borde del río nace el musgo.
En el pozo hay tres peces condenados.
En el seco sendero hay cuatro olivos,
en el peral pequeño, cinco pájaros,
seis ovejas en el redil del pobre,
—en su zurrón duermen siete pecados—
Ocho meses tarda en nacer el trigo,
nueve días tan solo el cucaracho;
diez estrellas cuento junto al chopo.
Once años tenía,
doce meses hace que te espero,
por este paraguas trece duros pago.

El siguiente poema es Números comparados, que aparece en su Antología poética 1950-1969 (Plaza & Janés, 1970).

Cuéntame un cuento de números,
háblame del dos y el tres
-del ocho que es al revés
igual que yo del derecho-.
Cuéntame tú que te han hecho
el nueve, el cinco y el cuatro
para que los quieras tanto;
anda pronto, cuéntame.
Dime ese tres que parece
los senos de cualquier foca;
dime, ¿de quién se enamora
ese tonto que es el tres?
Ese pato que es el dos,
está navegando siempre;
pero a mí me gusta el siete,
porque es un roto en la vida,
y como estoy descosida,
le digo a lo triste: Vete.
Cuéntame el cuento y muy lenta,
que aunque aborrezco el guarismo,
espero gozar lo mismo
si eres tú quien me lo cuenta.

La siguiente poeta de esta entrada dedicada a los números y la poesía habría cumplido 95 años el pasado 2 de julio. Nos estamos refiriendo a la poeta y traductora polaca Wisława Szymborska (1923-2012), que entre otros galardones recibió el Premio Nobel de Literatura del año 1996.

Fotografía de la poeta Wisława Szymborska

En el mundo de las matemáticas se suele asociar el nombre de la poeta Wisława Szymborska con el número pi, debido al poema que dedica a este popular número y motivo por el cual yo me hice con el libro El gran número, Fin y principio, y otros poemas (Hiperión, 1997), en el que aparecía. En esta traducción se incluye dos libros de la premio nobel de literatura, uno de los cuales es El gran número (1976). El poema que da título al poemario empieza así “Cuatro mil millones de gentes sobre esta tierra, mi imaginación es la que era. No se le dan bien los grandes números…”. Este poema nos habla de los grandes números, pero de uno en particular, la población mundial. La lectura del mismo nos puede producir cierto vértigo, puesto que la población mundial en el momento que escribo estas líneas es de 7.484.398.943, según United States Census Bureau.

El gran libro termina con el poema dedicado al número pi y, aunque que es bastante conocido, lo incluimos a continuación.

Digno de admiración es el número Pi
tres coma catorce.
Todas sus siguientes cifras también son iniciales,
quince noventa y dos porque nunca termina.
No deja abarcar
sesenta y cinco treinta y cinco con la mirada,
ochenta y nueve con los cálculos
sesenta y nuevecon la imaginación,
y ni siquiera
treinta y dos treinta y ocho con una broma o sea comparación
cuarenta y seiscon nada
veintiséis cuarenta y tres en el mundo.
La serpiente más larga de la tierra después de muchos metros se acaba.
Lo mismo hacen aunque un poco después las serpientes de las fábulas.
La comparsa de cifras que forma el número Pi
no se detiene en el borde de la hoja,
es capaz de continuar por la mesa, el aire,
la pared, la hoja de un árbol, un nido, las nubes, y así hasta el cielo,
a través de toda esa hinchazón e inconmensurabilidad celestiales.
Oh, qué corto, francamente rabicorto es el cometa
¡En cualquier espacio se curva el débil rayo de una estrella!
Y aquí
dos treinta y uno cincuenta y tres diecinueve
mi número de teléfono el número de tus zapatos
el año mil novecientos sesenta y tres sexto piso
el número de habitantes
sesenta y cinco céntimos
centímetros de cadera dos dedos
una charada y mensaje cifrado,
en la cual
ruiseñor que vas a Francia
y
se ruega mantener la calma,
y también
pasarán la tierra y el cielo,
pero no el número Pi, de eso ni hablar,
seguirá sin cesar con un
cincoen bastante buen estado,
y un
ocho, pero nunca uno cualquiera,
y un
siete que nunca será el último,
y metiéndole prisa, eso sí, metiéndole prisa a la perezosa eternidad
para que continúe.

