“Únicamente masa de maíz entró en la carne de nuestros padres, los cuatro hombres que fueron creados.”
Popol Vuh, Libro Sagrado de los Mayas.
El maíz, de nombre científico Zea mays, pertenece a la familia Graminiae, y es, por tanto, una gramínea como el arroz, el trigo, el centeno o la avena. Es el cereal más importante de la dieta en Latinoamérica y en África, y el segundo cereal más cultivado en el planeta. Proviene de América, donde mantiene una gran diversidad de tipos y es su centro Vavilov. Llegó a la templada Europa y a Asia y África en los siglos XVI y XVII. Era un alimento seguro y barato y lo fue durante siglos, sobre todo en Europa central. También alimentaba a los esclavos en el tráfico de África hacia América.
En el siglo XX, la producción de maíz aumentó con la mejora en las semillas, los regadíos, los nuevos abonos, los pesticidas y los nuevos usos del cereal en la industria y en la dieta. En Europa y Norteamérica, las cosechas se doblaron y, después, se triplicaron. Es una planta con facilidad para adaptarse a diferentes entornos, gran poder energético y fácil cosecha. En muchos países en desarrollo está desplazando a cultivos tradicionales más problemáticos.
Es, también, uno de los principales cultivos para alimentar al ganado. Es más, en la actualidad se siembra sobre todo para su uso como pienso. Ellen Messer afirma que solo un quinto del maíz sembrado va a la dieta humana, dos tercios son para el ganado y un décimo para alimentos procesados e, incluso, para productos que no se usan en alimentación.
El maíz crece entre los 50º de latitud norte, en Rusia y Canadá, hasta casi los 50º de latitud sur, en Sudamérica. Lo hace a altitudes bajo el nivel del mar, en las llanuras del mar Caspio, hasta los 3600 metros de altura, en los Andes del Perú, y con precipitaciones desde 250 mililitros, en Rusia, hasta más de 10000 mililitros, en la costa de Colombia hacia el Pacífico, y con tiempos de crecimiento que van de los 3 a los 13 meses.
Las variedades del maíz tienen características a veces muy diferentes. Las plantas tienen de 70 centímetros a 6 metros de altura, de 8 a 48 hojas por planta, de 1 a 15 troncos por semilla sembrada, con mazorcas de 7 a 70 centímetros de longitud. Además, tienen diferentes distribuciones geográfica, climática y de resistencia a las plagas. Como dijo algún experto hace décadas, los primeros que cultivaron el maíz crearon “una de las plantas cultivadas más heterogéneas que existen.”
El rendimiento es de 2.5 toneladas por hectárea de media en los países en desarrollo hasta las 6.2 toneladas por hectárea en los países industrializados. Es en el Medio Oeste de Estados Unidos donde, desde el final de la Segunda Guerra Mundial, se cosecha más de la mitad de la cosecha mundial de maíz. En el año 2008 fueron algo más de 300 millones de toneladas. El segundo productor mundial es China, y el tercero Brasil. Entre Estados Unidos, China, Francia, Argentina, Hungría y Thailandia controlan el 95% del comercio mundial de maíz que varía entre 60 y 70 millones de toneladas, la mayoría para alimentación animal. España, en 2008, produjo algo más de 3.5 millones de toneladas.
El maíz sigue siendo un componente importante en la dieta en las regiones en que se domesticó: México, América Central, el Caribe y en los Andes en Sudamérica. Y se ha convertido en un componente esencial de la dieta en África Oriental, en parte de Indochina y en algunas regiones de China. El consumo más alto por persona es de casi 100 kilogramos al año en México, Guatemala y Honduras, donde se prepara como tortillas. En estas regiones, más África y Rumania, supone el 70% de las calorías de la dieta. En África Oriental se come como gachas.
Sin embargo, como ya he escrito más arriba, el uso más significativo del maíz es como alimento del ganado y, en último término, como carne, leche y otros productos en la dieta humana. En Estados Unidos, más de la mitad del maíz cosechado es para el ganado y en Alemania llega a las tres cuartas partes. En países como Pakistán, India o Egipto, el maíz como pienso para el ganado es más caro que el maíz como alimento humano.
Hay más de 300 variedades de maíz, muchas de ellas con decenas de linajes. Pero su ancestro salvaje sigue siendo un misterio, cada vez más claro por las investigaciones como veremos ahora, pero todavía objeto de debate tanto sobre la especie originaria como sobre la región geográfica donde ocurrió la domesticación.
