Las corrientes eléctricas actúan sobre los imanes

Experientia docet Electromagnetismo Artículo 14 de 34

Oersted

A comienzos del siglo XVIII empezaron a aparecer informes de que el rayo podía cambiar la magnetización de las agujas de las brújulas y convertía a los cuchillos y cucharas en imanes. Algunos investigadores llegaron a creer que conseguían agujas de acero imantadas simplemente descargando un objeto cargado a través de ellas. Lo único que estaba claro en estos informes es que en ningún caso las observaciones se habían visto seguidas por series de experimentos planeados que pudiesen haber llevado a conceptos e hipótesis interesantes.

Con todo, ninguno de estos informes era en sí mismo sorprendente para los filósofos naturales de Europa. Estaban convencidos de que los fenómenos observados en la naturaleza eran tan solo distintos efectos de una sola “fuerza” imponderable. Esta creencia en la unidad de las fuerzas físicas les llevó de forma natural a esperar que las fuerzas eléctricas y magnéticas estuviesen asociadas de alguna manera.

La primera prueba concreta de la conexión entre la electricidad y el magnetismo se dio en 1820, cuando Hans Christian Oersted, realizó una serie de experimentos muy importantes en Copenhague (Dinamarca).

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Oersted colocó un cable largo en posición horizontal justo por encima de la aguja magnética de una brújula y paralelo a ella, de tal forma que ambos seguían exactamente la dirección norte-sur magnética de la Tierra. Cuando Oersted conectó los extremos del cable a los terminales de una batería, la aguja giró hasta adoptar una orientación este-oeste, casi perpendicular al cables. Las cargas en reposo no afectan a un imán, pero aquí estaba la prueba de que las cargas en movimiento (la corriente) ejercen realmente una extraña fuerza sobre un imán.

Los resultados de Oersted también fueron los primeros de la historia en los que se encontraba una fuerza que no actuaba a lo largo de la línea que conectaba las fuentes de la fuerza, a diferencia por ejemplo, de las fuerzas entre planetas, cargas eléctricas o polos magnéticos que si actúan a lo largo de esa línea. A diferencia de estas la fuerza entre el cable por el que pasa la corriente y cada polo magnético de la aguja de la brújula no se ejerce a lo largo de la linea del cable al polo. De hecho, para que la aguja gire como lo hace , la fuerza debe actuar de forma perpendicular a esa línea. La aguja magnética no se ve atraída o repelida por el cable, si que las fuerzas sobre sus polos la hacen girar.

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El descubrimiento de Oersted era una clase de efecto completamente nuevo. No es de extrañar que se tardase tanto para que alguien encontrase la conexión entre electricidad y magnetismo. Un análisis más detallado permitió descubrir que estaba ocurriendo en el experimento. El cable, largo y recto, establece un campo magnético alrededor de él, al que lord Kelvin empezaría a llamar B en 1850. Este campo es capaz de hacer girar la aguja de una pequeña brújula de tal manera que la línea norte-sur magnética en la aguja es tangente a un círculo cuyo centro es un punto del cable y que está en un plano que el perpendicular al cable. Pueden usarse varias agujas o limaduras de hierro para visualizar los campos que originan distintos conductores.

Por tanto, la corriente produce un campo magnético circular, no un campo magnético dirigido a o desde un centro, como se esperaba.

Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance

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