Portada de su libro, en inglés, «Here» (Mariner Books, 2012)

El número pi es un número que causa admiración, como también el número phi o la sucesión de Fibonacci, motivo por el cual nos lo podemos encontrar en el arte. Buscando estos días poemas que podría incluir en esta entrada, descubrí –y no pude evitar comprar por los diferentes poemas que fui leyendo del mismo- el poemario El Libro de mi Selva (PIEdiciones, 2018), primer premio del II Certamen Nacional de Poesía La huella de la palabra, de la poeta bilbaína Manuela Ipiña. Esta bilbaína que estudió derecho, pero aspira a ser psicoterapeura, ha escrito otros dos poemarios Cuando hablan de Creta y yo estoy en Marte (2015) y No importa cuándo si hoy es todavía (2017), publicados en Cuadernos del Laberinto. El libro de mi selva incluye un poema dedicado al número pi, cuyo título es 3,141516.

Este relativo, cargado de incertidumbre,
Te elige como centro invariable de deseo.
Ahora que sabes cómo tiendo a infinito
dime que π nació para nosotros.
3,141516

Fotografía, de su blog, de la poeta bilbaína Manuela Ipiña, en la que está recitando uno de los poemas del poemario «El libro de mi selva» (PIEdiciones, 2018)

Pero regresemos a la premio nobel de literatura polaca Wisława Szymborska, con un poema dedicado a la estadística. Se trata del poema Contribución a la estadística, que aparece en el libro Instante (Ediciones Igitur, 2004).

De cada cien personas,
las que todo lo saben mejor:
cincuenta y dos,
las inseguras de cada paso:
casi todo el resto,
las prontas a ayudar,
siempre que no dure mucho:
hasta cuarenta y nueve,
las buenas siempre,
porque no pueden de otra forma:
cuatro, o quizá cinco,
las dispuestas a admirar sin envidia:
dieciocho,
las que viven continuamente angustiadas
por algo o por alguien:
setenta y siete,
las capaces de ser felices:
como mucho, veintitantas,
las inofensivas de una en una,
pero salvajes en grupo:
más de la mitad seguro,
las crueles
cuando las circunstancias obligan:
eso mejor no saberlo
ni siquiera aproximadamente,
las sabias a posteriori:
no muchas más
que las sabias a priori,
las que de la vida no quieren nada más que cosas:
cuarenta,
aunque quisiera equivocarme,
las encorvadas, doloridas
y sin linterna en lo oscuro:
ochenta y tres,
tarde o temprano,
las dignas de compasión:
noventa y nueve,
las mortales:
cien de cien.
Cifra que por ahora no sufre ningún cambio.

La cuarta poeta de esta entrada es la poeta y traductora catalana Clara Janés. Esta poeta de Barcelona ha recibido varios reconocimientos, como el Premio Nacional de Traducción en 1997 o el Premio Nacional de las Letras Teresa de Ávila en 2007. Además, Clara Janés es académica de la Real Academia de la Lengua, ocupa la silla “U”, desde mayo del 2015.

Clara Janés es académica de la Real Academia de la Lengua, ocupa la silla “U”, desde mayo del 2015

La ciencia, y muy en especial, las matemáticas, están muy presentes en su obra poética. Solo hay que ver lo títulos de algunos de sus libros para comprobarlo. Por ejemplo, entre los libros de Clara Janés que he ido adquiriendo estos últimos años están Paralajes (Tusquets, 2002), Fractales (Pre-textos, 2005), Los números oscuros (Siruela, 2006), Variables ocultas (Vaso roto, 2010) y mi última adquisición El nudo de los vientos (o la mitad perdida de Pitágoras) (Ars Poética, 2017), que es precisamente una selección de sus poemas relacionados con las matemáticas.

Lo cierto es que muchos son los poemas que podríamos traer a esta entrada, pero intentaremos seleccionar unos pocos para ilustrar la poesía de Clara Janés.

Los poemas de El libro de los pájaros (Pre-textos, 1999) son un buen ejemplo. Podemos empezar con el poema número 7 que dice así:

Cruzan las nubes,
saben que el otro lado
es igual que este lado.
Bailan los números impares,
los números pares, los quebrados;
inventan las parábolas,
las hipérbolas.
No ven el cero
que arrastran con sus alas
al infinito
hasta la cascada de las potencias.

Que acompañaremos por los poemas número 24 y 26.

No descubro la ecuación
que invierta
la desencadenada tormenta
que causó
el aleteo de aquella mariposa.
El algoritmo deseado
se esconde entre las nubes.
Y el rayo sonda
que partió a la zaga
de la aparente levedad
se pierde en el infinito
de los puntos sucesivos.
Ni siquiera los astros
alcanzan a contar todos los números
merodeando la oscuridad,
custodia de la cifra inabarcable,
mas en círculo mágico
convocan el uno repetido del ser
mientras el sueño y la muerte
quedan a resguardo
en las formas sumergidas.

El siguiente texto pertenece al poemario Vilanos (Adamar, 2004).