El origen parece estar en el teosinte, que pueden ser varias subespecies de la especie Zea mays, la misma que el maíz cultivado. Es una hierba de gran porte que crece en México y Guatemala. Ya Vavilov, en 1931, propuso al teosinte como antepasado del maíz. Entre las hierbas conocidas como teosinte hay cuatro con el mismo número de cromosomas que el maíz y que pueden hibridar con él y entre sí.
La mayoría de los expertos en maíz aceptan que se domesticó hace de 7000 a 10000 años en Centroamérica. Pero está en discusión si ocurrió una o más veces en uno a más sitios de esa área geográfica. La diversidad de variedades en México y la no presencia de teosinte en el Perú convencieron a Vavilov de que el origen del maíz estaba en Centroamérica. Por cierto, en la actualidad el teosinte es una planta invasora de los cultivos de maíz en Aragón. Se detectó su presencia a finales de 2014.
El yacimiento de Tehuacan, en Puebla, México, guarda muestras de maíz, con mazorcas de unos 2.5 centímetros de longitud, fechadas hace casi 6000 años, hasta las más recientes, de unos 500 años, y todas ellas sirven para ilustrar la evolución de la planta. Destaca un periodo explosivo de variaciones hace unos 3500 años. En el estrato El Riego de este yacimiento se recuperó la evidencia más antigua que se conoce de uso de maíz silvestre, y está fechada hace 7200-9200 años. Y en el estrato Coxcatlan, de hace 5400-7200 años, ya se encuentra maíz cultivado.
La secuenciación del genoma de una muestra de maíz del yacimiento de Tehuacan, fechada hace 5310 años, por el grupo de Jazmín Ramos, de la Universidad de Copenhague, demuestra que viene de la misma población que fue origen del maíz moderno. Es un maíz más cercano, ya hace 5000 años, al maíz actual que al teosinte.
Uno de los cambios más importantes en la domesticación del maíz es que la planta, en la madurez, no disperse las semillas y permita que queden en la mazorca y, de esta manera, facilita la recolección por el que ha sembrado el maíz. Además, si no dispersa las semillas se convierte en una planta dependiente de quien la siembra, que dispone de granos, que ha cosechado, para repetir la cosecha. El teosinte dispersa las semillas y, en la domesticación, se seleccionó que la planta no lo hiciera como ocurre en el maíz moderno. El maíz recuperado en Tehuacan, de hace 5000 años, todavía mantiene los genes que dispersan las semillas.
Con hallazgos publicados casi continuos se decía , que son tres granos de maíz fechados hace 6250 años los más antiguos encontrados hasta ahora. Aparecieron en el Abrigo de Guila Naquitz, en Oaxaca, México. Dos de los granos recuerdan al teosinte pero el tercero tiene las características del maíz doméstico. O, también, el equipo de Mary Pohl, de la Universidad Estatal de Florida, recuperó restos de maíz en la excavación de San Andrés, en Tabasco, y quedaron fechados hace 7300 años.
Los estudios genéticos de la relación entre maíz y teosinte colocan el origen del cultivo en una población de teosinte del valle del río Balsas, en el Estado de Guerrero, en México. Allí, el grupo de Anthony Ranere, de la Universidad Temple, de Philadelphia, encontró restos de maíz y piedras para moler el grano y producir harina. Entonces, y ahora, en ese valle hay teosinte. Todos los restos están fechados hace 8700 años y, en la actualidad, se consideran los más antiguos conocidos de maíz, superando a los tres granos de Guila Naquitz.
Esta presencia del cultivo del maíz desde hace miles de años en Centroamérica implica que apareció una culinaria relacionada con este cultivo. George Beadle (Premio Nobel en 1958), que durante años estudió la genética y el origen del maíz, escribió que la primera receta para cocinar el maíz, y también el teosinte, serían las palomitas, colocando los granos directamente sobre el fuego, en las brasas o sobre roca o arena calientes. Beadle también sugiere que los granos de maíz se pueden comer crudos después de ablandarlos un tiempo en agua. O molerlos hasta conseguir harina, separando las cáscaras por flotación en agua.
El polen de la planta se ha identificado en yacimientos en Panamá de hace 7000 años, y en la Amazonia de Ecuador fechado hace 6000 años. Estos datos han llevado a algunos autores a proponer un segundo centro de domesticación del maíz en los Andes centrales, hace 6000 a 8000 años, y con variedades diferentes a las habituales en Centroamérica. Sin embargo, recuerdo que el teosinte no aparece en Sudamérica.
