El físico austriaco Paul Ehrenfest fue un íntimo amigo de Einstein. Fue un hombre con una personalidad efusiva, dado a hablar entre signos de exclamación, y bastante emocional. Su disgusto fue enorme cuando Einstein se negó a aceptar ciertos aspectos de la ciencia moderna, y su pasión le llevó a la autodestrucción, acosado por sus tragedias personales.
Einstein pasó menos de dos años enseñando en la universidad alemana de Praga, pero fue en esta época cuando conoció a Ehrenfest y a muchos de sus futuros colegas en la comunidad de físicos. Como joven físico Ehrenfest tuvo, como Einstein, muchas dificultades para asegurarse un puesto académico. De hecho, Ehrenfest estaba en una de las etapas de lo que sería un periplo por varias universidades europeas a la búsqueda de una posición estable cuando comenzó su amistad con Einstein.
Los dos hombres se conocieron en la estación de trenes de Praga un día de febrero. En su diario, Ehrenfest recogió sus impresiones del momento en su estilo telegráfico: “Por fin llegada a Praga, gris. Bajo [del tren]. Einstein (puro en la boca) allí, con esposa. Derechos al café… Hablamos de Viena, Zúrich, Praga…De camino al instituto primera discusión acerca de todo. Lluvia en la calle, lodo, discusión todo el rato. Instituto: salón de clases, escaleras a física teórica. Discusión constante con Einstein”.
Esas discusiones ayudaron a Einstein a formular su revolucionaria teoría general de la relatividad. Einstein y Ehrenfest, siendo ambos de lengua afilada, disfrutaron de tener alguien con quien discutir acaloradamente sobre física. Ehrenfest se hospedó con los Einstein, y, según el diario de Ehrenfest, emplearon una gran cantidad de tiempo en “discusión”. “Te. De 12-2:30. Discusión con Einstein. A la cama muy tarde”. Al día siguiente, “Empezamos a discutir inmediatamente…Tarde Einstein me habla de su artículo sobre gravitación”.
Tanto Ehrenfest como Einstein se vieron muy influenciados, y construyeron sobre las ideas, de dos viejos maestros de la física de su tiempo, el matemático francés Henri Poincaré y el físico holandés Hendrik Antoon Lorentz. La odisea de Ehrenfest por las universidades de Europa terminó con éxito cuando se le ofreció el puesto de Lorentz de catedrático de física matemática en la Universidad de Leiden en 1912.
Solo unos meses antes, Einstein había aceptado un nuevo puesto de profesor creado expresamente para él en el Politécnico de Zúrich. Einstein escribió por aquella época que se sentía aliviado por haber ya aceptado el puesto de Zúrich antes de saber de la jubilación de Lorentz, y quizás haberse visto forzado a aceptar su puesto. Pero es muy posible que Einstein estuviese intentando quedar bien: parece que Einstein y Ehrenfest eran un poquito competitivos el uno con el otro, y fue una sorpresa para la toda la comunidad científica que Ehrenfest ganase una cátedra tan prestigiosa como la de Leiden.
A pesar de estar en ciudades distintas, Einstein y Ehrenfest se escribían y veían a menudo. En 1913 Ehrenfest y su esposa, la matemática rusa Tatiana Alekséyevna Afanásieva, visitaron Zúrich y, aunque se suponía que iban a ser unas vacaciones, Ehrenfest pasó casi cada hora en discusión profunda con Einstein. Sólo una vez registró en su diario: “Un día sin Einstein”.
La rigurosa correspondencia entre Einstein y Ehrenfest da una visión desde dentro del desarrollo de la teoría general de la relatividad. Cuando Einstein se estaba preparando para remitir la teoría a la asociación científica de Alemania, escribió a Ehrenfest que su nueva teoría de la gravitación podría hacer que le internasen en un sanatorio psiquiátrico. “Espero que no tengáis uno en Leiden”, escribió, “para que os pueda visitar con seguridad”. Einstein no necesitaba preocuparse. La nueva teoría cimentó su papel como uno de los principales físicos del mundo, y poco después Ehrenfest intentó tentarle para que se uniera a él en la Universidad de Leiden. En una carta de 1919 le dice “De repente estamos todos de acuerdo en que tenemos que atarte a Leiden”, carta que cierra con esta posdata: “¡Realmente es un incordio que tú tengas algo que decir en una cuestión que nosotros estamos en mucha mejor posición para decidir que tú mismo!” Sin esperar a la respuesta de Einstein, envió otra carta: “Aquí no hay más que gente que te quiere a ti y no solo a tu corteza cerebral”.