Miraba el desierto y me preguntaba si los números algebraicos podían realmente expresar las arenas. También de noche el compás de los astros se equivocaba. Le pedía al sueño que pusiera de manifiesto la utilidad de las matemáticas. Y tú, que jugabas con los números, dime, ¿qué cifra describe la macla de la rosa?

Portada del libro «El nudo de los vientos (o la mitad perdida de Pitágoras)», de Clara Janés, publicado por la editorial Ars Poetica en 2017

Y terminemos con algunos poemas en prosa de Los números oscuros (Siruela, 2006). Primero el poema que da nombre al libro, Los números oscuros.

Desde la primera noche hubo un mensaje oscilante, que se mostraba y se ocultaba. Recogí su eco y lo guardé en un cofre: era el primer número oscuro que llegaba a mis manos.

Pero entonces hubo también una respuesta: el segundo de aquellos números. Igualmente lo guardé. Ambos, además, eran candentes y no podían tocarse. No sumé ni resté, dejé que siguieran su curso. Luego llegaron otros. De vez en cuando abría el cofre y veía que habían aumentado y que se trenzaban y destrenzaban, de tal modo que me daba vértigo mirarlos.

Fuera del cofre las ecuaciones eran distintas y algún día pasaba todavía aquel pájaro que llevaba una flor en el pico y la depositaba en mi pelo.

Los números oscuros son cifra de lo incomunicable y a la vez ensanchan la propia visión. Aún no han despejado todas las incógnitas e incluso alguno se ha escapado del cofre, pero actúan como espejos.

Yo sigo sin tocarlos, respetando su orientación. Tampoco he despejado mi incógnita: mis números que son distintos, se perdieron en el bosque de los secretos.

… … …

Cuando el cofre esté lleno no necesitaré hacer operación alguna: sabré que el resultado es cero. Entonces lo lanzaré a las aguas y lo veré alejarse como un barco cargado de amenazantes lanzas.

No sé si ese cero que quede será blanco o negro, no sé si algún día me permitirá volver a ver aquel sueño.

Y el poema De la rosa.

En el libro la rosa se abría en numerosos círculos partiendo del dos, pasando al tres, al cinco…; y su corazón era un círculo negro que se extendía a las distintas secciones creadas, de tamizadas sombras. Eran sombras simples o compuestas. Cada pétalo un nido secreto. Y nadie sabe si existe membrana traslúcida capaz de medir lo que en él se alberga. Acaso el perfume nos dé su medida y la del enigma de sus números.

Para finalizar vamos a incluir un poema en euskera de la traductora en euskera y escritora lekeitiarra Miren Agur Meabe (Lekeitio, 1964). Además de poesía y novela, escribe literatura infantil y juvenil. Entre los muchos premios que ha recibido, está el Premio Euskadi de Literatura Juvenil en tres ocasiones, por las obras Itsaslabarreko etxea (La casa del acantilado, 2002), Urtebete itsasargian (Un año en el faro, 2006) y Errepidea (La carretera, 2011).

La escritora y traductora Miren Agur Meabe. Fotografía Telle

El poema de Miren Agur Meabe que vamos a mostrar en esta entrada (muchas gracias a Goizalde Landabaso por descubrirme este bello poema) es Kalkulua (apuntea kantu baterako), es decir, Cálculo (apunte para una canción).

Problema honetan,
urratsez urrats aztertu dut
ebazpen-prozedura:
zure begiraden estatistika,
zure bularren geometria,
zure bertuteen aritmetika.
Hala ere,
oraindik ez dut faktore
ezezaguna askatu.
Zenbat balio dut nik
zure ametsen ekuazioan?

Y debemos dar las gracias a la misma escritora por la traducción de su poema. La traducción sería la siguiente: En este problema, he analizado paso a paso el procedimiento para hallar la solución: la estadística de tus miradas, la geometría de tus pechos, la aritmética de tus virtudes. Sin embargo, aún no he hallado el factor desconocido. ¿Cuál es mi valor en la ecuación de tus sueños?

«2 x 5» (1919) de la artista alemana Hannah Hoch (1889-1978), miembro del movimiento dadaista

Bibliografía

1.- Fundación Gloria Fuertes

2.- Sección Poesía y Ciencia, de la web Madrid+d

3.- Blog de Manuela Ipiña, De aquella mirada nacían orgasmos

4.- Clara Janés en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes

5.- Miren Agur Meabe en El portal de la literatura vasca

Sobre el autor: Raúl Ibáñez es profesor del Departamento de Matemáticas de la UPV/EHU y colaborador de la Cátedra de Cultura Científica

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