Pero fueron los incas los que comían un pastel hecho de sangre de camélidos, de llama en concreto, y harina de maíz. Yawar Zanen los llamaban. Aquí, en el norte de la Península, todavía se elabora un pastel parecido: es el llamado borono. La borona era el pan que se amasaba con harina de otros cereales y no con trigo como, por ejemplo, mijo, cebada o centeno. Pero, llegó el maíz, y el nombre quedó, desde finales del siglo XVI, para el pan de maíz. Pero también tenemos, como decía el borono, una especie de embutido que se obtiene del cerdo y se come en Palencia, Asturias o Cantabria. J.L. Lastras, en el blog El Laboratorio Gastronómico, nos explica como se cocina:
En un barreño grande, mejor si es de barro, ponemos sangre de cerdo, algo de agua para que no endurezca, sal, cebolla bien picada, grasa de cerdo y perejil. Añadimos harina de maíz y, si se quiere, también harina de trigo, y amasamos hasta formar una masa no muy seca. Modelamos la forma del borono, así como gruesa y rechoncha. Ponemos en agua hirviendo y cocemos durante un par de horas. Ya están para comer, si se quiere fritos o, si no, con azúcar y leche.
Como ocurre en los procesos de domesticación, y ya lo adelantó Vavilov, solo una fracción de la biodiversidad del maíz original se llevó, primero, a Norteamérica y hacia Sudamérica (en el siglo XV los europeos encontraron cultivos de maíz en la desembocadura del río San Lorenzo, en Canadá, y en el centro de Chile por el sur), después a Europa y al resto del mundo. Por ejemplo, entre los genomas del teosinte y el maíz ya hay una disminución del 20%, aunque a diferencia de otros organismos domesticados, hay una cierta recuperación por los cruces entre sí de la gran cantidad de variedades de maíz que existen.
El maíz llegó a Europa con Cristóbal Colón en su primer viaje y ya se menciona en 1500 en Sevilla y, rápidamente, se extendió por toda la Península. Colón había encontrado extensos cultivos de maíz en la isla de Cuba cuando llegó el 27 de octubre de 1492. Escribió en su diario que “la tierra es muy fértil y muy labrada de aquellos mames y faxoes y havas muy diversas de las nuestras; eso mismo panizo…”. Ahora llamamos panizo al maíz pero en tiempos de Colón, que no conocía el maíz, era el nombre de una planta, originaria de Oriente, que se parecía al maíz. Colón se lo presentó a los Reyes Católicos en Barcelona en abril de 1493 y “maravilláronse que no hubiese trigo allá, sino que todos comiesen pan de aquel maíz”.
Y después llegó al resto de Europa con la curiosa peculiaridad de que, en casi todos los países, era reconocido como un cultivo extranjero y, de ahí, el nombre que recibía la planta: era romano en algunas regiones de Francia, siciliano en la Toscana, indio en Sicilia, español en los Pirineos franceses, de Guinea en Provenza, de Egipto en Turquía, de Siria en Egipto, de Turquía en Inglaterra o de Gales en Alemania.
Para finales del siglo XVI se conocía y cultivaba en toda Europa. Y en Egipto, Libia y Siria para 1520. O en China para 1555. De América podían llegar de 200 a 300 variedades de maíz que ya se cultivaban, lo que facilitó su adaptación a tan extensa geografía y a muchos entornos diferentes.
Era barato, de fácil cultivo, no requería muchas labores agrícolas y resistía los cambios del tiempo. Pronto se convertiría en la comida de los pobres y así se mantendría durante siglos, como afirma Manuel de Paz, de la Universidad de La Laguna. En la actualidad tiene muy escasa presencia en la dieta de nuestra especie. Pero, como antes comentaba, si abunda en la dieta de nuestro ganado. O en nuestro desayuno donde el maíz es muy popular desde hace unas décadas cuando llegaron a Europa los cereales típicos del “breakfast” de Estados Unidos.
Ya en el siglo XVI, el clima del norte de la Península Ibérica favorecía el cultivo del maíz sobre otros cereales y no tardó en aparecer una cocina basada en el maíz. Al País Vasco, el maíz llegó en el siglo XVI. Todavía no se conoce con exactitud ni cómo ni cuando llegó el maíz al País Vasco, aunque a menudo se menciona a Gonzalo de Parcaiztegui, de Hernani, que fue escribano y alcalde en su pueblo, y fechas de la segunda mitad del siglo XVI. Sin embargo, tal como cuenta Fausto de Arocena, en 1521 hay algún texto que menciona maizales en San Sebastián.