Einstein, sin embargo, declinó la invitación, y los dos hombres continuaron con sus cartas llenas de bromas en las que discutían física teórica y, a veces, asuntos religiosos. Al igual que Einstein Ehrenfest era judío, y por eso Einstein encontró en él alguien con quien discutir no solo de física sino también de sionismo. Ehrenfest prestaba los oídos comprensivos que Einstein no encontraba en Berlín. Einstein le escribió: “Tú no me regañas por mis escarceos sionistas. Aquí hay bastante indignación, lo que, sin embargo, me es indiferente. Incluso los judíos asimilados se lamentan de mí o me reprenden”.
Pero, como dos de los principales físicos de su tiempo, Einstein y Ehrenfest no podían dejar de discutir a menudo sobre el tema más controvertido del momento: la mecánica cuántica. El campo surgió en buena medida de las propias teorías de Einstein, y Ehrenfest organizó en Leiden el primer congreso sobre mecánica cuántica durante la conmemoración de los 50 años del doctorado de Lorentz, el 11 de diciembre de 1925. Si bien ambos amigos comprendían la relatividad de manera similar, en cuestiones de mecánica cuántica estaban claramente enfrentados. Ehrenfest la admitía sin reservas; Einstein tenía muchos prejuicios. El que hubiese tenido que elegir estar en contra de las posiciones de su amigo fue muy doloroso para Ehrenfest. Emotivo como era, el asunto era capaz de llenar sus ojos de lágrimas. En vano señaló Ehrenfest a Einstein que una vez él mismo había presentado una teoría completamente nueva, la relatividad especial, y que también tuvo que convencer a los físicos veteranos de su veracidad. Einstein, ahora en el papel de veterano, rehusaba aceptar las nuevas teorías.
Tristemente, Ehrenfest no participaría en las discusiones sobre la mecánica cuántica durante mucho tiempo. Einstein y Ehrenfest parecían vivir vidas paralelas, compartiendo tragedias similares. El hijo pequeño de Einstein, Eduard, desarrolló esquizofrenia y pasó sus últimos días en una clínica. El hijo pequeño de Ehrenfest, Vassily, nació con síndrome de Down. Ante la angustia de Ehrenfest por tener que internar a su hijo en una institución, Einstein intentó consolarlo, compartiendo con él el frío razonamiento que él había aplicado a su propia tragedia: “Los individuos valiosos no deben ser sacrificados en aras de casos perdidos, ni siquiera en estas circunstancias”. Por otra parte, Einstein, plenamente consciente de la situación personal de su amigo, escribió al consejo rector de la Universidad de Leiden expresándoles su preocupación y rogándoles que disminuyesen la carga de trabajo de Ehrenfest.
A pesar de todo, Ehrenfest, el pasional, no encontraba consuelo. Escribió una carta a sus colegas en septiembre de 1933, que transcribimos íntegra:
“¡Mis queridos amigos: Bohr, Einstein, Franck, Herglotz, Joffé, Kohnstamm y Tolman!
Realmente ya no sé como llevar durante los próximos meses la carga de mi vida que se ha vuelto insoportable. No puedo soportar más que mi cátedra en Leiden se vaya por el sumidero. Debo abandonar mi posición aquí.
Quizás pueda ocurrir que pueda usar el resto de mis fuerzas en Rusia…Si, sin embargo, no se aclara pronto el que lo pueda hacer, entonces está claro que me mataré. Y, si eso ocurre alguna vez, me gustaría saber que os he escrito, con calma y sin prisas, a vosotros cuya amistad ha jugado un papel tan importante en mi vida.
…Perdonadme.”
Esta carta y otra dirigida a sus estudiantes nunca fueron enviadas. En una depresión profunda, el 25 de septiembre de 1933 Ehrenfest mató a su amadísimo hijo Vassily de un disparo en la sala de espera del médico y acto seguido se disparó a sí mismo, muriendo al instante.
En la necrológica de su amigo, Einstein escribió:
“No era sólo el mejor maestro de nuestra profesión que yo haya conocido; también estaba apasionadamente preocupado por el desarrollo y destino de los hombres, especialmente de sus estudiantes. Comprender a los demás, ganar su amistad y confianza, ayudar a cualquiera inmerso en luchas internas o externas, alentar el talento de la juventud, este era su verdadero elemento, casi más que la inmersión en problemas científicos”.
Sobre el autor: César Tomé López es divulgador científico y editor de Mapping Ignorance
Una versión anterior de este artículo se publicó en Experientia Docet el 13 de septiembre de 2009.
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