A finales del siglo XVIII y principios del XIX, la ciencia comenzó a resultar accesible a un público que iba más allá de los eruditos y filósofos, así como de los nobles y reyes a los que se dedicaban los descubrimientos.
Comunicar la ciencia consistía, por aquel entonces, en escribir y publicar los conocimientos, tratando de ser el primero en la carrera hacia la gloria científica. Poco a poco, algunos de aquellos hombres comenzaron a dar conferencias multitudinarias para exponer sus descubrimientos. La ciencia romántica “tenía un nuevo compromiso: el de explicar, educar y comunicar al gran público. Esta fue la primera gran época de las conferencias científicas públicas, de las demostraciones del trabajo en los laboratorios y de los libros divulgativos, a menudo escritos por mujeres”. (Philip Ball)
En nuestros días (casi) todos somos conscientes de la necesidad de comunicar la ciencia, de hacerla llegar al gran público. Al contrario de lo que pudiera parecer, no lo tenemos más fácil que los grandes científicos que nos precedieron en esa tarea. En el siglo XIX e incluso en el XX, los investigadores se encontraban con una sociedad permeable a la sorpresa, al asombro ante los logros de los avances científicos por lo que estos tenían de inesperados y de mágicos. La ciencia del siglo XXI se encuentra con una audiencia potencial sobresaturada de estímulos y de información presentada de mil formas atractivas (o que pretenden serlo). Tiene que competir (y debe hacerlo, aunque este es otro tema) por captar la atención, interesar y darse a conocer.
La información y el conocimiento más importante, la ciencia en nuestro caso, tiene que luchar por hacerse ver en un flujo interminable e inabarcable de información.
En la carrera por hacerse con la atención del «público», la infografia es una manera que ha ido ganando terreno de presentar la información de manera atractiva. Por supuesto, y como era inevitable, hay infografías espectaculares y otras atroces. Las hay completamente banales en su contenido pero espectaculares en la forma y viceversa, interesantes y necesarios datos, presentados de una manera tan espantosa que se convierten en información hostil hacia el no iniciado.
Una buena infografía necesita:
– Un contenido interesante. Todo es susceptible de ser mostrado en una infografía, pero eso no lo hace interesante.
– Un estudio profundo de la información que se desea mostrar y reflejar. Una buena infografía necesita acceder a la fuente de los datos. Necesita comprender esos datos para posteriormente establecer asociaciones y saber qué es pertinente y necesario, y qué es accesorio y prescindible.
– Un trabajo de diseño concienzudo y elaborado para mostrar esos datos. No se trata de hacer algo bonito, ni espectacular ni diferente, aunque conviene que sea bonito, con gancho y distinto. Se trata de encontrar la mejor manera para mostrar justamente ese contenido.
– Si se hace interactiva debe tener una interfaz fácil de usar. Debe ser amigable y no un jeroglífico incomprensible.
“Snake Oil Supplements? Scientific evidence for popular health supplements” es una infografía realizada por la página «Information is beautiful» que cumple todos los requisitos para ser una buena infografía.
Recopilando datos y estudios científicos han realizado una visualización precisa, atractiva, de fácil uso sobre los (supuestos) beneficios tangibles que diversos «remedios naturales» tienen al ser tomados por vía oral por un adulto que lleve una dieta sana. Esos beneficios pueden ser ciertos y estar demostrados científicamente de manera irrefutable, pueden ser creídos por el imaginario popular o la superstición y no haber sido comprobados, o pueden haber sido demostrados como inútiles o dañinos por la ciencia. Los datos se pueden ordenar por relevancia, por naturaleza, por el interés que tengan para la ciencia o la popularidad de su uso.
Todos esos datos: los remedios, sus usos, su naturaleza, sus supuestos beneficios y los últimos estudios científicos sobre ellos aparecen en esta infografía. *
Es una infografía completísima para cotillear, para aprender, para investigar, que además se completa periódicamente con nuevos datos.
Otro ejemplo completamente distinto de buena información son las infografías de Eleanor Lutz que reflejan el trabajo de los músculos esqueléticos o el embarazo en sus distintas semanas. Son infografías más simples, con datos que pueden ser obvios para el público especializado pero que resultan visualmente muy atractivos para una audiencia más general.
Las infografías no son un fin en si mismas. Son un medio para mostrar los datos, hacer la información más accesible y visual, y dirigirse a una audiencia acostumbrada a estímulos visuales atractivos.
La información científica recopilada y mostrada de forma atractiva, como todo trabajo científico, también es mejorable. Ninguna es perfecta pero son un medio que la ciencia debe aprovechar para mostrarse al mundo.
*En este caso no estaría de más añadir un apartado en el que se mostrase cuáles de estos estudios han sido avalados por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria. De esta forma se sabría qué alimentos o ingredientes alimenticios cuentan con el beneplácito de la UE para poder publicitar que su consumo da lugar a las propiedades saludables indicadas en la infografía.
Sobre la autora: Ana Ribera (Molinos) es historiadora y cuenta con más de 15 años de experiencia en el mundo de la televisión. Autora de los blogs: Cosas que (me) pasan yPisando Charcos.
Manuel López Rosas
De acuerdo, la creatividad y la oportunidad nos permitirán sucesivos acercamientos a la información y a la mejor interpretación de la info disponible.
Habrá que agregar en las consideraciones, los diversos contextos desde los que los posibles y reales observadores acceden a esas infografías, y que todo este trabajo de diseño, puede reorientarse hasta lograr unidades que merecen presentarse o hacerse llegar a sitios de escuelas, museos, portales afines, ó al público indeterminado de internautas curiosos.
Será interesante indagar los caminos por los que las infografías también cumplen mejor la aspiración o la intencionalidad con la que se les diseñó.
Ana Ribera
Gracias Manuel por el comentario.
Obviamente las infografías deben enfocarse a una intencionalidad y a un público y con ese criterio elegí las dos que ilustran este post. La de Information is Beautiful es una infografía visualmente espectacular pero además es para gente interesada. Permite que una audiencia ya interesada por el tema visualice de una manera global la información y además pueda reagruparla o mostrarla de distinta manera. Es una infografía para estudiar, podríamos llamarla.
Las infografías de Eleanor Lutz son más didácticas, más enfocadas a provocar asombro con unos datos igualmente bien estudiados pero mostrados de forma clara y atractiva.
Por poner un ejemplo, la infografia de Eleanor Lutz puede mostrarse en un colegio y seguro que llama la atención y genera preguntas y la de Information is Beautiful pasaría desapercibida en un colegio y sin embargo en un público más formado sería al revés.
Gracias por tu comentario
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