A finales de siglo XIX y principios del XX, y siempre en épocas de escasez, la comida en el caserío, nos cuenta Gurutzi Arregi, se completaba con el maíz preparado como talo, una especie de torta hecha con harina de maíz. En el desayuno, el talo acompañaba la leche, en la comida se echaba a la sopa o se comía con trozos de tocino o carne, y en la cena se terminaba con talo y leche, como en el desayuno. Y el talo con chorizo, o txistorra, era ya una buena merienda.
Cuando Gurutzi Arregi estudia la etnografía de Durango, nos cuenta cómo hacían el talo en los caseríos y en las casas, pues era, de nuevo, la comida de los pobres para una época de escasez. Era el año 1942:
“Se ponía a hervir agua con sal. En un recipiente se ponía la harina de maíz o la harina de trigo y se iba echando el agua poco a poco, y se iba amasando hasta hacer una bola grande. Encima de la mesa, se echaba harina, y se cogían trozos de la masa, en proporciones mayores o menores según el tamaño de los talos y se iba aplastando, dándoles forma, generalmente redonda.
En los caseríos se colocaba el talo en la talopara de hierro y mango de madera. En las casas de la calle encima de la chapa -cocina económica-, bien caliente. Primero se le hacia dorar por un lado, y después se le daba la vuelta para que se dorase la otra cara.
Es muy corriente comer tocino frito con el talo. También se comía mucho el talo con leche.”
Espero que les guste. Con txistorra está rico pero con tocino frito es ya pecado de dieta poco saludable. O eso dicen.
Referencias:
Arocena, F. de. 1933. La introducción del maíz, Gonzalo de Percaiztegui. Revista Internacional de Estudios Vascos 24: 362-364.
Arregi, G. 1985. Etnografía de Durango. Datos geográficos. La alimentación. Juegos infantiles. Instituto Labayru. Bilbao. 98 pp.
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Sobre el autor: Eduardo Angulo es doctor en biología, profesor de biología celular de la UPV/EHU retirado y divulgador científico. Ha publicado varios libros y es autor de La biología estupenda.
Andrés Rodríguez
Es probablemente uno de los cultivos más interesantes a nivel agronómico y que siempre se suele poner como ejemplo en las clases de edafología o de agronomía.
Requiere unas necesidades especiales de nutrientes y de condiciones climatológicas, pero a la vez requiere unos suelos muy determinados: profundos, muy profundos.
El sistema radicular del maíz está muy desarrollado y necesita de suelos muy profundos (unos 80 cm hasta la roca) ya que en algún caso puede llegar a tener un metro largo de longitud su sistema radicular. Eso provoca que no todos los suelos sean aptos para el cultivo, y que requieren de suelos bien desarrollados.
Un detalle sobre Estados Unidos, es el famoso corn belt, de los estados agrícolas y su producción agrícola, fundamentalmente maíz, que hacen que el río Mississipi y el Golfo de México, sean zonas hipercontaminadas por nitratos, fosfatos, metales y pesticidas… por el cultivo masivo del maíz.
Andrés Rodríguez
PD. Muy buena la nota 🙂
Pere
La produccion por hectarea esta mal, es ridicula (en mi zona son rendimientos de trigo). Si todo el articulo esta hecho con este rigor, pues eso….
Eduardo Angulo
Cierto, con regadío se puede llegar, según estadísticas publicadas, hasta las 12 toneladas por hectárea, pero no es lo habitual en la mayoría de las zonas de siembra, con bajos rendimientos por malas semillas, falta de abonos y productos sanitarios y sequías intermitentes. Además, en cultivos muy tecnificados, como en USA, se prefiere el cultivo extensivo y los menores gastos posibles, y allí está empezando a faltar agua por el agotamiento de los acuíferos. En fin, muchos factores y creí, quizá por error, que era mejor no extenderse en ello. Me interesa el maíz, su origen y su historia, aunque la bibliografía crece sin cesar y quizá me he dejado algo por el camino.
La realidad poco conocida de los megaasentamientos amazónicos
[…] Esta imagen estática se ha producido en los últimos 500 años, debido a los efectos seculares de la colonización. Pero la Amazonía era tan diferente como demuestra la tecnología LiDAR: vibrante, plena de comunidades estratificadas e interrelacionadas y con amplias producciones agrícolas. […]